El plan que más entusiasmaba a Arquímedes Puccio en 2012, un año antes de morir en General Pico, La Pampa, era disfrazarse, conseguir una identidad falsa y volver a Buenos Aires.
-Tengo un contacto y de hecho conseguí que un aborigen y un analfabeto tuvieran su primer DNI.
-¿Para qué quiere volver a Buenos Aires?
-No vaya a creer que para nada turbio. Ningún hombre puede permanecer lejos de la ciudad en la que ha nacido.
-¿Qué es lo primero que haría?
-La primera noche ir de joda a algunos lugares non sanctos. Ver material femenino. Atorrantas sobran.
-¿Y su familia?
-No quieren verme. Llamo y me cortan. Pero claro que me gustaría verlos. Pero eso es privado.
-¿Qué más haría?
-No soy muy abonado a la nostalgia, pero iría a Barracas, el barrio de mi infancia.
-¿Iría a la casa de Martín y Omar en San Isidro?
-¡No! Eso es pasado. Y el pasado está muerto.
Eso me dijo el siniestro líder del clan que entre 1982 y 1985 secuestró y mató a Ricardo Manoukian, Eduado Aulet y Emilio Naum, quienes fueron mantenidos en cautiverio en la casa de la familia Puccio, en Martín y Omar 544, San Isidro, y luego ejecutados en descampados.
La banda cayó el 23 de agosto de 1985, hace 35 años, cuando pretendía cobrar el rescate a cambio de la liberación de la empresaria Nélida Bollini de Prado, que durante un mes vivió un calvario en el sótano de Puccio.
Durante un año mantuve un vínculo con el tenebroso secuestrador que inspiró una película (El Clan) y una serie (Historia de un clan), ambos proyectos audiovisuales que fueron éxito, pero Puccio no pudo ver nada de eso porque murió el 4 de mayo de 2013 en General Pico.
Había sufrido un ACV y tenía un tumor cerebral.
Después de la escandalosa entrevista que le hice en el cuartito de pensión que ocupaba en esa localidad pampeana, que era tan solo equivalente a una porción del sótano donde mantenía cautivas a sus víctimas, me mandaba cartas, me llamaba por teléfono y cuando yo atendía, decía:
-Hola, habla “Conchita” Ricardo Barreda.
O si no:
-Cómo anda, habla el viejo carcaman de Robledo Puch. Su libro es una porquería.
De hecho, cuando me lo pidió para leerlo, me mandó después una carta con una foto suya barriendo (lo que hacía cuando mantenía a las víctimas en cautiverio, barrer la vereda) y con un saludo. Pero en la carta decía que el libro era impreciso, había marcado página por página, dijo, y que tenía profundas críticas para hacerme, “filosóficas, carcelarias y literarias”.
Había compartido un asado con él y su grupo de amigos. Sus monólogos eran interminables y solo permitía una interrupción de sus compinches si era para elogiarlo o contar alguna “andanza”, como decía él, con alguna mujer.
Una vez me invitó a pasar un fin de semana en su casa. Pensé que podía ser una gran crónica. El relato de dormir en la casa de Puccio.
En otra casa. Y con otra versión de Puccio.
No buscaba el morbo, sino la sensación de pasar la noche con esa especie de diablo maquiavélico que no se arrepentía de nada. O quizá sí: de no haber matado a Bollini de Prado, la única sobreviviente en la versión oficial, porque se cree que hubo más secuestros en los que no mataron al secuestrado.
También recordaba lo que me había contado un ex compañero de celda, que por momentos se despertaba y Puccio lo miraba fijo, como si fuese una aparición terrorífica.
Pero desistí de esa invitación.
Otro día me dijo que tenía el plan de ponerse una peluca, afeitarse la barba, teñirse el bigote de castaño, conseguir un DNI falso, pero solo para volver a Buenos Aires.
Por orden judicial no podía salir de General Pico.
Y recuerdo que me presentó a Claudio Antonio Caquilpan Huenupan, un chileno que compartió celda con él y se convirtió en su cliente cuando el ex secuestrador fue abogado. Le consiguió un DNI.
“Es un buen hombre. Teníamos largas charlas. Si podía ayudar, ayudaba. Hablábamos mucho de mujeres, gracias a él tuve mi primer documento”, dijo el chileno. Es decir, lo del DNI falso no sonaba improbable en su plan.
A 35 años de su final como delincuente, reapareció una entrevista que se mantuvo inédita. Fue con el programa que conducían Mauro Federico y Pablo Marchetti, llamado Quilombo, por Radio Splendid.
Una mañana me invitaron y me pidieron que llamara a Puccio. Lo que dijo ese día, y salió al aire, es más que escandaloso.
En la nota dice que es una máquina sexual, que defiende los Derechos Humanos y que le fue infiel a Epifanía, su esposa, la mujer que siempre quedó en la mira porque no quedó involucrada con la banda pese a que vivía en una casa donde había secuestrados en una bañera, en un placard y en el sótano.
Aquí, un resumen de los dichos del maldito Puccio.
