Esta semana, la División Operativa Oeste de la Superintendencia de Investigaciones Federales de la Policía Federal allanó varios domicilios en los barrios Rififí y Del Cañón en la zona de Moreno, en una causa a cargo del fiscal Leandro Ventricelli. Tres personas de la comunidad gitana local fueron detenidas: N., una mujer de 25 años que curiosamente está registrada en los rubros de ventas de cosas muebles de la AFIP ya había sido capturada en San Luis meses antes, fue acusada de ser la líder junto a su hermano J. que también fue arrestado, así como otro hombre de la comunidad, M., sin documento de identidad a su nombre, encontrado en un allanamiento posterior. El delito del que los acusaban: robo agravado, privación ilegítima de la libertad, con una mecánica un tanto temible.
La primera denuncia en su contra data de fines de 2018. Una mujer de la zona de Pilar relató que en un sitio de compra y venta online vio una camioneta usada Volkswage Voyage que le llamó la atención, así que la señó para comprarla. Luego, se reuniría con los dueños para cerrar la transacción. Nada de transferencias bancarias: todo efectivo.
El día de la transacción, la mujer fue acompañada de su hermano. Con la excusa de “ir al registro”, según los captores, la compradora y su hermano fue llevados dentro de una camioneta Renault Kangoo por la fuerza. Terminaron con una pistola en la cabeza y varias voces que les gritaban al oído. La privaron de su libertad y le robaron el dinero. La seña fue de 4 mil pesos, el monto del robo otros 160 mil. Insólitamente, se labraron documentos durante la venta. La Kangoo fue vendida inmediatamente después del hecho.
No solo eso: tiempo después, la mujer recibió una amenaza. Si denunciaba, moría. El truco ya es viejo hasta para el delito reciente, con dealers que arreglan citas para vender estupefacientes en cantidad más allá del menudeo, con un encuentro en la calle y un ladrón a disposición para asaltar al cliente. Pero la privación ilegítima de la libertad y las amenazas le dan otro color a la banda del barrio Rififí. La banda, por otra parte, ofrecía vehículos en varios sitios web.
No fue sencillo para la UFI N°1 a cargo de Ventricelli: seguirle el rastro a la banda requirió intervenciones telefónicas y entrecruzamientos, análisis de informes, seguimientos. El de la mujer de Pilar no es el único caso: hay varios más ligados a la banda en fiscalías de la zona. El tercer miembro de la banda fue capturado en una causa vinculada a otro hecho: lo acusaron de participar de entraderas y otra privación ilegítima de la libertad en el barrio Rififí durante la cuarentena junto a otros seis cómplices. Sus victimas no eran de la comunidad gitana.
En la redada, la Federal incautó una camioneta Ford Ranger con pedido de secuestro, además de cartuchos de escopeta y teléfonos.
Seguí leyendo: