No actuaban solas, ni eran improvisadas. Todo estaba planificado, a veces, hasta con tres meses de anticipación. Las viudas negras “Mica” y “Maru”, que durante dos años sedujeron hombres para luego robarles millones de pesos, autos de alta gama y relojes valuados en miles de dólares en departamentos de Recoleta y Puerto Madero forman parte de una banda con varios integrantes, autos de apoyo y más mujeres que se encargaban de engañar, drogar y luego robar a sus víctimas. Luego de varios meses de investigación, la Justicia logró desentrañar paso a paso cómo actuaban y procesó en total a cuatro mujeres que, además, son familiares.
La jueza Patricia Guichandut, a cargo del Juzgado N° 62, dictó a última hora del lunes el procesamiento y embargo por trescientos mil pesos de Cinthia Novillo, su hermana Macarena, su cuñada Karen Nieva y a una amiga de las tres llamada Pamela Sosa. El nombre que elegían para robar iba cambiando en cada hecho: “Mica, “Camila”, “Martina”, “Maru”. Todos nombres que figuran en el expediente gracias a las declaraciones de sus víctimas y que fueron elegidos cuidadosamente para simular no ser ellas mismas.
Novillo, de 36 años, oriunda del Barrio Marítimo de Berazategui, tiene un largo prontuario que la muestra como la viuda negra más movediza en la historia porteña reciente: fue condenada el 8 de febrero de 2019 por el Tribunal Oral en lo Criminal N°3 tras pasar ocho meses encerrada en un penal federal por siete hechos de robo en todas sus variantes: simples, en poblado y en banda, a mano armada, con víctimas como el futbolista Walter Busse, cometidos entre 2009 y 2012.
La pena por todos estos ataques fue particularmente baja: tres años en suspenso para ella y para su cómplice, “pena acordada por las partes”, dice la condena. Menos de un año después, con una pena en suspenso, Cinthia, o “Mica”, fue acusada otra vez.
En este nuevo procesamiento, Novillo y sus cómplices están acusadas de haber cometido, al menos, cinco robos millonarios entre el 2018 y el 2020. En su mayoría las víctimas fueron empresarios ricos que conocieron y sedujeron por redes sociales o personalmente en dos de los boliches más exclusivos de Palermo. Una vez adentro de sus departamentos lujosos los drogaban pero no se llevaban todo lo que podían. Elegían cuidadosamente los artículos de mayor valor. Lograron robarse relojes, anillos, cheques y hasta lingotes de oro.
“Mica” y “Maru” sedujeron por WhatsApp durante meses a un empresario gastronómico para concretar una cita en el departamento del hombre de 52 años en Recoleta el 25 de mayo pasado. Llegaron hasta allí en el auto del empresario, que había enviado por ellas a su chofer. Bebieron champagne, dijo el empresario a la Policía de la Ciudad la mañana después. Supuestamente era una reunión de negocios, se atajó el hombre. Una de las dos, según su relato, introdujo una dosis de una benzodiazepina casi letal en su copa. El empresario se desvaneció. Se despertó saqueado: “Mica” y “Maru” se habían llevado un total de 70 mil dólares en efectivo, relojes de marcas como Rolex y Hublot, su iPhone 11 y las llaves de un Toyota Corolla que un amigo le había prestado y que las mujeres usaron para su fuga.
El nuevo fallo de la jueza Guichandut detalla la nueva serie de acusaciones. Sus modos de operar son los históricos, aunque con algunas variantes. Hay varias historias, además del ataque sufrido por el gastronómico de Recoleta. Una llama la atención en particular.
“¿Nos llevas a tu casa de Nordelta?”
El sábado 19 de octubre de 2019 por la noche, el restaurante y pub “Moby Dick”, ubicado en Avenida Costanera al 6300 estaba colmado. Ya se habían retirado las familias que habían cenado y quedaban aquellos que disfrutaban de un trago en las mesas o en la barra. Una de esas personas era M.T, 48 años, divorciado, y empleado jerárquico de una empresa dedicada a la construcción.
Cerca de las 3 AM comenzó a charlar con dos mujeres que, según relató en la justicia al día siguiente, se presentaron como “Mica” y Martina”. En realidad eran Cinthia Novillo y su amiga Pamela Sosa. Las invitó a su casa y los tres llegaron exactamente a las 5.55 de esa madrugada al departamento ubicado. Una vez adentro, mientras tomaban una copa, M.T les contó a sus invitadas, quizás para alardear más de lo debido, que tenía una casa en un barrio de Nordelta.
“¿Nos llevas a esa casa? Dale, por fi, la queremos conocer”, insistió una de las mujeres. Primero M.T se negó diciendo que ya era tarde pero ante la insistencia aceptó. Los tres se subieron al BMW modelo 2017 y, ya con el sol de la mañana del domingo 20 en la cabeza, llegaron a la casa del norte del Conurbano. Eran exactamente las 7.40 de la mañana cuando entraron y bebieron unas copas. Es lo último que logró recordar el hombre ante la Justicia.
Según reconstruyó la jueza, las dos mujeres le sacaron la llave de Sucre, condujeron el BMW de la víctima hasta el departamento donde ingresaron y se llevaron 70 mil dólares en efectivo, tres relojes de lujo y 40 mil pesos.
La víctima se despertó a las 12 de ese mismo día, mareado y desorientado. En las primeras horas de la tarde hizo la denuncia en la comisaría de Villa La Ñata. De todo lo que le robaron solo pudo recuperar su auto que apareció en perfecto estado en la calle Urquiza al 100 en Ramos Mejía.
Hoy, Cinthia está detenida: fue capturada insólitamente el mes pasado en una fiesta clandestina en la zona de Quilmes mientras violaba la cuarentena.
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