El 29 de julio pasado hacia el mediodía, María Marta Toledo, una arquitecta cordobesa de 46 años, se subió a una camioneta Chevrolet blanca que era conducida por Rodolfo Fabián Lucini (55), el esposo de una de sus mejores amigas. El hombre había pasado a buscarla por su casa en la ciudad de Neuquén. Aún no se sabe por qué motivo lo hizo, pero lo cierto es que la confianza y los años de relación de amistad previos jamás la hicieron ni siquiera imaginarse que menos de una hora después, según las acusaciones de la Justicia, su amigo la asesinaría de una manera completamente salvaje: a golpes con un matafuegos.
“La autopsia reveló que la señora Toledo recibió múltiples golpes en el cráneo, en la cara y en la nuca. Los más importantes fueron en la frente y en el cuello, con fractura del hueso occipital, lo que le causó la muerte casi instantánea”, contó a Infobae el fiscal jefe de la Unidad de Homicidios, Agustín García.
Hay otro dato significativo que reveló la autopsia: el cuerpo de María Marta no presentaba heridas de defensa. Es decir, la mujer no pudo contrarrestar los ataques de Lucini. Todas las heridas estuvieron en la cabeza. “Lo que indica esto es que la víctima conocía al asesino. La atacó de sorpresa y ella nunca se imaginó que lo iba a hacer, aprovechándose de su confianza”, detalló García.
Luego de que la arquitecta se subió a la camioneta, Lucini recorrió varios kilómetros hasta dirigirse con Toledo, una zona de chacras de la localidad de Centenario. Luego continuó por caminos paralelos hasta el final de la calle 4, donde sobre un costado detuvo la marcha y comenzó a golpear a la amiga de su esposa “con un elemento contundente de punta roma, además de realizarle maniobras de sujeción de tipo ahorcamiento”, según indicó el fiscal. El violento crimen ocurrió a bordo del vehículo. Minutos después, el femicida descartó el cuerpo en un canal de riego muy cerca del río Neuquén. Luego emprendió la vuelta a la ciudad.
Como no respondía ningún llamado, una amiga de María Marta radicó la denuncia por la desaparición. Era extraño que la mujer dejara de comunicarse, lo que llamó la atención. Fue así que comenzaron la investigación y a interrogar a varias de las amistades de la mujer en Neuquén y a parte de su familia en la provincia de Córdoba.
Los investigadores llegaron así al edificio donde vivía la víctima. Entrevistaron tanto a la señora que realiza tareas de limpieza como a uno de los encargados de la seguridad del lugar. La empleada doméstica indicó que la última vez que la vio fue el miércoles al mediodía cuando un hombre la pasó a buscar. Toledo le había dicho que se trataba de “un amigo”. Este fue el primer paso para descubrir el horror, ya que después, gracias a las cámaras de seguridad del edificio, se pudo observar que la mujer había subido a un vehículo.
Pero no fue lo único. Cecilia, una de las hermanas de la víctima, le pidió desde Córdoba a una amiga que se acercara hasta el edificio para ver la filmación. Luego de que la mujer observara el video, le describió en seguida a Cecilia la persona a bordo de la Chevrolet blanca. Para la hermana de María Marta no había dudas: se trataba de Fabián Lucini. Juliana, la esposa del asesino, también confirmaría que el del video era su marido.
Según indicó el fiscal, cuando la mujer llamó a Lucini para preguntarle si efectivamente había pasado a buscarla, el hombre no tuvo más remedio que aceptarlo. Sin embargo, su explicación no fue muy creíble. Según declaró cuando todavía la causa estaba caratulada como “búsqueda de paradero”, había pasado a buscar a María Marta porque ella lo había llamado para acompañarla a hacer un trámite y que la había dejado a las pocas cuadras. Después, la investigación, adelantada por el periódico La Mañana de Neuquén, corroboraría que se trataba de una mentira.
Como hasta ese momento no se sabía nada, la fiscal del caso Eugenia Titanti ordenó la ampliación de la zona de búsqueda. Para esto, se desplegó un cruce de antenas telefónicas en base al registro del celular de la víctima –que nunca fue hallado– y el recorrido que hizo según quedó consignado en su cuenta de Google Maps. Fue así que el viernes pasado, menos de 48 horas después de haber sido vista por última vez, llegaron hasta la zona de las chacras y encontraron el cuerpo dentro del agua.
La caída de la coartada, otra cámara y la pista del cheque
La investigación de Titanti permitió establecer que Lucini mintió en lo que dijo. De acuerdo con lo que explicó, había acompañado a Toledo a abonar una factura de gas hasta un local de pagos. Sin embargo, se pudo establecer que dicho recibo ya había sido cancelado dos días antes. Es decir, el 27 de julio. Algo no olía bien y todos los caminos apuntaban a Lucini, hasta que finalmente llegó el golpe de gracia.
La camioneta Chevrolet blanca, en la que Lucini pasó a buscar a Toledo, fue captada por las cámaras de seguridad de un barrio privado cercano a la zona a la escena del crimen. Dato que también fue confirmado por un vecino que trabaja en una de las chacras. “Una pick up blanca pasó hacia el río y volvió a pasar rapidísimo a los 45 minutos. Además se pudieron establecer contradicciones en su relato. Por eso, el domingo pasado se ordenaron dos allanamientos. Uno en la casa del papá de Lucini, que es el propietario de la camioneta, y otro a la casa del propio sospechoso y se lo detuvo acusado del delito de femicidio”, detalló el fiscal García a Infobae.
“Es prueba técnica, como cámaras de seguridad, registros telefónicos y de geolocalización. Y estos elementos tiran por tierra el intento de explicación que el imputado dio cuando la víctima era buscada. Las imágenes de las cámaras de seguridad son nítidas y permitieron identificar a la camioneta sobre la base de algunas particularidades del rodado, como la patente y stickers, entre otras”, dijo.
Cuando hicieron la prueba de luminol en el vehículo, descubrieron manchas de sangre en el asiento del acompañante y en el matafuegos, que además estaba abollado. “Restan los resultados de ADN para corroborar si se trata de la sangre de la víctima”, explicó el funcionario.
Lucini, además de descartar el cuerpo, se deshizo de casi todos los elementos de su amiga. Lo único que encontraron fue la billetera de Toledo prácticamente vacía aunque con algo que llamó la atención de los investigadores: en uno de sus bolsillos había un cheque firmado por Lucini al portador por un valor de 127 mil pesos. “No es necesario saber el móvil. Fue un crimen muy brutal pero todo está en siendo investigado. Este cheque puede ser una punta que permita avanzar en ese sentido o no, pero esto recién comienza”, explicó el fiscal sobre la extraña pista encontrada en la billetera.
Con todos lo elementos obtenidos, la fiscal Titanti ordenó la prisión preventiva del acusado por un período de ocho meses. El juez de Garantías la concedió por seis con un máximo de cuatro para concluir la investigación.
Según indicaron medios locales, María Marta llegó a Neuquén en 2017 para trabajar en una empresa petrolera pero por la pandemia del COVID-19 se quedó sin trabajo. Era la mas chica de cinco hermanos, cuatro mujeres y un hombre. Según contó Cecilia al diario La Mañana de Neuquén, la arquitecta pasaba mucho tiempo en compañía de sus amigos Fabián y Juliana. “Llamalo, si querés, intuición, pero cuando lo conocí me llamó la atención su mirada. No me gustó. Me costaba sostenerle la mirada, era como de malo”, dijo la hermana de la víctima. Lucini, por su parte, niega la autoría del crimen.
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