La empleada doméstica llegó el miércoles a la mañana a la imponente casa del barrio Los Naranjos en Maschwitz, en la zona norte del Conurbano, un chalet de varias habitaciones con cochera, jardín delantero y trasero. Hacía años que trabajaba en el mismo lugar y para la misma persona: Martin Osvaldo Rodríguez, un hombre de 69 años, gerente de una empresa de plásticos que vivía solo. La mujer encontró la reja entreabierta y lo mismo pasó con la puerta principal. No era habitual, teniendo en cuenta la obsesión de su jefe por la seguridad. Además, desde el inicio de la cuarentena, había acordado un estricto protocolo sanitario que como primera medida incluía un trapo con lavandina en el piso para limpiarse los zapatos. Por primera vez, el trapo no estaba.
Con desconfianza ingresó a la casa, recorrió las ambientes y notó el desorden: muebles abiertos, ropa en el suelo y algunos electrodomésticos fuera de lugar. Llegó a la habitación principal y se encontró con Rodríguez muerto, tirado sobre la cama, con golpes y sangre en todo su cuerpo. ¿Lo mataron ladrones? No parece. A casi 72 horas del hallazgo del cuerpo los investigadores no tiene una hipótesis firme pero sospechan que la víctima podía conocer a su asesino.
El primer dato importante que recolectaron los peritos de la Bonaerense es que no había puertas ni ventanas forzadas. Es decir que los delincuentes ingresaron con llave o con anuencia de Rodríguez. El hombre vivía en esa casa desde hacía más de una década y contaba con cámaras de seguridad en la parte exterior que ya están siendo analizadas por los investigadores.
“Por ahora lo qué pasó es un misterio. No descartamos ninguna hipótesis porque aún no pudimos comprobar que se trate de un robo. Si bien algunas habitaciones están revueltas y los muebles fuera de lugar aún no pudimos constatar faltante de cosas. En la zona también hay cámaras de seguridad municipales y privadas que estamos revisando”, señalan fuentes de la investigación.
Dos equipos de Policía Científica trabajaron durante 48 horas en la casa hasta que se la entregaron anoche a la familia. Cuando la Policía llegó en la mañana del miércoles a la escena del crimen se encontraron con Rodríguez ya fallecido, boca abajo y con los pies atados con una soga que no pertenecería a la casa, lo que podría indicar que se trató de un hecho planificado con antelación.
Según los resultados de la autopsia, a la que pudo acceder a Infobae, la muerte se produjo por un traumatismo craneal grave. Además el cadáver presentaba moretones en todo el cuerpo probablemente provocados por golpes de puño. Está confirmado que no se utilizaron ni armas blancas ni de fuego y que la hora de la muerte se dio entre las últimas horas del martes y la mañana del miércoles, es decir, algunos minutos antes de que la empleada doméstica llame a la policía.
En el expediente ya figuran declaraciones como la de la empleada doméstica que relató sus movimientos el día del hallazgo del cuerpo y su relaciónlaboral con su jefe y sus costumbres. También hablaron ante la fiscal los hijos de la víctima, que no aportaron ningún dato relacionado a un posible cobro de dinero o algo que haga inferir algún móvil para el crimen.
Para la fiscal Laura Basualdo, de la UFI N° 5 de Escobar, será fundamental conocer el resultado de las pericias tecnológicas realizadas a una computadora y al teléfono celular de la víctima, que curiosamente no se llevó el asesino antes de huir de la casa. “Es llamativo pero el teléfono de él lo dejaron y no es que estaba muy escondido. Queremos conocer que conversaciones o mensajes mantuvo la víctima previamente para poder determinar si conocía a él o los atacantes o si por el contrario lo tomaron de sorpresa”, señala uno de los detectives del caso.
Si bien los investigadores son precavidos, no se descarta que el asesino sea alguien conocido por la víctima, no solo porque no forzó cerraduras para ingresar sino porque el modo en el que estaba “dada vuelta” la casa les hace pensar que el delincuente buscaba algo en particular.
Seguí leyendo: