Este martes por la tarde, Darío Rubén Dening, un hombre de contextura musculosa, 52 años de edad, fue encontrado por la Policía de Entre Ríos en la isla Ibicuy. Había cruzado el puente de Zárate-Brazo Largo a pedal, hasta que llegó al otro lado y un control lo frenó por violar la cuarentena obligatoria. Dening no supo explicar bien qué hacía. Intentó coimear a los efectivos, según confirmaron fuentes del caso a Infobae. No tuvo éxito a pesar del dinero que cargaba: más de 780 mil pesos, además de dólares. Los policías chequearon su identidad.
Entonces, el sistema reveló su problema: Dening, de 52 años, co-titular de una empresa del rubro de plásticos, era buscado por la desaparición de su mejor amigo, el abogado Salvador Altamura, desaparecido desde el 13 de julio pasado, con un pedido de captura requerido por el fiscal del caso, Ariel Rivas, de la UFI N° 1 de Quilmes.
Rivas espera su traslado para indagarlo por calificaciones como robo y privación ilegítima de la libertad. En Entre Ríos, por otra parte, Dening deberá responder ante la Justicia por su intento de coima. De vuelta en Quilmes, las pruebas en su contra son muchas. Para empezar, de acuerdo al expediente, Altamura fue visto por última vez en el galpón junto a la casa de Dening.
Creen que había una deuda entre ambos, en dólares y de larga data, que el empresario se negaba a pagar y que Altamura prometió en voz alta no volver a darle dinero. El abogado, cree la Justicia también, operaba como prestamista. En el expediente, el acusado pasó de testigo a sospechoso.
Fuentes con acceso al expediente aseguran a Infobae que hay una sumatoria de indicios en contra de Dening, por ejemplo en contradicciones advertidas en sus declaraciones anteriores. Se lo considera la última persona que tiene contacto físico con Salvador: en la familia de Altamura, se lo conocía como su amigo más antiguo. En función de algunos testimonios que se recogieron en la causa, su versión fue puesta en crisis. Hay filmaciones de cámaras de seguridad y reportes de impactos de antena de celulares que lo complican también, relatos dan la particularidad de que Salvador y Dening resultaron inubicables al mismo tiempo el día de la desaparición.
El iPhone de Altamura fue encontrado por un joven de Quilmes. Según el joven, la carcaza “estaba hecha pedazos” y la tiró a la basura, pero el chip servía, incluso tenía crédito, así que lo usó, una señal que permitió a los investigadores encontrarlo.
El perfil comercial de Altamura, por su parte, no revela nada llamativo, no tiene deudas o cheques sin fondo. En 2013 se registró como empresario en la AFIP, en rubros como la venta de plástico y combustible. Entre 2008 y 2010 integró los directorios de tres empresas que hoy parecen estar inactivas, sin pagos de aportes a empleados o movimientos bancarios recientes.
Por otra parte, el fiscal Rivas pudo acreditar que Dening atravesaba fuertes aprietos económicos. Por lo pronto, a Rivas le falta lo principal: encontrar a Altamura, vivo o muerto.
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