A fines de abril de este año, en una casilla precaria de Puente de Hierro, una barriada al sur de la ciudad de La Plata, Dilan Yoel Nicolás Escudero vio a su madre enferma morir en sus brazos.
Dos meses más tarde, el sábado 20 de junio, Dilan murió de una forma brutal. En un confuso episodio calificado por la Justicia como un intento de robo, el joven fue mordido hasta la muerte por dos perros -uno de ellos de raza pitbull- ante los ojos de una tía, su novia y vecinos de la zona.
Tenía 19 años.
Los efectivos de la Policía Bonaerense que presenciaron la escena sacrificaron de un disparo a uno de los canes y el joven fue trasladado de urgencia en una ambulancia del SAME al hospital San Martín de la ciudad, donde falleció tiempo después a causa de las heridas que dejaron en su cuerpo las mandíbulas de los animales.
Las fotos del cuerpo de Dilan en ese escenario sangriento no tardaron en pasar de celular en celular a través chats de WhatsApp y publicaciones en redes sociales, en un perverso festejo por la muerte de un presunto ladrón que llegó hasta el perfil de sus propios familiares.
“Lo dejaron morir”, asegura su abuela Claudia, de 51 años, desde la puerta de su casa en las calles 23 y 89 Bis, donde recibe a Infobae, y hace un esfuerzo para no llorar. En las 10 cuadras que separan la casa donde murió su nieto y la suya, el paisaje se transforma de forma violenta.
La precariedad del barrio de la localidad de Altos de San Lorenzo donde ocurrió el hecho deviene en una profunda miseria unas calles más hacia el sur, en el asentamiento de Puente de Hierro. La casa de la familia de Dilan está compuesta únicamente por chapas apiladas con telas que hacen las veces de puertas y ventanas en las aberturas que no alcanzan para frenar el frío y la niebla. Las lluvias de los últimos días, además, transformaron las calles de tierra del barrio en un lodo intransitable rodeado de pastizales y escombros.
Dilan, cuenta Claudia, era el mayor de cinco hermanos y fue el principal acompañante de su madre, Soledad, que falleció con 36 años hace dos meses por un cáncer que le habían diagnosticado hace un año. Su padre, dice ella, “vive pero es como si no existiera”.
En los últimos tiempos Dilan vivía de hacer changas en obras de construcción o de cortar el pasto para vecinos. Presenciar la muerte de su madre lo había afectado tanto que había empezado un tratamiento psiquiátrico en un hospital provincial con su abuela y los hijos de ella, sus tíos de su misma edad, estaba medicado.
El sábado, cuenta su abuela, ella lo había mandado a buscar a su hermano más chico, que está actualmente al cuidado de sus padrinos. Dilan salió caminando entonces junto a su tía, Melani, de 18 años, y su novia, Nicole, que también vivía con él. Minutos más tarde Claudia recibió un llamado en el que supo que Dilan había sido atacado y salió a toda velocidad en la bicicleta de un vecino hasta el lugar.
Si bien según la versión oficial de la policía Dilan intentó ingresar a esa casa para robar, su novia y sus tíos cuentan otra historia donde, aseguran, querían robarles a ellos. “Estábamos yendo a buscar a su hermanito con Melani y aparecieron tres o cuatro personas corriendo con cuchillos atrás nuestro, tapados con gorra y capucha”, dice Nicole. “Le dijimos que corra, el trepó el paredón y cayó porque no tenía manera de agarrarse. Automáticamente empezó a pedir ayuda. Nos trepamos, lo vimos que lo estaban agarrando los perros y empezamos a los gritos”, continuó.
De un momento a otro la cuadra se llenó de vecinos y curiosos. Un policía que estaba de guardia frente a un supermercado cercano se acercó a asistirlo y gracias a un llamado al 911 de un vecino llegaron también varios patrulleros de la Comisaría 8° de La Plata. “Y lo dejaron morirse”, repite Nicole. “Recién le dispararon al perro cuando Dilan ya estaba prácticamente muerto. Lo dejaron que se muera como un perro cuando todo el mundo sabe que primero está la vida de la persona”.
