Lucas Adrian Bustos, de 23 años, fue arrestado el martes pasado en su casa de Capilla del Monte, acusado de ser el principal sospechoso de estrangular a Cecilia Gisela Basaldúa, la mujer de 35 años oriunda de Buenos Aires que había desaparecido el 5 de abril pasado en la ciudad cordobesa: su cadáver fue encontrado en un basural de la zona casi tres semanas después, con signos de avanzada descomposición.
A Bustos, sin embargo, su familia lo defiende: apuntaron contra la policía local, aseguran que Bustos en realidad es un “perejil”. La familia de la víctima piensa lo mismo. Los Basaldúa creen que Bustos no fue el autor del crimen.
Pocos minutos antes de que llegue la Policía de Córdoba a su casa a colocarle las esposas para llevárselo, Bustos revolvía cemento, cal y arena con un poco de agua. Continuaba el trabajo que tenía desde que había comenzado la cuarentena. Construir una pared en la casa a su madre a metros de la suya.
Bustos sabía lo que hacía. Es albañil de oficio y antes de que comience el confinamiento total todos los días se trasladaba al centro de Capilla del Monte a trabajar en un obra. El imputado vive junto a sus cuatro hermanos en un lugar conocido como “el camino a Los Mogotes”, ubicado a 2 kilómetros de la ciudad y a 3 de donde hallaron el cuerpo sin vida de Cecilia, tras 20 días de una intensa búsqueda. Los Mogotes es una zona turística, ubicada medio del monte donde hay distintas atracciones naturales para visitar; caminatas y ríos. Allí, residen los Bustos.
El mismo día que Lucas fue detenido, los policías ya habían ido a la casa familiar para hacer averiguaciones. Les preguntaron si sabían algo, si habían visto a alguien sospechoso, pero ellos no sabían nada, dijeron. Entonces alrededor de las 3 de la tarde, los policías volvieron a aparecer por la calle de tierra. Esta vez con la orden judicial en sus manos para detener a Lucas y Santiago, otro hermano. En el escrito decía que Lucas Bustos era el primer señalado por el crimen.
Inmediatamente los subieron a los patrulleros y se los llevaron detenidos a la comisaría de Capilla del Monte. La fiscal del caso, Paula Kelm, había imputado a Bustos como el principal sospechoso de estrangular a Basaldúa 20 días atrás en la cercanías de su casa.
Sin embargo, la familia de Bustos relata otro historia. Lo defiende. Apunta contra la policía local. Denuncia que lo sometieron a una golpiza para que se adjudique un crimen que, según ellos, nunca cometió. Dicen que es un “perejil”. La Justicia, por otro lado, secuestró del domicilio de Bustos distintas pertenencias del joven, principalmente ropa: remeras, pantalones y calzoncillos, que son un material “importante para la investigación”, relató una fuente del caso.
Infobae se comunicó con su hermana, Valeria, de 32 años, que vive con él. La mujer dio su versión de los hechos. “A las 3 de la tarde, los policías volvieron porque necesitaban llevarse a Lucas y a Santiago. No dijeron que se los llevaban porque querían que hicieran una declaración jurada. Querían que ellos dejen asentado que no habían visto ninguna persona cerca del lugar el día del hecho. Después, volvieron y dijeron que Lucas había confesado que la había asesinado”.
Según fuentes judiciales, Bustos fue acusado del femicidio tras la recolección de testimonios en el lugar. Además, porque para llegar a aquel lugar donde fue hallado el cadáver de la joven “había que conocer el terreno”.
Según Valeria, su otro hermano, Santiago, de 27 años, quien también había sido llevado a declarar, le contó que dentro de la comisaría los golpearon para que confesaran el femicidio. “Les pegaron a los dos a en la cabeza para que digan que ellos habían sido. De hecho jugaban con eso. Primero iban con Santiago y le decían que Lucas había confesado que él había sido, después lo mismo del otro lado y así. Pero ninguno de los dos asumió algo que no habían hecho a pesar de la golpiza que recibieron”, dice.
Valeria además de relatar el supuesto motivo de por qué estaría detenido su hermano, ahondó en su personalidad y su vida. “Mirá, Lucas no le puede pegar a nadie. Es inofensivo. Siempre está en la casa. No sale y nunca ha tenido relaciones con ninguna chica. Que le hagan un análisis y van a ver que es virgen”, lanza.
Y sigue: “Para que se den una idea nosotros lo jodemos con que es virgen, ‘vas a tener 40 años y nunca vas a estar con nadie’ y él nos responde siempre 'que está esperando a la mujer ideal’”.
Bustos, según la hermana, era consciente de la violencia de género y se mostraba en contra.”Nosotras somos seis hermanas y siempre nos defendió. Nunca dejó que nadie nos maltrate. Tampoco llegó nunca a un hecho de violencia, pero sí nos defendía. Era muy tranquilo él, callado en general”, cuenta.
“Siempre decía que a una mujer no hay que faltarle el respeto”, agrega. Valeria recordó el caso de Mariela Martí, quien había desaparecido en la misma zona durante 14 días, que después de hallado el cuerpo se descubrió que se había caído de un barranco: ”Cuando la estaban buscando, Lucas decía que ‘ojalá la encuentren bien’”.
Ayer por la tarde se realizó una marcha en la plaza central de Capilla del Monte donde la familia de la víctima reclamó justicia por Cecilia. Allí, el padre de la joven, Gabriel, tomó el micrófono para hablarle a la gente que se había movilizado junto a ellos. “No voy a parar hasta que paguen los culpables, no los pichis”. La referencia era a Bustos mismo.
Según pudo saber este medio, la familia de Cecilia duda del trabajo realizado por la fiscal. Les resulta extraño que durante 20 días se buscó con vida a la joven, se la encontró en un basural muerta y en dos días se resolvió el caso del femicidio. No les cierran determinados aspectos de la pesquisa porque no aparecen, piensan, una serie de pruebas que lo marquen al joven como el femicida. “Que la Justicia sea clara en cuanto a las responsabilidades del acusado y que lo sea también en cuanto a las pruebas que están determinando su culpabilidad”, sostuvieron.
Mientras tanto, Bustos está alojado en la comisaría de Capilla del Monte a la espera de ser indagado frente al brutal hecho que se le imputa. La fiscal Kelm está a la espera de más informes que terminarán por llevar a juicio al joven o darle la libertad.
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