“Estoy asustada”, aseguró a Infobae Fátima Aparicio, una mujer que fue salvajemente golpeada por su ex pareja y padre de sus tres hijos, para describir en pocas palabras la angustia que siente mientras espera a que la Cámara de Apelaciones de Tucumán resuelva si libera o no al hombre que casi la mata. El imputado es Luis Ernesto Rondón, un chapista salteño que una mañana de mayo de 2019 sometió a la mujer a un brutal ataque: la sorprendió en el baño, la tomó del cuello, intentó asfixiarla y, como no pudo matarla en ese momento, le golpeó la cabeza varias veces con un martillo hasta fracturarle el maxilar y dejarla en coma con coágulos en el cerebro.
Fátima sobrevivió de milagro tras permanecer internada en el hospital mientras que su ex esposo fue detenido por los delitos de homicidio en grado de tentativa agravado por el vínculo y la alevosía. Sin embargo, la prisión preventiva que dictaron en su contra venció ayer a la medianoche y si la Justicia lo resuelve, Rondón ya podría quedar libre. Es por esto que el abogado Eduardo Rufino, quien se desempeña como director ejecutivo del cuerpo de abogados para Víctimas de Violencia contra la Mujer en Tucumán y representante de Fátima, elevó un pedido de prórroga de la preventiva para evitar que salga de la cárcel. La solicitud fue respaldada también por un pedido del Ministerio Público Fiscal.
“Necesito que quede firme la prisión preventiva. No sé por qué tarda tanto. Es sólo una firma. Ya sé que dicen que es probable que la Cámara resuelva dejarlo preso, pero eso por ahora son sólo palabras, suposiciones. A mí en su momento me dijeron de palabra también que la perimetral servía y este tipo igual entró en la casa y casi me mata”, dijo Fátima a Infobae, mientras se dirigía a su trabajo en un call center de la capital tucumana. “No sé por qué les cuesta tanto firmar un papel", insistió la mujer de 40 años.
Por miedo a que lo excarcelen, la mujer decidió esconder a sus hijos. Teme que Rondón –si sale– tome represalias contra los chicos con el afán de hacerle daño a ella. “Hace ya varios días que no los veo en medio de este contexto, pero necesito protegerlos”, resaltó. Este medio también se comunicó con Rufino, quien confía en que las juezas Stella Maris Arce y Alicia Freidenberg decidan mantener la prisión preventiva del ex marido de Fátima. “Estamos totalmente convencidos de que la prórroga va a ser aceptada por la Cámara de Apelaciones”, dijo el letrado.
La mujer había huido desde Salta hasta la ciudad de San Miguel de Tucumán. Según contó, en territorio salteño contaba con consigna policial y cuando quiso huir, la Justicia de esa provincia dispuso que la policía la custodie hasta que tomara, junto a sus hijos, el micro a Tucumán. Pero lejos estaba de dejar el problema atrás.
Hasta allá la siguió Rondón, quien en la mañana del 8 de mayo concretó el ataque con la intención de matarla. Con los detalles que relató la víctima y que luego se pudieron establecer en la investigación, el agresor planificó todo minuciosamente. Aprovechó que las autoridades judiciales tucumanas no le proporcionaron la custodia policial que requería y llevó adelante su objetivo.
Aquel día, después de dejar a los chicos en la escuela, Fátima fue abordada por su ex cuando entró al baño. El agresor primero se había escondido tras las cortinas de la bañera, se puso guantes y esperó a que ella llegara. Cuando la vio, la tomó del cuello para asfixiarla pero no pudo porque Aparicio logró defenderse.
Lleno de furia y odio, al ver que su plan corría peligro, Rondón comenzó a arrastrarla hasta la cocina del departamento y empezó a darle martillazos en la cabeza. Las pericias establecieron que fueron al menos diez los golpes que le propinó con la herramienta y con los que la desmayó. Además, le fracturó los maxilares. Sus gritos de dolor y desesperación alertaron a uno de los vecinos. Sólo por eso salvó su vida.
Las imágenes que la propia mujer dio a conocer posteriormente al ataque son estremecedoras. El piso del departamento quedó completamente manchado con su sangre. Reflejaron cómo el ex marido llevó de un lado al otro el cuerpo de la mujer casi moribundo. Sin embargo, todo cambió cuando un vecino golpeó la puerta para ver qué pasaba. Rondón apenas le dijo que "estaba todo bien”.
Sin embargo, la sangre corrió por debajo de la entrada y el vecino pudo advertir que algo sucedía. Sin dudarlo, irrumpió en la vivienda y con la ayuda de otros vecinos retuvieron a Rondón. Mientras tanto, dieron aviso a la policía. El comisario Juan Ibáñez informaría luego que, cuando la policía llegó, encontró a la víctima herida e inconsciente. Después la trasladaron de urgencia al hospital, a donde además de las fracturas, los coágulos y la sangre en todo el cuerpo, llegó con edema pulmonar. Estuvo en coma 15 días.
Rondón actualmente está preso en el penal Villa Urquiza de Tucumán. Hace sólo dos meses, pidió el beneficio de la prisión domiciliaria en medio de la ola de excarcelaciones por el COVID-19. Se la negaron, entre varias cosas, porque quería cumplirla en el departamento de Fátima. El lugar donde casi la mata a martillazos.
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