Su noviazgo
“Sigo de novio. Después de muchos años. Y de ser un tiro al aire. Tuve amoríos pese a mi edad. Hasta me han escrito poemas. Pero se terminó el Arqui mujeriego, el Don Juan. Sí señor, me puse de novio. Se llama Graciela. Precisamente alquilé una casa para eso y por eso. Para encarar en su momento también el divorcio (de Epifanía) y bueno, ya después solucionado ese problema, consecuentemente, me caso. El hombre propone y Dios dispone”.
“Máquina sexual”
“Hay señoritas que dicen que soy una máquina sexual. Es un privilegio que tengo que me ha dado el Señor. Ser una máquina sexual gracias a Dios. Y cuando me preguntan si tomo viagra, yo enseguida les digo: ¡No! La verdad es que no lo necesito. He llevado una vida ordenada, he sido un deportista toda mi vida, y bueno… no sé, pueden preguntárselo al Señor. Tengo 83 años, pero parezco de 60″.
Sus paseos en auto
“Estuve a punto de comprar un Fiat 600, un Fitito. Pero ya dejé de lado eso. Fue un ofrecimiento en un principio, pero lo descarté porque no es un coche representativo, lo que yo necesito o lo que a mí me gusta. Es que, más allá de que mi situación económica está brava, lo que yo he tenido, lo que me han secuestrado, son los Falcon, los Torino, esas son las marcas que yo estoy acostumbrando a usar”.
Su futuro
“Solo Dios puede decirlo. Pero proyecto como si fuera a vivir 120 años. He tenido mis problemas como tiene que tener un buen cristiano, un hombre como corresponde, así es el premio de mi vida, por eso calculo que no sé. El Señor me va a atender por largo tiempo, por lo que estoy trabajando para revertir la situación judicial, para fijar mi teoría sobre el adoctrinamiento carcelario. Y estoy muy conforme porque he escuchado que el señor ministro de Justicia está proponiendo un plan de reducción de pena en relación a la conducta y el estudio, cosa que yo en su momento propuse y no tuvo éxito”.
Su vida carcelaria
“Han publicado que bailé cumbia en el pabellón de Devoto con La Garza Sosa, el ladrón de blindados. Puede ser, no lo recuerdo. Estoy para cosas más trascendentes. A Sosa lo tuve en mi pabellón por disposición, por pedido del director, para que a él no lo perjudiquen en su aislamiento y tuviese una vivencia adentro de la cárcel como correspondía. Yo manejaba el celular segundo, que era el celular de estudiantes y trabajadores. Entonces como él tenía un tratamiento muy estricto penitenciario, que era prácticamente inhumano, acepté tenerlo en mi pabellón. Nos llevamos bien, fuimos amigos, él tiene sus códigos, como corresponde a la vieja esencia carcelaria, cosa que hoy por el avance de la droga y todo eso y la incapacidad del Servicio Penitenciario no tienen vigencia”.
“Soy defensor de los Derechos Humanos”
“A Sosa lo protegí porque le implantaron un sistema violador de los derechos humanos, cosa que yo defendí permanentemente porque soy un defensor de los derechos humanos. Es una cosa que diríamos, resulta muy difícil estar explicándola así telefónicamente porque la gente confunde, en qué consisten los derechos humanos, en qué consiste la violación y cuál es la responsabilidad de un funcionario tanto sea policial, judicial como penitenciario. ¿Se entiende? Y esas son cosas para explicarlas personalmente, y que en el caso mío están sustentadas por la doctrina abolicionista que viene de la Universidad de Ámsterdam”.
Boda
“Mi casamiento depende también del trámite de divorcio, que lo tengo que plantear con mi mujer y es una cosa que, en el caso que fuera errático, tengo un Plan B: el haber cumplido una condena superior a los veinte años es prácticamente casi automático el hecho de que se cumpla el divorcio, partir de las nuevas disposiciones no hay ningún inconveniente”.
¿Despedida de soltero?
“Mis amigos de Pico, que son más locos que yo, quieren que arme una despedida de soltero. Pero no habrá nada de eso. A mi edad ya no es serio, cuando me case… me voy a casar en la iglesia donde concurro, que es en la Iglesia Cristiana que lidera el apóstol Robledo. Aclaro, por las dudas, que no es el asesino Carlos Robledo Puch. Voy a hacer también el casamiento civil y conjuntamente el católico, en la misma iglesia. A mi novia no me la presentó ningún amigo. Era mi clienta. La habían estafado y como me recibí de abogado, la defendí y bueno, de clienta pasó a ser mi pareja. Tiene 46 años. Casi 40 años menos que yo. Qué se le va a hacer”.
