Este miércoles por la tarde, en la sucursal de una empresa de transporte en la ciudad entrerriana de Concepción del Uruguay, Gendarmería Nacional capturó a un sospechoso sumamente inusual para la Justicia penal argentina. Un hombre de nacionalidad china se bajó de una camioneta Mercedes Benz modelo GLK para retirar un pedido, en teoría, de 18 litros de lubricante para autos en sus respectivos bidones. Gendarmería se lo llevó detenido, no estaban ahí por casualidad. El retiro del paquete era una trampa, una entrega controlada bajo las ordenes del Juzgado Federal de la ciudad. Dentro de esos bidones no había lubricante, sino 18 litros de ketamina.
El hombre, apodado “Mister Chang” por los investigadores del caso, disparó una serie de redadas que terminaron con al menos otros cinco detenidos en la ciudad, según confirmaron fuentes cercanas al caso a Infobae.
La ketamina no venía sola: en la encomienda se incautaron cuatro kilos de marihuana y más de medio kilo de metanfetamina, además de un millón de pesos en el operativo. La droga había sido encontrada en Misiones sobre la Ruta Nacional N°14, en un control de rutina de expresos. Así, cotejando su dirección final, se montó la trampa para capturar al hombre.
A “Mister Chang”, que sería un comerciante, le tomaron la foto del arresto en el depósito de la empresa de transporte. Notaron rápidamente algunas particularidades. Su camioneta Mercedes, que valdría 25 mil dólares en el mercado de usados, nada fuera de lo común, tenía un plus: todos sus vidrios estaban blindados.
La cantidad de ketamina, de por sí, es enorme: 100 miligramos son suficientes para que un hombre adulto logre un efecto fuerte. La ketamina, por otra parte, el tranquilizante veterinario usualmente importado desde Paraguay en pequeños frascos de venta legal, es una parte usual del menú de consumo de narcóticos de la comunidad china, lo mismo la metanfetamina, para la cual inauguraron una ruta de contrabando exclusiva a través de encomiendas desde Asia o Europa que dejó verse en diversos casos en los últimos dos años.
A comienzos de la cuarentena, la Policía de la Ciudad detuvo en diversas redadas en hoteles alojamiento y en un arresto callejero a dos hombres de la comunidad acompañados de prostitutas, uno de ellos un presunto dealer con un domicilio en la calle Anchorena. Entre sus pertenencias tenían pipas de vidrio, posiblemente empleadas para fumar metanfetamina cristal, cuya producción local a nivel artesanal es desconocida, a pesar de la disponibilidad de precursores. Importarla parece más probable.
En junio de 2019, autoridades de Interpol en Bélgica dieron aviso a la Argentina de que un paquete sospechoso estaba en camino. Así, el sistema AIRCOP en el Aeropuerto, que depende de la Secretaría de Seguridad y vigila tanto envíos por encomienda como pasajeros sospechosos, monitoreó la llegada de un envío de DHL desde Amberes, con un remitente chino y una joven de nacionalidad boliviana vecina de Liniers como receptora, evidentemente una prestanombres. Dentro de la encomienda venía un caballo de juguete relleno de más de 2 kilos de metanfetamina.
Así, se hizo la entrega controlada, con la intervención de la PSA, el juez Marcelo Aguinsky y la PROCUNAR. El domicilio era un dúplex. Allí detuvieron a tres hombres chinos y dos mujeres uruguayas. La PSA encontró una escopeta, casi 40 mil pesos en efectivo, un Audi A5, un Mercedes Benz C200 y algo que un investigador definió como “una guasada”: 44 kilos de ketamina en polvo, una cantidad insólita para esa droga, más del doble de lo que le encontraron a “Mister Chang”.
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