El video, viralizado esta mañana en redes sociales, dura tres minutos. El lugar, la plaza recreativa del Barrio 5 de Mayo en Ensenada. El día, el martes minutos último, poco antes de la seis de la tarde. Hasta ahí llega un patrullero y dos motos de la Policía Bonaerense para detener a un hombre acusado de violar la restricción perimetral contra su ex pareja en una causa por violencia de género.
La lógica indicaría que esa cantidad de efectivos sería suficiente para llevar adelante la acción sin siquiera tener que usar postas de goma. Pero las imágenes, insólitas, revelan todo lo contrario: el acusado se resiste y como si fuera una película de maleantes de Netflix y que se viralizaron en redes sociales, no sólo agrede a los policías sino que los pone en fuga. Primero les tira piedras, después golpes de puño y tomas de kickboxing y sobre el final hasta le roba un reloj a uno de los uniformados mientras a su alrededor un grupo de adolescentes va en su auxilio.
Es la decadencia argentina en su máxima expresión.
Toda la secuencia quedó registrada en las cámaras del Municipio de Ensenada y menuda sorpresa se llevaron cuando haciendo un zoom sobre el particular la imagen les devolvió el rostro de Ariel Guzmán, “El Leyo”, ex jefe de la barrabrava de Cambaceres, patovica del gremio de la UOCRA, ex convicto y actual profesor de kickboxing en el polideportivo municipal.
Ahora Leyo, quién en sus días de líder de la tribuna del equipo de Ensenada había forjado un grupo llamado La Incomparable 14, sumó a la denuncia por violencia de género otra por robo, atentado y resistencia a la autoridad y daños, que quedó radicada en la UFI número 2 de La Plata a cargo del doctor Martín Almirón, que tomó contacto con la causa poco después del mediodía de hoy.
“Leyo” es un viejo conocido en el mundo que mezcla barrabravas con sindicalistas como mano de obra para lo que guste mandar. De 44 años, es beneficiario actual del seguro de desempleo, una AUH y su último trabajo registrado data de octubre de 2019. Su historial laboral marca que en éstos 12 años tuvo 13 empleadores en blanco, casi todos en el rubro de construcción, con lo cual o no es muy ducho con los ladrillos o como tantos otros casos de barras vinculados a patotas sindicales los mueven de empresa a empresa para generar cobertura. Se encuentra cubierto por la obra social de la UOCRA, por otra parte.
Con tres hijos, practicó artes marciales y boxeo desde la adolescencia y se hizo famoso en Ensenada nueve años atrás, cuando tras salir de prisión acusado de un crimen, aprovechó que los hermanos Adrián y Fernando Quinteros, históricos pesados de la zona, cayeron presos uno por tentativa de homicidio y robo tras un partido contra Brown de Adrogué y el otro por robo a mano armada, y ganó la tribuna. Los Quinteros tenían mucho peso en la Municipalidad y lideraban La Gloriosa 14, tal el nombre de la barra. Pero Guzmán sabía que sin ellos el camino estaba libre y armó un grupo en su barrio, trajo mucha gente de la Uocra y tomó por asalto la tribuna de Cambaceres, coronándose como el nuevo líder y poniendo de segundos a los hermanos Uriarte y al Chipi Romero.
Y para diferenciarse de sus antecesores, le cambió el nombre a La Incomparable 14 y vivió cuatro años de gloria barrabrava que incluyó el viaje todo pago al Mundial de Brasil para seguir a la Selección en lo que resultó finalmente el subcampeonato de aquel equipo de Sabella.
En el medio se quedaron con el buffet del club y el local que vendía la indumentaria deportiva, hecho que se habría logrado con previas amenazas a la comisión directiva de la institución, que hasta ahí siempre había sido leal a la facción de los hermanos Quinteros. La barra de Cambaceres ya había dado muestra de su relación con la UOCRA mucho tiempo atrás, cuando en los traslados de los restos del General Perón a la Quinta de San Vicente en 2006 se enfrentó a los tiros con la barra de Indpendiente que apoyaba al gremio de Camioneros, lo que quedó inmortalizado en la imagen de Madonna Quiroz, hombre de los Moyano, disparando.
Claro que lo que él creyó que sería eterno fue un reinado de un lustro. Tras salir de la cárcel, los Quintero fueron a recuperar su lugar y se produjeron varias batallas en todo Ensenada hasta que los viejos líderes ganaron la contienda y Leyo perdió el poder del paravalancha, aunque no su influencia en armar grupos de trabajos varios en el sindicato. De hecho, Quinteros y Guzmán tuvieron su enfrentamiento cuerpo a cuerpo en un lugar insólito: fue hace año y medio en el hospital Cestino de Ensenada, donde se cruzaron casualmente y Leyo terminó herido de arma blanca.
Apenas se recuperó, y ya sin peso concreto en la popular del club, volvió a su otro deporte: el kickboxing, donde organizó veladas en Ensenada, combatió y terminó dando clases en el polideportivo municipal.
Varias de esas tomas de arte marcial las puso en práctica ayer por la tarde, cuando puso en fuga a los cinco policías que fueron a detenerlo, recordando sus épocas en la tribuna, donde a fuerza de piedras y golpes de puño forjó un nombre asociado siempre a la violencia en el fútbol.
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