En la Argentina hay un nuevo y demandante mercado negro que la Justicia no termina de dilucidar. Para que este negocio funcione solo hay que conseguir los materiales, que pide excavando en la tierra, cortando candados o a punta de pistola. El robo de cables de fibra óptica, decodificadores de cable, módems, baterías de gel, cajas derivadoras de señales telefónicas y equipos de diversa índole en una de las últimas modas de los delincuentes de la provincia de Buenos Aires.
A dónde va, su destino, es algo que todavía se investiga.
El último jueves, por ejemplo, efectivos de la Departamental de Berazategui de la Policpia Bonaerense detuvieron a un hombre, al que le incautaron cables, cajas de conexión y derivadoras de señal y adaptadores de corriente que habían sido sustraídos de manera ilegal de la empresa de telefonía Claro.
La Justicia investiga si, efectivamente, este caso pertenece a una inmensa red de telefonía y servicio de internet ilegal que se distribuye en diferentes puntos del Gran Buenos Aires y en el Interior del país y que puede representar un negocio muy fructífero, ya que las empresas pueden pasar meses sin advertir las conexiones ilegales de miles de ciudadanos con sus propios equipos.
El jueves por la noche, personal del GTO de la estación policial de Berazategui y de la Comisaría 5ª de la misma localidad detuvo a Pablo Horacio Leiva, de 42 años, en un domicilio ubicado en la calle 125. El fiscal Carlos Riera, de la UFI Nº 5 de Berazategui, había ordenado el allanamiento de ese domicilio.
Durante el procedimiento, la Bonaerense encontró una gran cantidad de cables de fibra óptica de conexión, cajas de utilización de telefonía celular, cajas derivadoras de señales y un adaptador de corriente. Todos esos productos pertenecían a la empresa de telefonía Claro. Además, se halló una importante suma de dinero en efectivo.
Lo más paradójico del caso es que Leiva, ex empleado de la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia entre 2012 y 2016, ya había sido aprehendido el 7 de mayo de este año, apenas tres meses atrás, por una causa similar.
En aquella ocasión, también personal policial de Berazategui lo detuvo justo al momento en que el que robaba material en una cabina electrónica ubicada en la calle 7 y 125 de la misma ciudad. Durante ese operativo, la policía detectó que el delincuente había sustraído plaquetas eléctricas. También poseía en la mochila un destornillador y una sierra.
Hay casos más obscenos. El sábado 8 de agosto en Mar del Plata, se detectó que al menos 100 personas se habían organizado para robar cables de fibra óptica a lo largo de 12 cuadras entre los barrios SOIP y Las Catreras, a plena luz del día y a la vista de todos los vecinos.
A raíz de una denuncia de una de las empresas de telefonía, la Policía Federal realizó bajo las ordenes del fiscal federal Daniel Adler y el juez Santiago Inchausti siete allanamiento en las que se secuestraron cables de telefonía fija por un monto valuado en 300 mil pesos. Además, se incautaron unos $150 mil en efectivo, computadoras, teléfonos celulares, documentación de compra-venta de metales y hasta armas de fuego sin registrar. Al contrario de otras causas, se trató de un delito federal porque los cables, precisamente, pertenecían a una compañía de telefonía.
Fuentes de la causa afirman que los cables terminaron en otro mercado más deslucido que las comunicaciones clandestinas: eran incendiados para quitarles el plástico y llevarlos a la venta de cobre al peso, chatarra, un fenómeno que en Capital Federal replica con fuerza y que se llevó bancos de Metrobus, placas de estatuas o el pasamanos de la escalinata de iglesia de San Nicola di Bari en la avenida Santa Fe. Un empresario, el dueño de la empresa de compra-venta, terminó detenido, con otros 18 indagados en total.
Las empresas lo sienten. Fuentes de una de las compañías de telefonía aseguraron a Infobae que el robo de equipamiento y cables es una práctica que creció de manera clara a lo largo del último año y que resulta un problema que incluso trasciende las fronteras.
Según la compañía, en el lapso del último año registraron 3.890 episodios de cables robados y en el mismo período se sustrajeron más de 440 mil metros de cable, tanto de cobre como de fibra óptica. Además, en lo que se lleva de 2020 la compañía de telecomunicación registró una pérdida valuada en millones de pesos.
“En ese lapso de tiempo reaparecieron bandas organizadas que cometen este delito a gran escala, provocando más daños en la infraestructura y dejando incomunicados a mayor cantidad de clientes. En numerosas ocasiones, perpetran los delitos cerca de las cámaras, donde hay mayor concentración de cables de cobre, y por lo tanto mayores perjuicios a los clientes, sociedad (hospitales, bancos, fuerzas de seguridad) y a la misma compañía”, afirmaron voceros de la empresa.
Y completaron: “La fibra óptica también es frecuentemente vandalizada, ya que en algunos casos los delincuentes la cortan pensando que se trata de tendidos de cobre. Si bien estos episodios no terminan siempre en robos, el daño y la incomunicación de los clientes ya fueron producidos, requiriendo tiempo para el restablecimiento de las comunicaciones y costos de reparación y empalme”.
La modalidad, por otra parte, no es nueva. En 2018, se conoció el modus operandi de una banda que robaba equipos y cables de empresas de telefonía e internet y montaba una compañía falsa paralela que era ofrecida a los clientes a través de las redes. La organización, integrada en su mayoría por empleados de firmas tercerizadas que trabajaban para las grandes compañías.
La empresa, conformada por 9 personas, ofrecía el servicio de TV por cable y de Internet a través de las redes sociales. En su momento, cobraba un único pago de $1.500 pesos por el servicio de cable en el decodificador y un total de $4.000, en caso de que el cliente quisiera sumar el servicio de internet y el pack fútbol.
Ese único pago a esta empresa trucha le permitía al usuario disponer del servicio presuntamente por dos años. Si la compañía del servicio descubría la estafa y bloqueaba el decodificador y el módem, el “cliente” solo debía comunicarse al celular de los delincuentes para que éstos reemplazaran los módems por otros nuevos.
Para dar de alta el servicio, tras el tendido de cables y la instalación, los vendedores truchos llamaban al call center oficial, se hacían pasar por usuarios nuevos, utilizaban los datos de tarjetas de crédito “clonadas” o robadas y así ingresaban los datos de ese usuario y habilitaban la conexión.
Precisamente, el caso se inició a raíz de los cientos de llamados que recibieron las compañías telefónicas en un período de meses, en las que diferentes personas reclamaban que se les había debitado el pago del servicio de cable cuando ellas no estaban abonadas al servicio.
Asimismo, los vendedores truchos les advertían a los clientes que ante cualquier problema con el servicio, no llamaran al servicio técnico oficial de las grandes empresas, sino que se comunicaran con ellos de manera privada. Les prometían que les cambiarían los decodificadores en un corto plazo.
Durante esos diez allanamientos, los uniformados, a cargo de numerarios de la Superintendencia de Seguridad AMBA Oeste, incautaron 223 decodificadores, 16 módems, 30 controles remoto, dos routeres, 4 rollos cables coaxiales, 54 cables RCA, cables HDMI, 15 transformadores, herramientas de todo tipo, varios celulares y otros elementos relacionados a internet, TV por cable y telefonía.
De tal manera, una de las empresas afectadas anunció en su momento que esas maniobras delictivas le supusieron un perjuicio económico de al menos 6 millones de pesos.
No solo se trata de cables: los nodos de empresas como Cisco son también un objeto deseado.
Las baterías, el otro blanco
El mercado se divide en dos. “Son dos cosas diferentes. Por un lado, está el robo de equipos de telecomunicaciones y por otro lado el robo de baterías de gel. Ahora, también está de moda las baterías. Sirven para equipos de auto y todo otro equipo que necesite la alimentación de una batería de gel. Duran mucho”, asegura un histórico investigador. Para robar una batería, solo hay que ir a buscarla.
La semana pasada, los efectivos de la Comisaría 5° de Berazategui realizaron cuatro allanamientos en diferentes domicilios a pedido de la UFI N°1 de la zona con el fiscal Daniel Ichazo, donde atraparon a un grupo de ladrones que las hurtaban en las antenas de una compañía de telefonía ubicadas en la autopista Buenos Aires-La Plata.
Durante los cuatro procedimientos, se secuestraron 11 baterías negras cuadradas, una bolsa con la inscripción “Deltaplus” que contenía en su interior un arnés de seguridad, con ganchos y mosqueteros de seguridad, dos lingas de acero, un juego con siete llaves, una batería gris y una pinza limpiadora con mango verde.
El operativo respondió a una denuncia de la propia empresa, que había advertido la desaparición de numerosas baterías de gel de 12 voltios 100/190 amperes de diferentes marcas. A raíz del hecho fueron detenidos Alejandro Sebastian Carrizo, de 32 años, y Abigail Ayelén Romano, de 24.
Una fuente cercana a la operación asegura: “Esta gente publicaba sus avisos por internet. La gente le encargaba los equipos y ellos se iban hasta la autopista para robar las baterías de las antenas”.
“Las baterías se utilizan para equipos de música de autos, por ejemplo, ya que debido a su tipo de alimentación duran muchísimo”, completó.
Desde una de las empresas se afirma: “Existe un mercado ilegal de comercialización de baterías. Para concretar este delito, en todos los casos se producen destrozos sobre las instalaciones físicas y equipos electrónicos del sistema operativo de las radiobases, lo cual afecta en forma directa a la prestación del servicio y a los ciudadanos que lo utilizan”.
Un experimentado fiscal se asombra ante el fenómeno: “Hay mucha reventa, pero la lógica no se entiende”.
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