“Cómo hay que vivir la vida”
“El gran error de las personas es ese... hay algo muy importante en la vida, que es aprender a vivir. Y muy pocas personas son lo que se han dedicado a estudiar, cómo es que el hombre debe vivir y cuál es su camino. Entonces eso es lo que yo hice. Soy contador, abogado, diplomático y recibido con honores. Fui condecorado por Perón y su diplomático más joven. Al Derecho Civil lo manejo muy bien. A la matrícula de contador la tengo desde hace 54 años. Y además he hecho el doctorado en Ciencias Económicas de la Universidad Complutense de Madrid con calificaciones extraordinarias, lo único que me resta en España es presentar la Tesis, que la haré el año que viene, a los ochenta y tres, ochenta y cuatro años, luego de cincuenta años de no poder volver a España. Pero vuelvo a lo que decía antes, a la vida... También el dolor del aislamiento, en tantos años de padecimiento, cuando uno usa su inteligencia, encuentra el verdadero sentido de la vida y se transforma en un filósofo, le guste o no le guste, porque dentro de poco tiempo cumplo los ochenta y tres años. ¡Qué me cuentan!”.
Los 10 mandamientos
“Muchos me lo preguntan. No hay un secreto para mi longevidad. Yo no tengo ninguno. Es una cosa fácil de explicar, pero muy difícil de llevar a la práctica. Es como te dice un cristiano... Un buen cristiano tiene solamente los 10 Mandamientos. No hace falta cumplir con todo lo que dice La Biblia. Basta con los 10 Mandamientos. Si usted los conoce y los quiere aplicar, son muy difíciles de vivir cristianamente. Pero cuando usted lo hace con devoción, con sentimiento y con fe, entonces usted logra estos resultados. Todos los hombres en la vida tenemos de qué arrepentirnos, diariamente tenemos que estar pidiéndole perdón al Señor”.
El engaño a Epifanía
“Nunca le relojeé la mujer a un prójimo. En ese sentido he sentido siempre un gran respeto. Uno de los mandamientos dice “No codiciar la mujer de tu prójimo”. Y tampoco me gustó llevar la práctica de la doble vida porque el sentido de la supervivencia me ha enseñado que es fácil entrar en el adulterio, pero después es muy difícil salir, y las consecuencias son muy graves. Lo aprendí desde muy joven, y lo puse en práctica permanentemente en mi vida. ¡Yo tuve todas las escapadas que puede tener un hombre! Debo confesarlo, por más que le duela a alguien”.
“Tuve mil mujeres"
“Tuve varias vidas en una. He viajado por el mundo, fui joven y bueno. He estado con más de mil mujeres. Fui correo diplomático de Perón y viajé por el mundo. Las únicas que me falta conocer son las japonesas. Pero ya no, con el tiempo aprendí que son todas iguales... Cuando yo era chico decían que tenían su sexo horizontal, como los ojitos, pero después comprendí que no es así. Tuve la oportunidad de ir a Japón, pero era misión oficial y era muy poco el tiempo que tenía de permanecer, entonces no pude comprobar si era verdad o mito, pero era verso seguro”.
“La gente me viene a saludar”
“Me gusta vivir en Pico, acá hay de todo, ¿me explico? Es muy tranquila la vida y además soy demasiado conocido. Fíjese que estaba con mi novia esta mañana haciendo unas diligencias, anduvimos por Tribunales, y esperándola afuera mientras ella estaba en un negocio se me acercó una señora y me preguntó: ‘¿Usted es fulano de tal?’. Le dije que sí, por supuesto, no tengo nada que esconder. Me dijo: ’Lo conocí por la radio, por la televisión, por los diarios, y ahora le diré a mi hija que era usted, que he tenido oportunidad de conocerlo’. Y le dije: ’Bueno, señora, ¿y ahora qué pasa? ¿Vio que no es como dice la prensa amarilla, que soy completamente distinto?’. Ella vino a hablarme, yo no, yo estaba tomando sol tranquilamente, y se fue muy contenta por haberme conocido. Acá me encuentro muy cómodo. La gente me viene a saludar como si fuera un famoso”.
Después de la entrevista, Puccio me llamó y me dijo que yo había sido un “travieso”, porque no le avisé que iba a salir al aire. Pero amplió algunos conceptos que dijo en la radio: “Sí, le fui infiel a Epifanía, creo que por eso no quiso atenderme más el teléfono. Es que Dios me dio el don de ser una máquina sexual, y eso cuesta reprimirlo. La tentación está a cada paso. Lo importante es que se me vienen años importantes, de proyectos y sueños”.
Pero Puccio no pudo cumplir ninguno de sus últimos anhelos.
Cuando enfermó, sus amigos lo abandonaron.
Después de mi entrevista, a la que repartía entre la gente con una firma como autógrafo, los comerciantes no lo querían atender. Un ejemplo: un peluquero le dijo que no atendía asesinos. Su novia Graciela lo dejó por otro.
Quedó solo junto a un pastor, al que le dijo que seguía enamorado de Epifanía.
El oscuro Arquímedes murió a los 84 años, en 2013, en soledad.
Su cadáver estuvo abandonado a su suerte durante una semana.
La Policía llamó a una sobrina para que se ocupara del velatorio y del entierro, pero la mujer solo se mostró interesada en quedarse con las pocas pertenencias de Puccio: unos cincuenta libros, revistas viejas, manuscritos, un teléfono celular y un poco de ropa.
Sus secretos, el único bien personal que no se hereda, se quedaron con él.
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