“Los policías y toda la gente que estaba ahí se reían, no lo querían ayudar. Pedía agua por favor y no le daban”, agrega Juan Ignacio, su tío de 23 años. “Y el policía que estaba ahí cuando llegó la ambulancia le dijo al camillero ‘te vas a hacer cargo vos de esto’”, asegura. “Se fue pidiendo ayuda y no se la daban, eso es lo que peor nos hace”.
Luego de la muerte de Dilan intervino la UFI N° 17 de La Plata, a cargo de la fiscal María Eugenia Di Lorenzo, quien caratuló a priori el hecho como robo en grado de tentativa y averiguación de causales de muerte.
La casa donde murió Dilan, sin embargo, es una vivienda deshabitada en un terreno de pasto crecido, a la que sus dueños van de tanto en tanto para alimentar a sus mascotas. Esta semana, sin embargo, los perros ya no están y la casa sigue vacía.
La primera información que comenzó a circular sobre Dilan hablaba de un frondoso prontuario colmado de antecedentes por robo. Su familia lo niega, a pesar de que reconocen que hubo un único episodio hace aproximadamente cinco meses, junto a parientes de otra parte de la familia. Infobae pudo constatar a través de fuentes oficiales que Dilan no registraba ninguna detención en comisarías bonaerenses o ingresos a cárceles provinciales.
“Nos quieren convencer de que Dilan andaba robando pero la verdad es que estaba muy medicado”, dice Claudia, que prácticamente lo crió. “La madre se lo murió en sus brazos y eso a él lo mató”.
“Hoy es un día triste en nuestro Hospital. Hoy nos falta Dilan”, señalaron en un comunicado desde el Hospital de Toxicología y Salud Mental “Reencuentro” de La Plata, donde el joven estaba bajo tratamiento. “A Dilan le gustaba cocinar, y venía pensando en acercarse a la Olla Popular de su barrio para dar una mano. Disfrutaba de pasar tiempo en familia y cebarle mates a su abuela. En las últimas entrevistas no contó que le gustaría anotarse en el Plan Fines para terminar el secundario y nos presentó a su novia”, recordaron sobre el joven.
“Como si no fuera suficiente con esta tragedia, y como, lamentablemente se ha vuelto habitual cuando la muerte de un joven en situación de vulnerabilidad se hace pública, las redes sociales mostraron, una vez más, lo peor de los seres humanos”, continuaron.
Es que, además de la viralización de las imágenes del cadáver, incluso los posteos donde amigos y familiares lloraban su muerte, los comentarios se llenaron de imágenes de perros en tono burlón y memes repudiables con fotomontajes de Dilan en escenas de Los Simpsons, como ocurrió con la muerte filmada y fotografiada de Alejandro Reynoso, que falleció en un accidente con un patrullero luego de cometer un robo en José León Suárez.
“Quienes conocimos a Dilan y acompañamos en este proceso a su familia, desde nuestro rol como profesionales de la salud, sentimos la obligación de recordar que todas las vidas valen y que quienes lloran su muerte merecen respeto”, agregaron en el texto firmado por la dirección y los trabajadores del hospital, donde repudiaron los comentarios “de quienes, amparados en el anonimato, segregan, insultan, multiplican el dolor de la familia y desconocen su derecho a hacer dignamente su duelo”.
Hasta este martes por la tarde, la familia de Dilan esperaba que alguien se comunicara con ellos para saber el destino del cuerpo y los resultados de la autopsia para poder planificar un sepelio y enterrarlo en un nicho junto a su madre. Saben extraoficialmente que una mordida en la tráquea habría sido la herida que le causó la muerte.
“Esto no va a quedar así”, dicen sus hermanos. Pero no hablan de venganza. Quieren hacer una presentación ante organismos de derechos humanos, dicen, por el trato de las fuerzas de seguridad hacia su familia. También denuncian que en la Comisaría 8° no los quisieron recibir. “No nos quieren dar el acta procedimiento porque dicen que no la tienen. Tampoco nos dicen quién era el oficial de servicio del día. Tenemos derecho a que nos den información. Necesitamos que dejen de juzgarlo”, dice Nicole, su novia.
Mientras tanto, las burlas morbosas se multiplican en redes sociales. “Nos parte el alma que hagan esto”.
Fotos: Adrián Escandar
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