La última vez que se jugó así, un comisario terminó muerto.
Fue en marzo de 2019, cuando la mujer embarazada de un peluquero dominicano llegó a la UFI N°4 de Avellaneda para decir que un jefe policial de alto rango se le había aparecido en su local para decirle que si no le entregaba 200 mil pesos la incriminaría a ella y a su pareja con una causa sucia por venta de drogas, una extorsión lisa y llana. Entonces, la fiscal María Soledad Garibaldi, la misma que investigó los abusos a menores alrededor de la pensión de las inferiores de Independiente, montó un engaño, una entrega controlada. La mujer esperaría al policía y a sus hombres en una estación de servicio Shell cerca del supermercado Wal-Mart de Avellaneda con una bolsa de nylon con 30 mil pesos y papeles de colores. Hombres de la División Antidrogas Urbanas de la Policía Federal Argentina estarían allí también, armados y a la espera, listos para arrestar a los policías supuestamente corruptos.
Una balacera comenzó entre los efectivos de ambas fuerzas. El comisario Hernán David Martín, cabeza del gabinete de Drogas de la DDI Lanús-Avellaneda de la Policía Bonaerense, recibió siete tiros en el cuerpo. Dos federales terminaron en el Churruca, también heridos de bala.
Hoy, otra vez en Avellaneda, otro comisario cayó. Esta vez todo fue igual, pero distinto. Fue la misma fiscalía, esta vez con su otro fiscal, el doctor Guillermo Castro, en una nueva entrega controlada, una trampa montada con billetes marcados y una cámara de filmación que registró la secuencia, una prueba clave. La división Casos Especiales de la Bonaerense hizo el arresto en plena calle, en la esquina de Cabildo y Aráoz. El arrestado fue Damián Gregorio Merchán, comisario, jefe de la División Sustracción de Automotores de la Federal.
No hubo una sola bala, ni un solo herido. Quizás era otro temperamento, otra cosa.
La codicia, según la acusación de la UFI N°4, era la misma.
El fiscal Castro mismo asistió al operativo, así como la víctima, un empresario de la zona dedicado al negocio de venta de repuestos. Merchán, según fuentes del caso a Infobae, había pasado a cobrar su presunta coima: 2.900 dólares, cuarenta mil pesos. No cayó solo. Un sargento primero, supuestamente su segundo al mando, cayó junto a él. Habían llegado en un auto Chevrolet, un móvil de civil de la división.
Merchán y el sargento serán indagados este martes por Castro, acusados del delito de extorsión, tras el secuestro del auto, el dinero y sus teléfonos. El expediente comienza, precisamente, con la denuncia del comerciante.
El hombre, de 41 años, se presentó hace cinco días en la UFI N°4. Relató como Merchán, supuestamente, llegó a su negocio. Fue arriesgado lo que hizo, ir contra un jefe policial, denunciarlo en la Justicia con una causa penal. El empresario no omitió detalles. Lo que contó fue bastante descarado.
El comisario, de acuerdo a su relato, se presentó con su nombre, apellido, rango y división. Le contó a puertas cerradas cómo había allanado un desarmadero ilegal en la zona días atrás, algo de lo que el comerciante se había enterado. Dedicado de forma lícita según él mismo al negocio de la venta de autopartes nuevas y usadas entre otros negocios, registrado en los rubros al respecto en la AFIP según pudo consultar Infobae de registros comerciales, el empresario en sus propios cálculos no tenía nada que temer.
El comisario, siempre de acuerdo a la denuncia, le dijo lo contrario. Le aseguró al empresario que si no hacía su aporte, si no accedía a su coima, le plantaría un repuesto de un auto robado, un chásis o motor clandestino, lo suficiente como para que lograr que un juez lo allane. “Vos fijate”, dijo Merchán. Luego se fue. Poco después, el comerciante llegó a la UFI N°4 para hacer la denuncia. El fiscal Castro optó por trabajar con la Bonaerense.
La Federal puso a disposición a sus efectivos de Asuntos Internos para la causa. Los mandos de la fuerza hablaban de transparencia y hacer cumplir la ley a rajatabla, no tolerar negocios sucios o desbordes. El arresto de Merchán es el primer hecho de presunta corrupción en la nueva fase de la fuerza bajo el Ministerio de Seguridad de Sabina Frederic, el primero desde el escándalo protagonizado en Santa Fe por el comisario Mariano Valdés. Y es un shock, en cierto punto. Durante los últimos años, la Federal buscó evitar ese perfil, reinventarse desde su discurso como una fuerza federal dedicada a delitos complejos. El traspaso de las 54 comisarías porteñas para la creación de la Policía de la Ciudad era un alivio, las comisarías implicaban caja negra de recaudación y la recaudación implicaba posibles problemas. Entonces, quedaban otros jugadores sueltos en el mapa.
La Federal colabora con la investigación, tiene la voluntad de hacerlo, algo con lo que Castro está satisfecho, la PFA entregó información online al momento de ser requerida. El fiscal, por su parte, cree que esta coima no habría sido la primera del comisario Merchán, que hubo otras antes. Tendrá que probarlo.
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