Violento asalto en un campo de polo de La Plata: se llevaron electrodomésticos, autos y una gran suma de dinero

En plena cuarentena, los ladrones ingresaron al establecimiento y lograron reducir a todos sus habitantes. La hija menor de una de las víctimas les confesó a los agresores dónde estaba el efectivo para que le dejaran de pegar a su papá

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Un grupo de delincuentes protagonizó un violento asalto en el campo de polo La Enriqueta, ubicado en la ciudad de La Plata, de donde se llevaron un jugoso botín, en pesos y en dólares, además de autos, electrodomésticos y varios objetos de valor. Hasta el momento, la Policía no pudo identificar a ninguno de los responsables.

El hecho ocurrió cerca de las 20:00 del viernes pasado, apenas una hora y media antes de que llegara el personal de seguridad que cuida durante toda la noche la propiedad, por lo que los dueños del lugar creen que los ladrones habían hecho un trabajo de inteligencia previo.

En diálogo con Infobae, Matías Sánchez Fontán, el hijo del propietario de este establecimiento, explicó que fueron “entre 7 y 8 delincuentes” que estaban fuertemente armados y que “entraron caminando” al campo.

“Primero fueron hasta la vivienda de los petiseros, en ese momento había dos de ellos que fueron reducidos. Después fueron hasta la casa principal, donde estaba mi padre y mi hermana de 11 años”, relató el joven a este medio.

Según contó, los asaltantes comenzaron a “pegarle culatazos” a su papá y “le pusieron un arma en la cabeza” a la menor, hasta que finalmente la niña les dijo dónde estaban los ahorros de la familia para evitar que siguieran golpeando al hombre de 75 años.

La estancia está ubicada sobre
La estancia está ubicada sobre la ruta provincial N° 2, a la altura de la ciudad de La Plata.

Los ladrones lograron llevarse una importante suma de dinero, tanto en dólares como en pesos, además de 10 armas y cerca de 30 cuchillos.

Además, se hicieron de varios adornos de plata que estaban colgados en la pared, un microondas, una estufa, una desmalezadora, televisores y una hidrolavadora. Todo lo cargaron en dos autos que también estaban en el club: una camioneta Fiat Cubo y un Chevrolet Corsa.

Pero el mal momento no terminó ahí, ya que después los agresores ataron a todos los ocupantes de la casa y se subieron a estos vehículos para continuar robando en las otras viviendas que se ubican en el mismo predio.

“Pasaron por todas las casas que hay en la propiedad. Nosotros tenemos como unas caballerizas que tienen dormitorios, entraron ahí también y se fueron llevando todo. Todo lo que pudieron robar, se lo robaron, lo metieron en las dos camionetas", precisó Sánchez Fontán.

El joven cree que los delincuentes “tenían algún dato” del lugar porque, entre otras cosas, estaban al tanto de que hay “una persona de seguridad que llega a las 9:30”, por lo que cometieron el asalto en poco más de una hora y se retiraron justo antes de que empezara el turno de este guardia. Además, en varias oportunidades los asaltantes conversaban entre ellos y se decían frases como “mirá que va a venir el vigilante”, lo que llamó aún más la atención de las víctimas.

En el lugar hay varias
En el lugar hay varias propiedades que se utilizan para diferentes actividades comerciales.

Por otra parte, según los dichos del joven, los integrantes de esta banda “sabían el nombre” del dueño de la estancia y el jefe de ellos “parecía ser policía” por la forma en la que hablaba. Por todo esto es que sospechan que, por lo menos, "algún trabajo de inteligencia hicieron”.

Los asaltantes huyeron del lugar en los dos vehículos familiares, pero en el camino se encontraron con un tercer petisero, quien más temprano había salido a comprar pizza con su propio auto sin saber lo que iba a pasar.

“Cuando lo vieron, primero le hicieron señas con las luces, pero después lo obligaron a frenar, algunos de los delincuentes se bajaron y se lo llevaron secuestrado hasta que finalmente lo liberaron en Florencio Varela”, relató Sánchez Fontán.

“A nosotros nos impactó mucho toda esta situación porque este era un lugar de mucha paz, acá en el campo nunca pasaba nada extraño, era hacer todos los días asados, vivir tranquilo, ahora nos cambió la visión de las cosas. A mi viejo lo tuve que traer para Buenos Aires, los petiseros no quieren dormir en sus viviendas”, se lamentó.

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