Las madres del dolor motochorro: “Todos los días matan a un pibe nuevo, no tienen códigos”

Los hijos de Lilia María Campero y Alejandra Rombiola fueron asesinados en asaltos de extrema violencia en el conurbano. Su dolor y su lucha

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Braian Sarmiento (19) y Alejo Nahuel Ipuche (22) fueron asesinados por motochorros. Sus madres luchan en su memoria.
Braian Sarmiento (19) y Alejo Nahuel Ipuche (22) fueron asesinados por motochorros. Sus madres luchan en su memoria.

2 de enero de 2020, a la 1.45 de la madrugada”, apunta Alejandra Rombiola (56) acerca del momento exacto en que dos motochorros fusilaron a su hijo, Alejo Nahuel Ipuche. El hecho sucedió en la localidad bonaerense de San Antonio de Padua, en el cruce de Avenida Rivadavia y Directorio: a una cuadra y media de la Comisaría N° 2 de Merlo.

El joven de 22 años manejaba una moto y frenó en un semáforo, según sus familiares se dirigía a visitar a una chica con la que había comenzado una relación, cuando fue interceptado por dos ladrones armados, que también circulaban a bordo de una motocicleta.

En ese momento, los motochorros obligaron a Alejo a bajar para robarle. “Él no se resistió: entregó todo, levantó las manos y lo ejecutaron igual”, dice su mamá a Infobae. Al parecer, cuando el joven tiró su moto como signo de rendición, algo se rompió y los delincuentes no pudieron hacerla arrancar.

La frustración de no poder concretar el robo devino en los dos tiros con su vida.

A Alejo Ipuche lo mataron a una cuadra y media de la Comisaría N° 2 de Merlo. Murió en el acto. Los delincuentes escaparon sin nada porque no pudieron hacer que arrancara la moto de la víctima.
A Alejo Ipuche lo mataron a una cuadra y media de la Comisaría N° 2 de Merlo. Murió en el acto. Los delincuentes escaparon sin nada porque no pudieron hacer que arrancara la moto de la víctima.

“Me enteré de la muerte de mi hijo a las 7 de la mañana. Me asomé a su habitación y, como vi que su cama estaba hecha, pensé que se había ido a dormir a la casa del padre. Pero después recibí un llamado donde me dieron la noticia”, recuerda Alejandra.

Ese mismo día a la noche, la mamá de Alejo encabezó una marcha a la que se sumaron varios vecinos. Caminaron con velas, desde la Casa de la Cultura de Padua hasta la Comisaria N° 2 para reclamar que se esclarezca el asesinato. Al día siguiente, mientras velaban el cuerpo de Alejo, el Ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, se puso en contacto con Alejandra Rombiola.

“Me llamó muchas veces hasta que, finalmente, lo pude atender. Quería venir al velatorio, pero nosotros estábamos tan confundidos... Ni sabíamos qué estábamos haciendo ahí”, cuenta la mujer que, unos días más tarde, recibió a Berni en su domicilio.

De acuerdo con el relato de Rombiola, el ministro fue en compañía de su secretario, se puso a disposición de la familia y prometió encontrar a los responsables del asesinato de Alejo. “Nadie entiende el dolor de los familiares de las víctimas. Todos los días matan a un joven nuevo. Los motochorros se creen dueños de la vida de todos: no tienen códigos”, dice Alejandra.

En el caso intervino el fiscal Mario Ferrario, titular de la Unidad Funcional de Instrucción N° 3 de Morón: calificó la causa como un homicidio criminis causa.

Alejandra creó una página de Facebook para homenajear y recordar a su hijo. "Justicia por Alejo Ipuche", se llama.
Alejandra creó una página de Facebook para homenajear y recordar a su hijo. "Justicia por Alejo Ipuche", se llama.

Los acusados de matar a Ipuche son Ignacio Nardi Pons (22), quien tiene antecedentes penales por robos cometidos en Lomas de Zamora en 2017 y Gonzalo Aquino (19), quien se dio a la fuga durante seis meses, pero fue encontrado tras un allanamiento en Punta Indio el pasado 17 de junio. A ambos les dictaron prisión preventiva.

“Yo le prometí a mi hijo que no iba a parar hasta que los asesinos queden presos. A mí nada me lo va a devolver a él, pero no voy a permitir que su sangre haya sido derramada en vano”, dice Alejandra.

El domingo negro de Braian Sarmiento

El domingo 25 de agosto de 2019, fecha en que asesinaron a Braian Sarmiento (19), solo en la ciudad tucumana de Alderetes hubo seis homicidios. Ese día, María Lilia “Lily” Campero (37) estuvo hasta las 2 de la mañana en la morgue, esperando que le entregaran el cuerpo de su hijo. Unos días más tarde -dice Lily a Infobae- los diarios locales hablaron de un “domingo negro”.

Braian había ido al cumpleaños de un compañero de colegio. De regreso a su casa, el adolescente se bajó de un colectivo en la intersección de las calles Urquiza y Rivadavia junto a un amigo, que luego se convirtió en el principal testigo del hecho.

Según informaron distintos medios de Tucumán, tras escuchar disparos, el joven regresó hacia donde estaba Braian. A la distancia vio a un sujeto encapuchado arriba de una moto, que le disparó a sangre fría a su amigo. “Del susto salió corriendo. Primero fue a su casa y después me vino a buscar a mí”, cuenta Lily.

Braian Sarmiento tenía 19 años y estudiaba Ingeniería en la Universidad Tecnológica.
Braian Sarmiento tenía 19 años y estudiaba Ingeniería en la Universidad Tecnológica.

“Cuando encontré a mi hijo todavía estaba con vida. Se había arrastrado como media cuadra y quedó escondido en un pasaje donde lo asistieron unos vecinos, que escucharon sus gritos de auxilio”, cuenta la mamá de Braian.

De acuerdo con el relato de Lily, después de pedir ayuda a los Bomberos Voluntarios (“Me dijeron que no había chofer”), a la Policía (“Me dijeron que no tenían móvil”) y al Centro de Atención Primaria de la Salud (“Tampoco me dieron una respuesta”), la mujer decidió cargar a su hijo en el auto y lo llevó al hospital, donde ingresó sin vida. “Murió en el camino. Le habían dado tres disparos para robarle”, dice.

La familia de Braian en una de las tantas marchas para pedir "Justicia".
La familia de Braian en una de las tantas marchas para pedir "Justicia".

Por el hecho tomó intervención la Fiscalía Especializada en Homicidios II, a cargo de la doctora Adriana Giannoni, quien ordenó la detención de Ariel Antonio Miranda (22). “Tenía 16 causas y 3 homicidios. No sé por qué estaba libre”, apunta Lily, que todavía está aprendiendo convivir con la ausencia de su hijo.

“Estoy aprendiendo a sobrellevar el vacío que siente mi corazón, a mirar la puerta y saber que no va a llegar. Estoy aprendiendo a vivir de los recuerdos, a verme bien aunque me duela el alma”, concluye.

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