El productor ganadero Hartmut Torsten Theobald fue condenado a prisión perpetua por el Tribunal de Juicio de Salta, acusado del delito de “homicidio calificado por el uso de veneno u otro elemento insidioso” en perjuicio de Ramón Ignacio Casas y de “tentativa de homicidio calificado por el uso de veneno u otro elemento insidioso” en perjuicio de Benito Soraire. Los hechos ocurrieron en octubre de 2018, en su campo del paraje salteño Palomitas.
Además, los jueces Francisco Mascarello, Paola Marocco y María Livia Carabajal condenaron en el fallo al productor de origen alemán a pagar $9.000.000 en concepto de reparación a la familia de la víctima fatal. Asimismo, se dispuso la extracción de material genético del condenado por parte del Servicio de Biología Molecular del Departamento Técnico del Cuerpo de Investigaciones Fiscales, para su incorporación en el banco de datos correspondiente.
El juicio, que comenzó el 1º de junio pasado, se desarrolló con todas las normas de bioseguridad previstas en el marco de la pandemia por COVID-19, razón por la cual se dispuso una restricción al ingreso de público en la sala.
En su alegato, el fiscal Ramiro Ramos Ossorio solicitó la pena de prisión perpetua para el productor alemán, quien en su última oportunidad para hablar en el proceso agradeció a quienes lo acompañaron, manifestó su deseo de que se haga justicia y reiteró su inocencia.
Para el fiscal, durante el juicio oral y público “ha sido acreditada la autoría de Theobald” en el homicidio y la tentativa de homicidio calificado de dos empleados, que “vivían en condiciones infrahumanas”.
“No tenían ni agua y vivían prácticamente en la esclavitud”, expresó Ramos Ossorio, quien consideró que el acusado “pergeñó un plan para deshacerse de Casas y Soraire, entregándoles carne con una sustancia tóxica conocida como Furadan”.
En tanto, la querella, representada por los abogados José Teseyra y Alejandro Tapia, solicitó la aplicación de la pena de prisión perpetua, y pidió una reparación integral para la familia del fallecido de 12.000.000 de pesos, en concepto de indemnización.
La defensa, a cargo de los letrados Marcos Molina y Luis César Fernández, consideró que “no se pudo acreditar con grado de certeza absoluta” la autoría del acusado, por lo que requirió la absolución lisa y llana y, en forma subsidiaria, la absolución por el beneficio de la duda.
El hecho ocurrió en octubre de 2018, cuando Torsten Theobald denunció que encontró a Casas muerto en una de las habitaciones de su finca, denominada “El Salto”, en el Paraje Palomitas, a unos 60 kilómetros de la capital provincial.
La víctima murió por un paro cardiorrespiratorio tras una intoxicación con veneno y el fiscal sumó la declaración de los familiares de la víctima, quienes aseguraron que Casas trabajaba hacía varios años para el productor germano, al cuidado de la hacienda, y que mantenían malas relaciones laborales.
Los familiares revelaron que Casas les confesó que había denunciado a su empleador ante la Administración Federal de Ingresos Públicos, lo que fue verificado por los investigadores, que luego llegaron a Soraire, otro trabajador rural que prestaba servicios en la finca del acusado desde 1985.
El peón trabajó para Torsten durante cinco años. Además de trabajar con el ganado, su jefe también lo obligaba a hacer las tareas que le correspondían a un veterinario y a participar de las técnicas de fertilización asistida de los animales. De acuerdo a lo detallado por su abogado, trabajaba de sol a sol sin tener el resarcimiento económico que le correspondía por todas esas tareas.
Si bien Casas no esperaba que todo este enfrentamiento terminara con su vida, ya se imaginaba que algo malo podía suceder. “Reunió alrededor de la mesa a su mujer y a sus hijos y les contó lo mismo que a su hermano, que había denunciado a su patrón. Les advirtió que si le pasaba algo que apuntaran contra Hartmut”, relató a Infobae Tapia, el abogado querellante.
Antes del asesinado de Casas, el otro peón que trabajaba con él contó que el 8 de octubre de ese mismo año encontró muertos a cuatro de sus perros y que el lunes siguiente su patrón le entregó una bolsa con carne, de cuyo estado dudó por el olor extraño que sintió, aunque igualmente la cocinó y la ingirió.
El peón comenzó a sufrir vómitos y mareos y en el hospital de General Güemes le suministraron una medicación con la que salvó su vida.
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