La impunidad de “Sorbete” Lizarraga, el barra que mató a una mujer a tiros y cayó siete años después con el mismo auto que usó en el crimen

Diego Alberto Lizarraga fue detenido en Isidro Casanova tras un seguimiento de la Policía Federal por el asesinato de Laura Goitea, ocurrido en noviembre de 2012. La paradoja de perderse en el sistema

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Lizarraga tras su detención: más de siete años prófugo.
Lizarraga tras su detención: más de siete años prófugo.

La semana pasada, Diego Alberto Lizarraga, alias “Sorbete”, fue arrestado por una vieja cuenta pendiente: la Policía Federal lo detuvo por matar Laura Goitea en noviembre de 2012, una mujer que era su vecina. Con un pedido de captura histórico requerido por la UFI de Homicidios de La Matanza, Lizarraga fue capturado por la división Homicidios de la fuerza en una casa en la calle Marconi al 4200 tras varios días de seguimiento y vigilancia, con una brigada especializad en capturas comandada por un oficial jefe.

Lizarraga no había ido muy lejos, en realidad; la escena de su viejo crimen estaba a pocas cuadras de distancia, en la esquina de Bach y Albarracín. La Federal, irónicamente, lo encontró con el mismo auto que usó el día del crimen, un Chevrolet Astra gris que nunca había sido transferido. Lo había estacionado en su puerta. Nunca lo había destruido en algún basural del conurbano, o vendido en negro para un gemelo o mellizo, o entregado a un desarmadero para que lo desguacen. El Astra seguía ahí.

Así, “Sorbete”, de 29 años, quedó a disposición del Juzgado de Garantías N° 5 de La Matanza a cargo del doctor Gustavo Banco. La causa está calificada como “homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego en grado de tentativa en concurso ideal con homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego”.

Lizarraga tras su captura: se cree que es parte de la barra de Almirante Brown.
Lizarraga tras su captura: se cree que es parte de la barra de Almirante Brown.

Suena complicado, pero la trama es simple: Lizarraga está acusado no solo de matar a Goitea, su vecina, sino de intentar matar a otro hombre de la misma cuadra, un hombre de 26 años. Goitea, de 32 años en ese entonces, no era su blanco, sino ese otro hombre de la cuadra, de 26 años. “A Lizarraga lo habían acusado de ser transa en la zona”, dice a Infobae una fuente histórica del caso: “Y entonces entró a los tiros, una pelea barrial. Goitea murió por error”.

Goitea volvía de trabajar ese día, según información en recortes periodísticos de la época, buscaba juntar dinero para la fiesta de 15 de su hija. El hombre acusado de ser Lizarraga llegó en un auto con un cómplice, Goitea se cruzó en la línea de fuego. La bala entró en su cabeza la mató en el acto.

El tirador había sido identificado, sin embargo, pasaron los años: Lizarraga se convirtió en un nombre más en una de las jurisdicciones más calientes del conurbano. Habían pedido su captura a nivel nacional en 2012 y a nivel internacional en 2017, un requerimiento de circular roja a Interpol. Sus registros previsionales no indicaban ningún trabajo en blanco, los datos de Migraciones no hablan de cruces legales por pasos fronterizos, sin embargo, hay fotos que lo muestran en una tribuna en la Copa América en Brasil el año pasado.

¿Qué lo protegía? ¿Quién? Algunos dicen que “Sorbete” que era parte de una facción de la barra de Almirante Brown, sin ninguna jerarquía importante. “Lo cuida la familia”, dice un histórico en La Matanza, que menciona vínculos pesados como presuntos punteros en la villa San Petersburgo. Otros hablan del prontuario del padre de “Sorbete": en 2016, Raúl Andrés Lizarraga fue a juicio en un tribunal de San Martín con un ex presidente de un colegio de abogados de La Matanza como defensor por matar a un hombre a tiros cinco años antes en González Catán, el reclamo del saldo de un robo era el móvil, según un viejo cable de Télam. El crimen fue despiadado, con cierta elaboración: itakas, un handy, hasta un chaleco antibalas, una banda de 15 personas.

Lizarraga padre había sido concejal por el PJ en su municipio: le dieron perpetua.

Así, Sorbete se escondía a simple vista. ¿Cuántos trámites hizo en más de siete años? ¿Cuántos controles atravesó? ¿Abordó algún micro alguna vez? ¿Con qué nombre?

“¿Querés la realidad?”, dice otro investigador: “A veces, tipos como éste son un nombre más. O sea van a Paraguay, o se esconden en la impunidad. Pero tarde o temprano, caen".

El auto de Lizarraga, encontrado por Homicidios de la PFA.
El auto de Lizarraga, encontrado por Homicidios de la PFA.

La división Homicidios había recibido el pedido de colaboración de la Justicia de La Matanza semanas atrás en una lista de casos, un nombre de imputado y una reseña breve. El caso de Lizarraga llamó la atención, un hombre sin una organización criminal detrás, en una causa sin movimientos, en una jurisdicción sobrecargada de expedientes.

Llegaron a él en poco tiempo, una semana de trabajo y seguimiento: el perfil de Facebook de una ex novia lo mostraba, una foto en 2012. Su perfil fue descubierto poco después, usaba un nombre completamente distinto. Así, empezaron a buscar domicilios registrados, sus vínculos inmediatos. Tenía una novia, que fue otra pista para encontrarlo.

Dos móviles le cortaron el paso a “Sorbete” el día de su captura. El acusado cerró la boca y se dejó esposar.

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