Los ataques suelen ser nocturnos, cuando el barrio entra en “modo sueño” y los vecinos desaparecen de las calles, y específicamente contra locales comerciales, cuando ya están cerrados. Pero la sensación de inseguridad es como una onda expansiva que no afecta solo a sus víctimas directas. El temor al robo, sea violento o no, toma a todos los vecinos a partir del boca en boca porque los hechos se incrementaron considerablemente en Recoleta en las últimas semanas de cuarentena.
La sensación de inseguridad en uno de los barrios más elegantes de Buenos Aires se intensificó en las últimas semanas. La mayoría de los robos se dio contra comercios cerrados, donde robaron objetos de valor y dinero. En general, según el relevamiento que hizo Infobae en la zona, no hubo hechos violentos ni con personas armadas. Los delincuentes forzaron las puertas o persianas y entraron a los locales para llevarse lo que encontraron a mano.
El martes de la semana pasada una mujer entró a una verdulería sobre la calle Guido cerca de la medianoche. Lo hizo gracias a la ayuda de sus dos cómplices. Entre los tres levantaron la cortina metálica. La ladrona entró. Pero no sabía que en el sótano del local dormían Mari, su pareja y el pequeño hijo de ambos, quienes escucharon ruidos raros en el local.
Entonces el novio de Mari subió y encontró a la mujer buscando dinero en la caja del negocio. Inmediatamente ella huyó con sus cómplices. “Se llevaron un teléfono, algo de mercadería y plata”, contó Mari a Infobae. Lo cruel fue que hacía apenas un rato ellos habían cerrado el negocio después de ir a la comisaría barrial de la Policía de la Ciudad a denunciar que un hombre se había robado un cajón de ananás.
A unos metros de allí, sobre la misma calle, la dueña de una de las dos joyerías pegadas que hay en la cuadra aseguró que los robos crecieron en Recoleta en las últimas semanas. Esa afirmación se repite en prácticamente todos los locales comerciales donde se pregunte. “A mí no me roban porque hace 20 años pago un custodio en la puerta pero me enteré en los últimos días de varios hechos. Las calles paralelas a Callao están bravas”, comentó la mujer, que prefirió no dar su nombre.
En la esquina de Guido y Montevideo una panadería acepta a dos clientes a la vez en el interior del local. Nada distinto a la mayoría de los comercios en tiempos de pandemia. Sin embargo, Nadia, una de las empleadas asegura que durante los fines de semana traban la puerta y sólo atienden a quienes les ven cara conocida o les genera confianza. “Está muy desolado el barrio los sábados y domingos, hay poca policía”, comentó la trabajadora.
“Desde que empezó la pandemia cierro a las 17 porque se puso jodido. Todo el mundo se queja de la inseguridad”, aseguró la dueña de un bar en Uruguay y Juncal, justo frente al edificio donde vive la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Una de las calles donde más hechos se registraron en los últimos días es Vicente López. “Cada día está peor”, dice Ramón, empleado de un bar devenido en panadería por la pandemia. En el local entraron dos noches seguidas la semana pasada, de madrugada y cuando no había trabajadores. “Entraron por un vidrio y se llevaron tres plasmas y algo de dinero. Fue un domingo”, contó.
Los ladrones rompieron una parte de la vidriera y entraron por allí. Pero eso no fue todo. El martes siguiente volvieron, ya que los dueños del negocio no habían reemplazado el vidrio y taparon el hueco con un cajón de verduras. “Ese martes se llevaron dos microondas, un molino de café, una licuadora y bebidas. Hay un sereno pero no viene por la pandemia. La Policía dice que a los del segundo robo los agarró. Pero no nos entregaron nada”, relató Ramón, quien aseguró que en esa cuadra “se ve poca policía” y hasta las 22: “Después no queda nadie”.
En los locales de al lado de este bar también intentaron entrar de noche pero sin éxito. En una panadería tradicional del barrio intentaron romper la puerta de vidrio de la entrada, trabada con una barreta. En el negocio que vende accesorios de teléfono también de la misma cuadra quisieron levantar la persiana metálica. “Sentimos que estamos un poco regalados, se complicó”, dijo Santiago, empleado de este local.
En la panadería, como no pudieron romper la puerta se llevaron el bronce de la fachada. Ese tipo de robos se repite en muchos edificios de la zona, un robo que es un clásico en tiempos de crisis, ya que el precio de reventa del cobre es alto. De ese intento de robo quedaron grabadas imágenes de las cámaras de seguridad. Pero los investigadores todavía no dieron con ningún sospechoso.
Tanto las fuentes judiciales como policiales consultadas por este medio intentaron minimizar la sensación de los vecinos de Recoleta. Un investigador de las fiscalías de turno aseguró que lo que cuentan los comerciantes del barrio no se vio reflejado en el trabajo del día a día ni en la cantidad de denuncias. Una respuesta similar llegó desde las oficinas de la Policía de la Ciudad: “Sabemos del robo a la verdulería y alguno más, pero descartamos que haya una nueva ola”.
“Hay robos que obedecen en muchos casos a la necesidad. Se dan en locales de alimentos o con objetivos que le permiten un dinero rápido. Se rompen vidrios o se levantan persianas y se toma lo que hay a mano.
Suelen ser personas que roban por necesidad sin ser gente que se dedica a eso. Hay casos de roturas de ventanas de comercios que al sonar la alarma ahuyenta a los atacantes”, comentó una fuente policial porteña, que incluso contó que muchos de los involucrados son menores. No obstante, fuentes de la fuerza de seguridad aseguraron a este medio que se reforzará el patrullaje.
A comienzos de julio se conoció que una jubilada de 79 años fue víctima de un violento robo cuando un grupo de delincuentes quiso arrebatarle la cartera y la arrojó violentamente al piso. La mujer sufrió un fuerte golpe en la cabeza y tuvo que se llevada a un hospital.
Fue sobre la calle Montevideo, en la intersección con la avenida Libertador. En ese punto la mujer caminaba completamente desprevenida y justo antes de doblar por la esquina, uno de los ladrones la abordó y tiró del bolso. Automáticamente la jubilada cayó de espaldas contra la vereda y golpeó su cabeza. El delincuente y un cómplice huyeron a toda velocidad.
El violento asalto quedó registrado por una cámara de seguridad ubicada sobre la calle Montevideo. En la secuencia se puede observar cómo después de desplomarse, la mujer fue asistida por algunos transeúntes hasta que finalmente llegaron los efectivos de la Comisaría Vecinal 2A de la Policía de la Ciudad, quienes se encontraban patrullando la zona y se acercaron después de escuchar los gritos de la jubilada.
El jueves 2 de este mes, personal del Servicio de Controles Preventivos de la Comisaría 3° de la Policía de la Ciudad entró en un departamento ubicado en el tercer piso de un edificio en la zona de Cabrera y Billinghurst, barrio de Recoleta. La víctima era un hombre de 46 años reconocido en el negocio del teatro y televisión, así como el circuito del vino, con 20 años de experiencia como productor, jefe de escenario, asistente de dirección y actor en diversas obras y series. Tres hombres y una mujer le estaban robando. Ni siquiera era de madrugada.
Los policías habían visto la secuencia en pleno patrullaje. La mujer, de 20 años, hacía de campana, su presencia fue lo que los delató. Así, fueron sorprendidos, el robo quedó frustrado. No pudieron llevarse nada. Sin embargo, uno de ellos logró escapar. La víctima declaró que los delincuentes, simplemente, lo atacaron a golpes sin mostrarle arma alguna, según confirmaron fuentes policiales a Infobae.