Aprender a tatuar, a reparar celulares o cortar el pelo a cambio de entregar el arma. Esta a es a grandes rasgos la audaz iniciativa de una organización vecinal de La Plata que le ofrece a los ladrones de la zona la oportunidad de dejar el camino de la delincuencia y optar por una salida laboral distinta que les permita rehacer sus vidas. Lo único que deben hacer es desarmarse y colaborar en un comedor comunitario. Se trata de una salida distinta al problema de la inseguridad, que durante los meses de la pandemia del COVID-19 se intensificó con asaltos visiblemente más violentos.
“Acá no llamamos a la Policía”, es parte del mensaje de la ONG La Plata Solidaria, pegados en postes de luz para llamar la atención de los delincuentes y un intento de diferenciarse de otros barrios y localidades bonaerenses azotados por la ola de robos, donde la reacción de los vecinos en muchas ocasiones fue desmedida y violenta, con linchamientos a golpes en zonas como Berazategui o en Isidro Casanova, donde los vecinos colgaron un pasacalle para anunciar “Rastrero. Si venís al barrio a robar olvidate. No llamamos a la Policía. Arreglamos nosotros”.
“La idea surgió de las recorridas por comedores y merenderos que habitualmente hacemos en la periferia de la ciudad donde observamos situaciones de violencia desmedida por parte de los chicos y también una gran inseguridad. Con las escuelas cerradas, con los clubes cerrados, falta contención para ellos y por eso pensamos en esta iniciativa”, dijo a Infobae Pablo Pérez, coordinador de La Plata Solidaria, la organización detrás del innovador plan de desarme y salida laboral para los ladrones de la capital bonaerense.
La propuesta comenzó hace apenas 10 días. Ni siquiera les dio tiempo para divulgarla en sus redes sociales, pero la foto del cartel con la convocatoria se viralizó en poco tiempo y la respuesta fue positiva. “Varios chicos de entre 13 y 19 años se acercaron. Les llamó mucho la atención el tema de los tatuajes. Hicimos un pequeño marketing con un amigo tatuador, otro que es peluquero y otro técnico en reparación de celulares. Les preguntamos y se entusiasmaron mucho en los comedores. Lo que pasa es que muchos chicos hoy por la pandemia están sin hacer nada. En las villas de emergencia, o en algunos casos en las tolderías porque ni siquiera son villas, no hay problemas de conectividad... directamente no hay conexión. Eso es una farsa. Por eso hay que hacer algo”, continuó Pablo.
La Plata Solidaria es una ONG que nació hace pocos años y que lideró campañas para colaborar con los más necesitados en la esa ciudad bonaerense. Sin embargo, la repercusión de esta última iniciativa no la habían tenido nunca tras una viralización en redes sociales. Tanto fue así que, por ejemplo, el gobierno de la localidad mendocina de Godoy Cruz se comunicó con ellos para que les transmitieran los pormenores del proyecto y así ponerlo en práctica.
Según aclara el coordinador, la organización no tiene ninguna bandera política y no acepta ayuda en dinero en efectivo bajo ninguna circunstancia. Esto le permite manejarse libremente y brindar la ayuda necesaria. “No es que no creamos en la política como instrumento para cambiar la realidad de los chicos y de las personas más necesitadas, pero preferimos no aceptar ninguna ayuda en dinero para evitar inconvenientes posteriores”, dijo Pérez.
Para Pablo, lo que se vive en este momento es una tragedia que el coronavirus agravó aún más. Les generó en la organización una gran preocupación ya que no se ve una solución para cuando la pandemia deje de ser un problema. Es consciente de las reacciones violentas de los vecinos ante la ola de inseguridad pero desde su lugar tratan de que la respuesta sea distinta.
“Todas las reacciones ante la violencia son malas y no somos condenatorios si alguien reacciona. Pero creemos que hay que plantar un mojón y ver cómo salimos. Cómo vemos una luz al final del túnel. Porque más allá del plan de desarme, en el que ya colaboramos en su momento con el ex RENAR, el problema es mucho más profundo. No sé si nos va ir bien o mal pero hay que discutir en el marco de la pandemia porque vemos desesperación en la gente porque los niveles de violencia son más agudos”.
“Hoy estamos en un punto en que se roban entre los propios vecinos. Se roban comida, un par de zapatillas. Así no hay futuro”, agregó Pablo, quien además es parte de Víctimas por la Paz, una ONG conformada por personas que fueron víctimas de la violencia y también colaboran con otras tareas solidarias y de apoyo.
“Yo por ejemplo, perdí a mi padre luego de lo que asesinaran en un hecho de inseguridad”, contó.
En ese sentido señaló que los alarma observar que hay niños de entre 8 y 9 años que se dedican a la delincuencia y que la gente “aún no toma dimensión de la tragedia que esto representa”.
Además de los cursos de capacitación, que ofrecen con todos los protocolos sanitarios exigidos por las autoridades, aquella persona que decida dejar su arma recibirá su valor en dinero y deberá colaborar en un merendero o un comedor. Incluso, si lo necesita, podrá llevarse algo de comida para su familia. Colaboran todos los encargados de los comedores de la red con la que trabajan desde hace años y agradecen la inesperada repercusión.
“Te damos una oportunidad. Aprovechala. Si seguís así terminás lastimando a alguien, muerto o preso”, reza parte de la convocatoria.
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