Hace casi un año, a las dos de la mañana del 11 de agosto de 2019, Cintia A.R., una joven de 20 años oriunda de Quilmes, se despertó sobresaltada por su teléfono, que no paraba de sonar. En plena madrugada del domingo de las PASO, la persona que llamaba insistentemente al celular de Cintia era Noelia L., la mujer de Eduardo Balquinta, a quien ella identifica como un miembro de la congregación de Testigos de Jehová de esa localidad bonaerense, de la que tanto ella como su familia participaban activamente.
Esa madrugada, Noelia llamaba y llamaba a través de Facebook y le pedía por mensaje su número de teléfono. “Quería hablar con alguien, pensé que estabas despierta. Hace tanto tiempo que no hablamos, quería saber cómo estabas”, se justificó Noelia cuando Cintia finalmente respondió y, de inmediato, en ese horario insólito y con la excusa de “ponerse al día” con ella, propuso un encuentro.
“Como hace tanto tiempo que no hablamos, no sé qué podés llegar a pensar, ¿te gustaría que hablemos y vengas a casa? Me gustaría que vengas, así estamos más tranquilas”, repetía Noelia empecinada, y le indicaba incluso qué línea de colectivo podía tomar, en plena madrugada de un domingo electoral, para llegar hasta Avenida La Plata y Gutiérrez.
En esa esquina, a media cuadra del reconocido boliche quilmeño El Bosque, donde ella decía que la iría a buscar, hay solamente un gran descampado frente a una estación de servicio y un hotel alojamiento. “Es más, te pagaría un Uber para que vengas ahora mismo”, le insistía con emojis sonrientes.
La charla siguió por WhatsApp. Para Cintia no era siquiera una opción salir de su casa a esa hora para encontrarse con ella, pero Noelia repetía que tenían que verse y conversar, la invitaba a que fuera a su casa cerca de las 8 de la mañana, antes de ir a votar, y le enviaba mensajes cada vez más extraños: que llevara “ropa liviana” para hacer gimnasia con ella, que le enviara fotos, que no le contara a nadie que iba. Cintia advirtió que los mensajes no los escribía Noelia. La historia resultó ser otra.
Por eso a la mañana del domingo, cuando consiguió su número real, le escribió y le envió las capturas. “Esa no soy yo, Cin”, le respondió Noelia, según consta en la declaración testimonial de la denunciante, a la que accedió Infobae.
El 15 de junio de este año, Cintia presentó una denuncia contra Balquinta, por una tentativa de abuso sexual en la Comisaría de la Mujer y la Familia de Quilmes, que recayó en la UFI N° 8 de Quilmes y por la cual el Juzgado de Garantías N° 2 le otorgó una restricción de acercamiento. El fiscal Alejandro Ruggeri, especializado en delitos sexuales, investiga el caso. Según fuentes judiciales en Quilmes, la víctima se constituyó como particular damnificada.
Hubo un intento de salvar la situación. Al día siguiente, Noelia le escribió de nuevo. Le dijo que estaba “dolida” y le propuso que se juntaran los tres porque Eduardo quería pedirle perdón y dar explicaciones. Se encontraron a media mañana en un local de comidas rápidas del centro de Quilmes y esta vez Balquinta admitió todo.
Le pidió disculpas, le dijo que esa madrugada del domingo estaba borracho junto a un amigo y que “no se dio cuenta de lo que le decía”. Cintia no sólo no aceptó las disculpas, sino que le pidió que se fuera para hablar a solas con Noelia, a quien le aconsejó que lo dejara. Noelia le respondió que no iba a hacerlo.
En junio de este año, después de pensarlo mucho, Cintia decidió romper definitivamente con la congregación a la que perteneció ella y aún pertenece su familia y decidió hacer una denuncia policial por el acoso y una denuncia pública a través de sus redes sociales. Publicó las capturas que ilustran esta nota, contó lo que había pasado.
Asesorada por su abogado, Paolo Zaniratto, Cintia pidió medidas de protección y finalmente el Juzgado de Garantías N° 2 dispuso una prohibición de contacto y restricción de acercamiento contra Balquinta dentro de un radio de 300 metros de la víctima o su grupo familiar.
Por lo visto, el problema fue resuelto puertas adentro, al menos para el acusado. En su denuncia, Cintia refirió que Balquinta y su mujer se reunieron con “los ancianos”, una de las mayores jerarquías del culto, en un templo de la religión, en donde Balquinta negó todo. En otro chat, se le pidió “discreción” a la joven, “porque los ancianos ya atendieron el asunto” y “no se debe correr más el tema”. El abogado Zaniratto ubica a Balquinta como un miembro jerárquico del culto en Quilmes Oeste. Sus álbumes de redes sociales lo muestran en un encuentro de los Testigos de Jehová en el Estadio Único de La Plata en 2012.
Infobae se contactó con la Asociación de los Testigos de Jehová de Argentina para conocer la respuesta oficial dentro de la organización ante la denuncia contra Balquinta, pero no hubo respuesta al momento de publicación de esta nota. Tras la salida del artículo, sin embargo, la Asociación se contactó con este medio: manifestaron “sorpresa” por el caso e indicaron que Balquinta “no tiene ningún cargo o responsabilidad alguna dentro de la congregación”.
Voceros de la asociación en el ámbito de la Ciudad y el Gran Buenos Aires aseguraron además que desde que la organización religiosa “no se protege a nadie que sea declarado culpable de irregularidades graves por las consecuencias de sus acciones”, que “el comportamiento criminal se condena en la Biblia”, y que por esto sostienen una “firme postura contra el acoso sexual y contra la aborrecible practica del abuso de menores”.
“Cualquier insinuación de que los Testigos de Jehová cubrimos a los abusadores de niños es completamente falsa. Estamos comprometidos a hacer todo lo que podamos para evitar el abuso de menores y proveer consuelo espiritual a cualquiera que haya sufrido este terrible pecado y crimen”, señalaron también desde la organización, sin mención expresa al relato de esta denunciante en particular. “No podemos juzgar sobre un caso del que no tenemos toda la información”, señalaron.
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