El video, una sentencia de muerte transa, es un signo del cambio de los tiempos: la mafia narco de Santa Fe ya no hace privadas sus amenazas. Ahora son perfectamente públicas.
La filmación se había viralizado a fines del mes pasado, se envió a varios teléfonos y usuarios de redes sociales en Venado Tuerto, Santa Fe, para finalmente llegar a la Justicia. El que habla entre insultos ásperos es, presuntamente, Mauro Nahuel Novelino, presunto capo narco de la ciudad del sudoeste de la provincia, hoy preso, desde un audio reproducido en lo que parece un teléfono. Los que agitan esas pistola son, supuestamente, sus hombres, su banda. El destinatario, según él, es un traidor, un atrevido, su peor enemigo.
Maximiliano Ezequiel Ríos, “El Wacho Maxi” había sido su cómplice y protegido en la calle, fueron presos juntos a Piñero, donde su sociedad se fortaleció. Los negocios continuaron tras las rejas, hasta que fueron separados en un traslado: Novelino fue enviado al penal federal de Resistencia en Chaco, “Maxi” quedó en Piñero. Entonces, “El Wacho Maxi”, que planteó sin éxito un recurso a la Justicia para salir con la excusa del coronavirus, tomó lo que aprendió según la acusación en su contra, comenzó supuestamente a traficar en Venado Tuerto de la misma forma que Novelino: venta al por mayor, con proveedores de Rosario, los mismos que antes trabajaban para su viejo amigo y mentor. Ríos pisaba donde no debía.
Después, todo se puso peor.
A comienzos de este mes, el edificio del Ministerio Público de la Acusación sobre la calle Alvear en Venado Tuerto recibió una bomba molotov que quemó parte de su entrada. El ataque incluyó un cartel: “Atentamente, Nahuel Novelino”. Quien lanzó la bomba quizás no chequeó bien la dirección. Javier Arzubi, el fiscal federal de la jurisdicción que investiga al narco, ni siquiera es parte del MPA. Su despacho está en otro lado. Que Novelino ordenara un atentado desde la cárcel en su propio territorio, con un ridículo cartel de firma, no tenía mucho sentido. Entonces, Novelino ató cabos, tomó su teléfono y grabó, según la Justicia federal, que peritará el audio para despejar cualquier duda. Arzubi, en sus cálculos, está convencido. El que habla es el capo, herido en su orgullo.
“Escuchame, rengo gil”, comienza la sentencia: “Vos sabés quien te habla, te habla tu peor enemigo”. Habla de amenazas contra su familia, de una retribución en el horizonte, de andar “pegando papelitos en tribunales”. Cuatro pistoleros bailaban sus armas cargadas sobre el nombre de “Maxi”.
Del otro lado, una grabadora judicial tomaba todo lo que Novelino decía. Su teléfono estaba intervenido por orden de Arzubi, luego de que un jugador de su banda que se había pasado al frente de Ríos lo llamara, lo que delató que tenía dos teléfonos en Resistencia. Así, Arzubi requirió una serie de allanamientos contra su banda que fue pedido a la subdelegación Venado Tuerto de la Policía Federal. Esta mañana, la Federal golpeó.
Se encontraron chalecos antibalas con la marca de la Policía provincial, balanzas, seis pistolas, celulares. También encontraron un televisor, con un celular oculto en su interior: según las escuchas, Novelino planeaba que su banda se lo lleve a Resistencia, con un cargador incluido. También se incautó una caja llena de dinero en efectivo que al mediodía de hoy los investigadores todavía no habían terminado de contar.
El flujo de la caja parece ser importante. A mediados de esta semana, el sitio Venado24 reveló que un remisero que viajaba sin pasajeros con rumbo a Rosario fue arrestado en la Ruta 33 por la subdelegación de la zona de la Federal en un control caminero. Llevaba más de un millón de pesos que no podía justificar. El caso recayó en Arzubi: la Justicia federal le atribuyo ese dinero a Novelino, destinado a una posible compra de materia prima.
En su celda, el capo comenzaba a irritarse. Según datos de inteligencia que forma parte del expediente, convocó a un hombre del submundo rosarino para que funcione como auditor de sus hombres, para que los controle. Envió a varios a espiar al operativo en donde se arrestó al remisero, consultó sobre la cantidad de móviles y policías, saber quizás con qué poder de fuego lidiaba. Se preocupó de que lo atrapen, trató de urdir una forma de zafar o recuperar la plata, que había salido de un departamento alquilado de forma temporaria.
Su celda en Chaco también fue allanada. Los investigadores esperaban novedades poco antes del mediodía de hoy.
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