Los policías corruptos tienen un chiste cuando se sinceran al hablar de su plata clandestina. “Mi mujer heredó, ¡ja, ja, ja!”, sueltan encima del café. Hay que ser muy cínico para reírse de vuelta, pero la pista de la herencia es simplemente un poco de sentido común: nadie que haga algo clandestino lo registra a su nombre.
Tapar el negocio con el nombre de otro es un básico del capitalismo delictivo en la Argentina. La semana pasada, por ejemplo, el juez Sebastián Casanello reveló en un nuevo procesamiento la lista de pobres y enfermos empujados por pocos pesos a una supuesta escribanía clandestina para poner su firma y su documento en las empresas sospechadas de lavar la fortuna de Lázaro Báez. Los casos son patéticos, crueles, un alcohólico de Villa Ballester que vive con su madre en un rancho sobre un terreno fiscal, un remisero de Loma Hermosa con hepatitis y sin obra social.
Aparentemente, no todos operan así.
Hoy por la mañana, la Agencia de Investigación Criminal y las Tropas de Operaciones Especiales de Santa Fe detuvieron mientras dormía en su mansión a Andrés “Pillín” Bracamonte, histórico capo de la barra de Rosario Central, en una causa a cargo del fiscal Miguel Moreno, luego de que a mediados de abril la Policía provincial lo allanara para encontrarle más de 2 millones y medio de pesos, según confirmaron a Infobae fuentes cercanas a la investigación.
Hasta ahora, ninguna fuente de la investigación confirma qué dinero se lavaba exactamente, de dónde venía. “Es guita de droga”, dice un hombre de jerarquía en los organismos de seguridad provinciales. La redada que capturó a Bracamonte en su domicilio del Club de Campo Los Alamos, un exclusivo country ubicado en la localidad de Ibarlucea, sobre la ruta 34, a unos 12 kilómetros de Rosario, reveló su estilo de vida, con tres autos de alta gama estacionados en el frente.
A “Pillín” lo acusan de lavado de dinero. Le encontraron una máquina para contar plata en su casa, además de un carnet de estacionamiento de Rosario Central. Insólitamente, el capo cayó por ponerlo todo, más o menos, a su nombre, con cuatro sociedades SRL registradas en la provincia en diversos rubros. Desde 2013 que Bracamonte se encuentra inscripto en la AFIP para operar en rubros como venta de ropa deportiva o transporte de pasajeros mediante taxis o remises. Incluso tiene otra característica insólita para un hombre acusado de ser un jefe barra: pagó su monotributo clase E religiosamente desde abril de 2014 hasta hoy.
Poco después de romper en su casa, la Policía provincial se dirigió a un gimnasio en la zona de Capitán Bermúdez, el domicilio legal de una de las firmas de “Pillín, Ser Eco SRL, registrada en los rubros de transporte automotor y venta de comidas, que Bracamonte integra junto a un socio. Pasó a ser suya en 2018, luego de que se la transfirieran sus dueños originales, un contador y un comerciante de la zona, al menos según los papeles, que la habían creado un año antes. Para registrarla, según el Boletín Oficial de Santa Fe, el jefe barra no entregó la dirección de su mansión, sino la de un monoblock en la calle White en Rosario.
¿Es una cáscara para justificar plata, un sello de goma? Al parecer no tendría empleados en blanco, no según lo que pudo constatar Infobae, pero sí opera comercialmente, con un cheque sin fondos a su nombre por un monto menor, de acuerdo a datos del BCRA. Con el tiempo, fue ajustando sus objetos sociales, una especie de mutante comercial, el último rubro añadido llegó en abril de este año, una semana antes de que a Bracamonte le encontraran los 2 millones y medio de pesos en su mansión.
El socio de “Pillín” en Ser Eco se repite en su segunda firma, Vanefra Servicios, que sí, curiosamente, está registrada como empleadora, con aportes pagos en los últimos meses. Previsiblemente, el principal empleado de Vanefra es el socio de “Pillín” mismo en los documentos: F.A.R, de 41 años, ex metalúrgico, oriundo de Granadero Baigorria, es otro polirubro comercial, carpintero o gastronómico según la AFIP, depende del día. Su rol en la trama, por lo pronto, se desconoce, el fiscal Moreno mantiene su expediente en estricta reserva hasta la audiencia imputativa de rigor que ocurrirá en algún momento de esta semana. Su nombre no resuena entre los conocedores de las tramas barra de Santa Fe. F.A.R, por ahora, es otro misterio.
En octubre de 2019, Bracamonte, otra vez de acuerdo al Boletín santafesino, entró a Kabrasi SRL, dedicada al rubro de combustibles. Kabrasi SRL ni siquiera tiene un CUIT a su nombre. Ruffino SAS, creada dos meses antes, parece ser otro envase vacío.
El capo no sería la única figura de renombre en la causa: también se allanó un local vinculado a un conocido corredor de autos.
A mediados de la mañana de hoy, Bracamonte permanecía en su casa, esposado y a la espera de un traslado. Su abogado defensor esperaba tener más precisiones. Mientras tanto, la Policía de Santa Fe iba en busca de la moto de agua Sea Doo GTR 230 a nombre de “Pillín”, que se encontraba en una guardería de Granadero Baigorria, precio de lista de 25 mil dólares. La Policía de Investigaciones también fue por su ex pareja: encontraron en su domicilio dos motos, dos cuatriciclos y dos taxis, así como documentación que fue incautada.
“Bracamonte es un pulpo”, dice un histórico en Rosario: “El chabón se puede llevar puesto a un dirigente”. En paralelo, los policías recibieron otra orden: allanar la sede administrativa de Rosario Central, un procedimiento que no había comenzado hasta el mediodía.
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