Esta semana, Cinthia Novillo, oriunda del Barrio Marítimo de Berazategui, acusada de ser la viuda negra más prolífica de la historia porteña reciente, fue procesada por la jueza Patricia Guichandut, titular del Juzgado N° 62, junto a tres cómplices por cinco nuevos hechos, todos con la misma modalidad: seducir, drogar y desvalijar a hombres de negocios, empresarios.
Seguirá presa, tras ser detenida a fines de julio en Quilmes cuando intentó huir de la Policía Bonaerense mientras los uniformados allanaban una fiesta electrónica clandestina a la que Cinthia había asistido, marcada por detectives de fuerzas federales. Insólitamente, fue a bailar a una fiesta prohibida con un pedido de captura sobre su cabeza, luego de que el 25 de mayo pasado un gastronómico la denunciara por ponerle una droga en la copa de vino espumante en su departamento de Recoleta para llevarse un botín de 70 mil dólares entre efectivo, relojes de alta gama de marcas como Rolex o Hublot, su iPhone y el auto Toyota que un amigo le había prestado.
Cinthia, si es que es culpable, robó en medio de una pena de ejecución en suspenso. Fue condenada a unos escasos tres años el 8 de febrero de 2019 por el Tribunal Oral en lo Criminal N° 3 tras pasar ocho meses encerrada en un penal federal por siete hechos de robo en todas sus variantes: simples, en poblado y en banda, a mano armada, con víctimas como el futbolista Walter Busse, cometidos entre 2009 y 2012. La pena fue acordada entre las partes. Los golpes podrían haber sido letales si “Mica” y su banda medían incorrectamente la dosis de psicofármacos que les daban a sus víctimas para dejarlas inconscientes. Los botines eran todos de alto nivel: relojes de alta gama, trajes Ferragamo, Prada o Armani, efectivo, laptops Apple, hasta el perro sharpei de Busse, que nunca apareció.
Las nuevas pruebas contra “Mica” no solo repiten la historia: muestran nuevos métodos, nuevas “discípulas” en sus ataques, cómplices para engañar a víctimas, golpes que llegaron hasta Nordelta además de otras ambiciones.
Cada historia tiene una frase. “Voy a comprar hielo y vuelvo con una amiga que vive cerca”, aseguró en el primer hecho que le imputan, cometido meses después de su salida de una cárcel federal.
Sucedió el jueves 3 de mayo de 2018. En esta oportunidad, según la imputación en su contra, las dos supuestas ladronas se conocían bien entre ellas: eran las hermanas Cynthia y Macarena Novillo.
La víctima fue un empresario de 32 años que vive en un lujoso departamento de una torre ubicada en la calle Camila O’Gorman al 300 en Puerto Madero. Según relató en sede judicial, conoció a Cynthia, con nombre ficticio, a través de Instagram tres meses antes del robo: “Ella me agregó a mí, la empecé a seguir porque vi que seguía a la cuenta de la empresa en la cual trabajo, eso me dio confianza y comenzamos a charlar”, declaró.
El día anterior al robo, Cynthia, la mayor de las Novillo, le envió un mensaje donde decía que estaba cerca de su casa. El hombre le comentó que estaba con su hija y le pidió que pasara más tarde.
“Finalmente llegó cerca de la medianoche. Cuando bajé a abrirle noté que en la misma vereda de mi edificio había estacionado un auto Fluence negro. Ese día llovía bastante. Me acerqué pensando que ella estaba en el auto. Pese a que el auto tenía vidrios polarizados pude ver que adentro había tres personas todas con celulares en la mano. Justo en ese momento me gritó esta chica que estaba a unos metros. No le di mayor importancia a lo del auto e ingresamos”, relató el empresario ante la Justicia. Cinthia, según su víctima, tomó una precaución: dejó la puerta de entrada entreabierta.
Luego de estar tomando algo dentro del departamento por casi una hora, la mujer le pidió hielo y como el dueño de casa no tenía se ofreció a ir a comprar. Rechazó que la acompañe: “Dejá, tengo una amiga que vive por acá cerca, me acompaña ella y después venimos las dos”.
Cuando la mujer se fue, el hombre comenzó a sentirse mareado, débil. Se recostó semi inconsciente en el sillón, según logró recordar. Pasados unos 15 minutos la viuda negra volvió con su “amiga”: “Era joven, rubia y teñida. Yo ya estaba en el sillón y no recuerdo más nada”.
