Verónica Fernández está devastada. No encuentra consuelo y mucho menos justicia. Cuando todo parecía estar encaminado para que el juez fijara durante el mes de marzo la fecha de inicio del juicio oral para los dos acusados de asaltar y matar a su marido, el pizzero Adrián Albanese, en Banfield; el autor material del hecho se fugó del instituto de menores donde estaba preso en medio de la cuarentena.
Mientras que ella y su bebé estaban encerrados en su casa cumpliendo con el aislamiento obligatorio; Cristian Rodríguez (18) aprovechó un momento de distracción de los guardias y se escapó del Centro de Recepción de Lomas de Zamora el pasado 18 de mayo.
La bronca y la impotencia de Verónica cuando recibió la noticia por parte del Organismo Provincial de Niñez y Adolescencia bonaerense se incrementó aún más al enterarse que la fuga había ocurrido durante una “actividad de esparcimiento” de la que estaba participando Rodríguez.
“Fue durante una clase de teatro. Como había poca gente cuidándolos en el lugar por el tema de la pandemia, Rodríguez y otros dos reclusos se apartaron del grupo, vieron la oportunidad y se fugaron del módulo 2”, relató la mujer a Infobae. Y agregó: “A mí nadie vino a hacerme teatro a casa para que esté mejor de ánimo. Eso indigna. Él está libre mientras Salvador y yo vivimos encerrados”.
Tras lo sucedido, ocho trabajadores de la institución fueron sancionados -entre coordinadores de guardia, jefes, asistentes y talleristas- y los dos policías que debían vigilar el perímetro del edificio fueron apartados de sus cargos. La causa de la fuga es llevada adelante el Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil N° 3 y la Fiscalía N° 4, quienes solicitaron la captura nacional de los tres jóvenes pero hasta el momento no pudieron dar con ninguno de ellos.
“Debería ser más fácil atraparlo en medio de la pandemia porque uno no puede moverse con libertad de un lado para el otro y hay más controles”, señaló Verónica, quien no pierde de las esperanzas de volver a ver al asesino de su marido, que ya tiene 18 años, tras las rejas.
Según relató Verónica, su esposo nunca no se resistió y entregó todo el dinero, pero los delincuentes le pidieron la alianza y como no se la pudo sacar, le dispararon a sangre fría. “Con las pruebas obtenidas y la filmación de la cámara de seguridad de la pizzería que acreditaba que el autor del disparo había sido Rodíguez me ofrecieron un juicio abreviado, que yo rechacé porque eso significa menos años de condena. Entonces, mientras esperaba que nos dieran la fecha de inicio del juicio oral, decretaron la cuarentena, todo se postergó y pasó esto”, se lamentó.
A Verónica y a su hijo Salvador, de 16 meses, les resultó muy difícil salir adelante. Ella había dejado de trabajar para dedicarse exclusivamente al cuidado de su bebé y Adrián era el que mantenía el hogar. “Sigo completamente devastada encontrándome en una vida que no elegí. Me la paso golpeando puertas para pedir ayuda y lograr que detengan nuevamente al asesino, para que podamos tener un juicio justo y que mi esposo por fin pueda descansar en paz”, señaló al borde de las lágrimas y movilizada por esta fecha que le trae tantos recuerdos.
A eso se suma que el Estado le negó la pensión de su esposo porque “al tener apenas 40 años le faltaban muchos años de aporte” y que tuvo que mudarse de Banfield para buscar la contención de su familia. Actualmente está sin trabajo e instalada en la casa de sus padres, en Capital Federal. “Vivo de los ahorros que me dejó mi marido y de la pizzería, que volvió a abrir y ahora la maneja un amigo de Adrián”, contó la mujer.
Este primer año sin su compañero de vida se le hizo eterno y la tristeza se acentuó aún más durante estos cuatro meses de encierro. “Pasamos la primera Navidad sin Adrián, el primer añito de Salvador y el primer Día del Padre. Es durísimo. Y cuando veo que Salvador le da besos a las fotos de Adrián y lo llama ‘papá’ me largo a llorar. Es terrible pensar en el día de mañana cuando le tenga que explicar por qué le tocó no tener a su papá”, dijo Verónica y volvió a quebrarse.
En este último tiempo, se hizo muy amiga de la esposa de Matías Terrón, un joven de 29 años que fue asesinado por la espalda cuando se resistió al robo de su auto en Sarandí y que tres días antes se había enterado que iba a ser papá por primera vez. “Hablo mucho con ella, su hijo ya tiene 3 años, y me identifico con lo que le pasó. Trato de ser fuerte y valiente porque Adrián era así y yo tengo que serlo por Salvador”, resaltó.
Adrián y Verónica se casaron el 14 de abril de 2018 y antes de tener a Salvador habían perdido un bebé. “Siempre fue muy trabajador y montar esa pizzería significó mucho esfuerzo para él. Hacía dos años que estaba en esa esquina de Alsina y Peña, pero anteriormente había tenido el negocio en otros lados. Había arrancado como delivery en La Continental y fue ascendiendo hasta llegar a ser maestro pizzero. Era muy emprendedor y gracias a eso pudo abrirse por su cuenta”, recordó.
Pero a pesar de ser el dueño, él hacía de todo para que su comercio progresara: “No tenía problemas en amasar, atender el teléfono o hacer el delivery. Adrián tuvo una vida muy humilde de chico, con muchas carencias, y siempre salió adelante”.
Esa misma fortaleza es la que quedó grabada en su corazón y la que la impulsa a seguir de pie en este momento tan duro que le toca atravesar. Hoy, prefiere aferrarse a esos recuerdos imborrables de cuando iba a ayudarlo a la pizzería, de cuando pasaban a visitarlo de sorpresa con Salvador o de cuando se quedaba despierta hasta la madrugada para esperarlo con unos mates, como más le gustaba a él. “Quiero que encuentren a la persona que le hizo esto a mi esposo y que dejó a un bebé sin su papá”, pidió a gritos para que ninguno de los que está cargo de la causa judicial olvide su reclamo.
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