Milagros Soledad Tornari tenía 15 años y murió por una bala calibre .38 en el pecho que jamás pidió, que jamás provocó, en una historia en la que nunca fue parte, en medio del delirio insano de los picantes de barrio que dirimen sus conflictos con la muerte como herramienta. Había salido a caminar con su novio el domingo por la madrugada en su zona, el barrio Pampa, 3 de la mañana de un domingo, un grado bajo cero de temperatura, pero el clima no disuadió a un grupo de calientes del barrio Santa Rita, agraviados porque supuestamente un grupo del barrio Pampa había golpeado a uno de los suyos, un chico de 16 años.
Los del Pampa y los del Santa Rita se trenzaron, un combate de piedras que convirtieron en plomo. Milagros recibió el disparo. Fue llevada de urgencia al Hospital Interzonal General de Agudos, donde murió poco después. A pocas cuadras del hecho, varios chicos intentaban linchar a un joven de 28 años, Leandro Mariano Balasteguin, que fue señalado por testigos de la pelea como el presunto autor del disparo.
Este lunes, Belasteguin, que fue alojado en la Unidad Penal 44 de Batán, tenía turno de traslado a los Tribunales marplatenses para ser indagado por la fiscal Andrea Gómez de la UFI N°4. El cuerpo de Milagros fue sometido a una autopsia: estaba embarazada de cuatro meses. En la noche del lunes, la violencia volvió sobre sí misma. La casa del sospechoso fue incendiada por una turba.
Los femicidios y los homicidios en ocasión de robo motochorro no son la única mancha criminal en la Argentina de la pandemia, con policías y ladrones y vecinos muertos: crímenes como la de Milagros producto de la violencia de riñas se repiten en 2020. Un veterano fiscal del conurbano asegura: “Viene desde hace años la tendencia. Antes era esporádico, ahora se ve cada vez más”. Un colega concluye: “La gente está violenta e intolerante. Sale a matarse por nada”. En La Plata, a fines del mes pasado, Micaela Sofía Martínez también murió por error, cree la Justicia, con otra bala en el pecho en el barrio Don Fabián, zona de Melchor Romero. Ocurrió el 10 de mayo, un hombre de 41 años fue detenido. Según detalló el diario El Día, la muerte de Micaela desató una guerra en la zona: otra chica fue baleada y quedó parapléjica a fines de julio.
La maldad patotera de los rugbiers acusados de asesinaron a patadas en el cráneo a Fernando Báez Sosa se convierte en parte de algo mucho mayor. La ola no comenzó a mediados de enero en Villa Gesell, sino un poco antes.
El 1° de enero, el fiscal Juan Pablo Tahtagian, de la UFI especializada en homicidios de La Matanza, comenzó el año en el barrio San Carlos con una discusión de pesados ebrios que terminó con pistolas desenfundadas y un tiro en el pie.
Aparentemente, el baleado se quejaba de que oía disparos al aire, lo que llevó a un forcejeo y una descarga accidental. La banda del baleado regresó a la tarde para sorprender a sus rivales: le ametrallaron la casa con un arma tipo UZI. La banda llegó en tres autos, dos de ellos marca Audi. La ametralladora, que fue fue un refuerzo de último momento, llegó poco después en un Peugeot 307. El hombre que era su blanco terminó muerto. Hubo cuatro imputados, tres detenidos. Uno de los sospechosos murió después en una balacera narco en Virrey del Pino. Tahtagián, en sus tres últimos turnos, ya lleva contabilizados 16 homicidios en toda su jurisdicción.
El fenómeno también es federal. En Santa Fe, la cuarentena trajo el primer crimen de venganza en la escena trap argentina, con exponentes como Cazzu, Duki, El Doctor y Neo Pistea. En las redes sociales, el cantante Diego Fabio Mujica, conocido en el ambiente como Mujikha, se mostraba desafiante. Uno de los jugadores más fuertes en la escena de Rosario del género de mayor popularidad en la actualidad, posaba con armas y mujeres en redes sociales, le enviaba mensajes a hipotéticos envidiosos y enemigos. Lo mataron a tiros también, fue el 4 de junio en el Barrio Parque, a metros de su nueva casa. Estaba en su auto, un desconocido llegó y le disparó.
La hipótesis de una investigador era la siguiente: “Aparentemente se cruzó por Instagram con uno que salió del penal de Casilda un tiempo antes, una discusión. El pibe en sí estaba limpio. No hacía ninguna, pero al parecer tuvo esta pelea con un pesado”
Esa pelea, un beef, como lo llamarían los traperos, ni siquiera pasó en la calle. Todo ocurrió por Instagram.
La intolerancia y la falta de diálogo son parte del problema. Esta semana en la zona rural del puente Las Mojarras, jurisdicción de Arroyo Algodón, a 20 kilómetros de Villa María, el dueño de un campo fue acusado de matar a tiros de escopeta a unos pescadores que supuestamente se negaban a irse de su propiedad. El supuesto victimario, de 28 años, fue a buscar el arma. Un hombre de 60 años terminó muerto en el suelo.
No hace falta llegar a la morgue, por otra parte. En Villa Elisa, a fines de julio, un hombre con arresto domiciliario por una causa por tenencia ilegal de arma dejó su domicilio para ir a atacar a su propio hermano con un bate de baseball. Terminó esposado y detenido en la Comisaría 6° de la zona, todo con el coronavirus en el aire.
Hay estadísticas que revelan el fenómeno. En su primer informe anual, el Ministerio de Seguridad de Santa Fe a cargo de Marcelo Saín contó 189 homicidios en los seis primeros meses del año para todo su territorio. La cifra, según el informe al que Infobae accedió de manera completa, supera al año anterior en el mismo período por 22 casos, pero es inferior a los años 2014 a 2016, con marcas que superaban las 220 muertes, los años del auge de Los Monos. Entre julio de 2019 y junio de 2020, el número anual marcó un total de 363 casos.
La hipótesis del crimen organizado, por otra parte, no es la preponderante, pero por un mínimo margen. De acuerdo a expedientes relevados, los conflictos interpersonales superan a los hechos vinculados al crimen organizado, 39,7 contra 39,2 por ciento, un 5 por ciento de los asesinatos ocurren en ocasión de robo.
La Procuración bonaerense a cargo de Julio Conte Grand también publicó sus estadísticas para la provincia más poblada del país: los expedientes por abuso de arma en el período del 20 de marzo al 25 de junio último fueron 676, 56 casos más que en el mismo período de 2019, sin cuarentena, 134 homicidios consumados en el período analizado en 2020, apenas 10 menos que en el de 2019, 149 hechos intentados. Hasta fines de este junio, solo 19 homicidios fueron marcados como cometidos en ocasión de robo o para encubrir delitos.
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