Le robaron una valija color negro marca “Primicia” que en su interior contenía: $3.000.000, 164 mil dólares y 9 mil euros. También se llevaron tres relojes marca Armani, Gucci y Cartier. Justificó todo ese dinero diciendo que había viajado a Europa recientemente y se le había presentado la posibilidad de comprar insumos y maquinarias para su empresa.
Según se desprende de la investigación que realizó Prefectura, el auto negro que logró ver la víctima con gente adentro formaba parte de la banda, era un auto de apoyo ante cualquier eventualidad. Las cámaras de seguridad tomaron a Novillo y a su hermana mientras abordaban el Fluence, valija en mano.
“Vayamos los tres a la habitación”
Otro de los hechos reconstruidos por la Justicia es, quizás, el más peculiar. No solo porque en este caso fueron dos las víctimas drogadas y robadas sino porque uno de ellos es un empresario de 31 años de origen indio.
Se trata de uno de los últimos hechos que registra la banda de viudas negras. El 7 de marzo de este año, el empresario conoció en el boliche INK de Palermo a dos chicas que se hicieron llamar “Martina” y “Camila”. Eran, se presume, Cynthia Novillo, la única que aparece en todos los robos, y su amiga Pamela Sosa. Esa noche, en el boliche, charlaron, rieron y tomaron alcohol. Nada raro sucedió y antes de despedirse se pasaron los teléfonos. El robo llegaría exactamente una semana después.
El sábado 14 de marzo, la víctima se mensajeó todo el día con quien para él era “Martina”. Acordaron que esa noche las dos mujeres irían a su departamento de la calle Anchorena para tomar algo. Para completar la velada el millonario empresario invitó a un amigo.
Las dos mujeres llegaron a bordo de un remise, tal cual les explicaron a las dos víctimas. Compartieron tragos en el living y en el balcón. También bailaron hasta cerca de las 4 de la mañana cuando una de las ladronas se ofreció a ir hasta el freezer a buscar el champagne y el helado de limón que el anfitrión había comprado. Fue ese, probablemente, el momento y el lugar en el que introdujeron la droga.
Tras tomar el helado las dos chicas agarraron de la mano al dueño de casa: “Vamos a la habitación”, le dijeron. El amigo del empresario se quedó solo en el living. Al día siguiente, frente a la Justicia, relató los momentos previos a desvanecerse y cuando se despertó: “Luego del helado ellos se fueron a la habitación y yo me quedé solo en el living. A las 8 am me desperté. Yo estaba vestido. Fui a la habitación y estaba R.T. acostado, solo con ropa interior y las chicas ya no estaban. Me volví a dormir y me desperté nuevamente a las 14. Ahí noté que arriba de una mesa estaban las cajas vacías de dos relojes”, aseguró el compañero del empresario.
En este caso el botín de las viudas negras fue de 80 mil dólares, 400 libras esterlinas ($38.000), tres relojes de alta gama, dos cadenas de oro rosa y platino, un anillo de diamantes y tres lingotes de oro de una onza, 10 y 50 gramos. Además, para escapar, utilizaron el Audi A1 de una de las víctimas que se encontraba estacionado en el garaje del edificio, con el control remoto del garage incluido. Estudios posteriores revelaron que sus víctimas tenían sustancias como clonazepam en la sangre.
Novillo es la única de las cuatro que hoy permanece detenida, alojada en la cárcel de Ezeiza. Su hermana Macarena recibió la falta de mérito aunque en el procesamiento la jueza solicitó que se vuelva a investigar su participación. Tanto Karen Nieva como Pamela Sosa fueron liberadas bajo caución y esperarán el juicio en sus casas, ya que la Justicia consideró que no existía peligro de fuga ni de entorpecimiento.
Sin embargo, el abogado que representa a una de las víctimas, Andrés Rabinovich, ya presentó una apelación para que se revierta esa decisión: “Esto es una banda mucho más grande como quedó demostrado en las pruebas. El hecho de que queden libres hace que puedan comunicarse con sus cómplices, lo que claramente puede entorpecer la causa. Además está claro que efectivo les sobra, porque jamás apareció nada de lo que robaron”.
De las cuatro acusadas, todas dijeron en la Justicia que estaban desempleadas o que eran amas de casa, menos una. Cinthia Novillo declaró, bajo juramento, que tiene un emprendimiento de venta de indumentaria femenina. El nombre llamó la atención de todos los investigadores. Parece un chiste de mal gusto o más bien una provocación: Se llama “The Viuda Negra”.
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