La mecánica del robo estaba aceitada. A los gritos y disfrazados como agentes de la policía entraban a los domicilios previamente marcados. Simulaban hacer un allanamiento legal, con el guión de costumbre para un procedimiento. Una vez en el interior de las casas, a punta de pistola, las víctimas, entre la confusión por su apariencia y la propia adrenalina dada por la velocidad de los hechos, entregaban todo lo que tenían: dinero y pertenencias de valor.
La banda conformada por siete miembros, entre los que se sospecha se encontraba un ex efectivo de la Bonaerense, tenía un líder curioso: Roberto Mario Orts, alias “Tato”, con domicilio en Caseros, un jubilado de 71 años afiliado al PAMI que carga con antecedentes por robo a camiones blindados desde la dictadura militar, se movió durante al menos seis meses. Hasta el jueves pasado cuando en distintos allanamientos, la Policía Federal los arrestó.
La banda era pesada: contaba con todos los elementos para disfrazar a una entradera como un allanamiento de rutina. En los operativos de su detención ocurridos esta semana, a cargo del fiscal Carlos Hassan de la UFI Nº2 de Ezeiza, los agentes encontraron handys, indumentaria policial como chalecos antibalas y camperas rompevientos. Todos los elementos llevaban insignias de la Bonaerense, la Policía de la Ciudad y la Federal. También, tenían armas de alto calibre, barras de hierro, ganzúas, precintos para maniatar, equipo de ladrón promedio para una entradera. Y algunos objetos de lujo, como dos relojes Rolex. La estética, los modos y la actuación eran idénticos a los de una brigada policial, describieron los detectives que les siguieron el rastro durante esos meses.
“Tato” ya había salido en el diario. Según una publicación de 1978 del diario Tribuna, fue arrestado tras robar un camión blindado en plena dictadura; lo capturaron en Córdoba. A simple vista, luce como un señor de su edad, pero “el abuelo salía a robar con la pistola en mano a la par de sus compañeros”, relató un investigador. Los registros indican que hoy Orts cobra su jubilación en un banco de su zona, más allá de cualquier botín.
Así, los investigadores, en base al entrecruzamiento de llamadas, determinaron que Orts era el organizador, el articulador de la lógica delictiva y el que pensaba los atracos. El fiscal Hassan les imputó cuatro hechos. También se los investiga por un acto de piratería del asfalto en tiempos de COVID-19: en plena autopista robaron un camión que transportaba 100.000 barbijos para un hospital porteño.
El primer hecho que la Justicia les imputó se produjo en la mañana del 19 de julio de 2019 en una casa en la localidad de Canning, en Ezeiza. En esa oportunidad, la banda de Orts violentó la cerradura de la puerta e ingresó al domicilio al grito de “¡policía, policía!” vistiendo chalecos que parecían ser oficiales. Adentro, se encontraba una familia. Inmediatamente un miembro de la banda los apuntó y les dijo que se quedaran en silencio, que no iba a pasar nada, que eran policías, pero que dijeran donde estaban sus pertenencias. La familia en estado de shock les indicó donde se encontraban los elementos de valor. El botín de aquel atraco, según figura en la causa: dinero en efectivo, joyas, ropa, un televisor.
Se llevaron hasta el microondas
Como entraron, salieron. Se movían rápido, explicó una fuente. Los investigadores sospechan que uno de los elementos clave de la banda era uno de sus miembros, Oscar Guillermo Delgado, de 33 años. Se cree que Delgado pertenecía a una fuerza de seguridad. Registros previsionales muestran siete años de empleo en un ministerio de seguridad desde 2012 hasta fines de 2019. Delgado sería la pieza clave para comprender de dónde sacaban las prendas y los modos policiales de actuar.
Casi un mes después de aquel primer robo volvieron a desvalijar otra casa. Fue el 5 de agosto, con la misma secuencia. Quebraron la puerta al grito de “¡policía!” y se llevaron todo lo que pudieron de una vivienda ubicada en el barrio La Unión Ferroviaria, en Ezeiza.
Luego, según los investigadores repitieron la misma escena pero en otra jurisdicción, en una casa del barrio porteño de Recoleta.
Según los detectives encargados de seguirles el rastro durante esos seis meses, en plena cuarentena por el coronavirus, los delincuentes tuvieron que mutar de estrategia. Las entraderas ya no eran redituables, había un negocio más tentador. Entonces se enfocaron en la piratería del asfalto.
Según informaron las fuentes policiales, el grupo liderado por Orts comenzó a seguir camiones que transportaban elementos de suma necesidad ante la pandemia. Así, dieron con la información de un transporte de 100.000 barbijos destinados a un hospital porteño.
Entonces, se desarrolló la misma misma escena, pero ahora montada en la autopista. Tomaron sus disfraces de falsos policías y planearon la faena. Según relataron, disfrazados de agentes, los miembros de la banda frenaron el camión con la excusa de un control de rutina y se hicieron con la mercadería.
Así, la División de Investigaciones Especiales de la PFA acumuló evidencia y el jueves pasado realizó 24 allanamientos en la Ciudad y Gran Buenos Aires, que terminó con el arresto de Orts, Delgado y cinco miembros más de la banda.
Así, el fiscal Hassan imputó a la banda por el delito de robo agravado. Se negaron a declarar y quedaron detenidos.
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