En las últimas horas de este lunes se produjo un hallazgo narco que quedó envuelto en misterio. Un grupo de pescadores encontró flotando, a unos 247 kilómetros mar adentro de Bahía Camarones en Puerto Madryn, más de 10 kilos de cocaína de máxima pureza. Las preguntas que disparó el descubrimiento inquietan a los investigadores.
Según informaron fuentes del caso a Infobae, todo comenzó cuando un grupo de marineros del buque pesquero “CONARPESA I” izaron las artes de pesca. En ese momento observaron que en la red entre medio de los peces y la basura habían quedado enganchados ocho paquetes rígidos, precintados.
Los pescadores subieron los bloques a la embarcación y los analizaron. Uno de ellos tomó un cuchillo y lo clavó para saber qué era lo que había en su interior. Allí se reveló el misterio. Tenían en sus manos más de 10 kilos de cocaína que no eran de su propiedad.
Pocos minutos después, sonó la radio de los efectivos de la Prefectura Comodoro Rivadavia de la Estación Costera. La comunicación fue clara. Dentro de la embarcación había un gran lote de cocaína y había sido encontrada por casualidad.
Enseguida los agentes dieron aviso al Juzgado Federal Nº 2 de Rawson, donde se ordenó que el buque se dirigiera de inmediato hacia Puerto Madryn.
Así, ayer a la noche el buque pesquero amarró en el muelle Comandante Luis Piedrabuena, donde el personal de la Prefectura Puerto Madryn y la Delegación Inteligencia Criminal e Investigaciones realizaron las pruebas de “narco test”. En el análisis se determinó lo que los pescadores habían denunciado. Los paquetes contenían más de 10 kilos de clorhidrato de cocaína.
Luego recorrieron el buque con un can antinarcóticos e inspeccionaron los camarotes de la tripulación sin hallar nada más a bordo. De ese modo, el juzgado ordenó que la droga permanezca en un depósito judicial y están a la espera de la declaración testimonial a los tripulantes del buque.
Mientras tanto, las preguntas que subyacen al hallazgo intranquilizan a los investigadores. ¿Qué hacía flotando en ese lugar esa cantidad de cocaína? ¿Se encontró una nueva ruta narco? ¿Algún otro buque pesquero lo descartó? Las respuestas son amplias pero aún no tienen respuestas.
Un investigador de vasta experiencia en narcotráfico relató a Infobae: “Debido a la distancia donde se encontró, tan lejos de la costa, el destino de esos paquetes era Europa”. Y siguió: “El tráfico de cocaína hacia Europa u otro lugar es variado y se hace a través de diversos modus operandi. Uno de ellos es que embarcan los cargamentos en buques y en alta mar los cambian de embarcación, como un posta. Los tiran al agua y después otro barco los levanta para seguir viaje. Cambian la carga mar adentro para evitar posibles seguimientos satelitales”.
“Otra de las opciones es que hayan tirado el paquete al mar con un GPS localizador y esa parte de la carga se les perdió. Por la cantidad que se encontró estimo que se rompió el paquete donde iban esos ladrillos y estos quedaron flotando”, concluyó.
Si bien no se puede descartar ninguna hipótesis, el negocio del narcótrafico para abastecer al sur tiene una lógica particular. La droga que llega para su mercado interno en general ingresa por Río Negro y baja hasta “el fin del mundo”. Una vez que entró, tiene varias alternativas para llegar a su destino final.
Las investigaciones federales apuntan a que las organizaciones que funcionan en esa parte del territorio nacional se abastecen de la sustancia que los traficantes acumulan como stock, tanto en la Villa 1-11-14 del Bajo Flores como en distintos barrios del sur como Monserrat, San Telmo o Barracas.
De este modo, el sistema de mulas es elemental para que la droga llegue al sur, ya sea en micro o en avión. Las bandas optan por contratar personas, en general en situaciones marginales que necesitan el dinero, para que escondan cocaína entre sus prendas o equipaje porque es muy difícil de detectar salvo que los investigadores sepan de antemano la existencia de la mula.
Un caso emblemático fue el de Juana de Ciudad Evita. El 4 de marzo de 2019 la PSA la palpó en la zona de pre-embarque del Aeoparque Jorge Newbery. Tenía un pasaje al aeropuerto de Río Gallegos, provincia de Santa Cruz, en el vuelo 1850 de Aerolíneas Argentinas: le hicieron bajar los pantalones y le encontraron casi medio kilo de cocaína pegada en su ropa interior. Nerviosa, transpirando, marcó a un hombre vestido con una chomba bordó que estaba en la zona de embarque, el encargado de vigilarla en todo el trayecto. Se habían comunicado por mensaje de texto en los últimos días, Juana y el hombre. “Voy lista”, le escribió antes de salir. Habían llegado a Aeroparque en el mismo auto, un Volkswagen Pointer.
Juana fue procesada por el juez Sebastián Casanello, titular del Juzgado Federal Nº7, pero sin prisión preventiva. Tiempo después, Casanello la exoneraría de la causa con un sobreseimiento firmado el 13 de junio pasado. El magistrado entendió que ella no tenía opción.
Así los traficantes argentinos comenzaron a colonizar mercados en las provincias de sur en los últimos cuatro años. Parte de esas ruta estaban controladas predominantemente por ciudadanos dominicanos que encontraron un territorio casi virgen de competidores pesados y una máquina de multiplicar dinero, con un gramo que puede venderse al doble que en Capital Federal, en combo con la prostitución. Las detenciones comenzaron a repetirse en las terminales y en los barrios de la Patagonia en los últimos años, con bandas pesadas detrás de los kilos. El caso de Cristian Espinoza, ex cantante de Yerba Brava, detenido en abril de 2019 en Aeroparque con casi un kilo distribuido entre su estómago y sus genitales se enmarca, dicen fuentes en Tribunales, en esta lógica.
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