El miércoles pasado, el motín más violento y caótico de la historia bonaerense reciente estalló en la Unidad N°23 de Florencio Varela, luego de que un grupo de presos se subieran a los techos alarmados por un audio de WhatsApp que aseguraba que se contagiarían “todos de coronavirus”, atribuido a un supuesto médico del penal. Así, comenzó la respuesta de los guardias penitenciarios: balas de goma. Uno a uno, varios pabellones comenzaron a sumarse al disturbio. Un preso terminó muerto sobre los techos del pabellón 6, Federico Rey, de 23 años, un joven de la zona condenado por robo.
El caso se investigó desde el comienzo como un homicidio, el expediente a cargo de la UFI N°9 de Florencio Varela. Se ordenó una autopsia en la Morgue Judicial de Lomas de Zamora. Los penitenciarios habían declarado a sus superiores que Rey había muerto a puñaladas. La autopsia a su cuerpo encontró una bala de plomo.
En el fin de semana, Infobae reveló cómo una penitenciaria del lugar entregó a la división Asuntos Internos del SPB tres cartuchos vacíos de postas rojas de plomo que un jefe de la cárcel -cuya cúpula fue decapitada tras la autopsia- le había dicho, según su propio testimonio, que “los haga desaparecer”. Esos cartuchos, que habían sido originalmente encontrados entre dos garitas del muro del penal, la 2 y la 3, fueron entregados a la Justicia, que comenzó con varios procedimientos este fin de semana.
Así, la Justicia de Quilmes ordenó que tres oficiales penitenciarios sean arrestados en el marco de la investigación. Se pidieron tres allanamientos, dos en La Plata y uno en Santa Teresita. Así, según confirman fuentes del caso, quedaron detenidos un subprefecto y un prefecto mayor, acusados de participar en el encubrimiento por deshacerse de las pruebas.
Una alcaide mayor, con rango y jerarquía superior a los otros arrestados, fue la acusada de disparar: Eliana Heidenreich, jefa del Grupo de Asistencia y Seguimiento, con domicilio en La Plata, de 33 años, empleada del Ministerio de Justicia bonaerense desde 2012 según registros previsionales.
Tras estar varios días prófuga, luego de que su defensa planteara un pedido de eximición de prisión que fracasó, Heidenreich se presentó esta tarde para entregarse en la DDI de La Plata, según confirmaron fuentes de la causa a Infobae.
Heidenreich se presentó en compañía de su abogada: será indagada mañana a las 15 horas en la UFI N°9, con la fiscal interina Roxana Giménez y el ayudante Cristian Granados. Su imputación es la de homicidio agravado. Sus dos cómplices están acusados de encubrimiento agravado.
Así, Heidenreich deberá responder por el centro del enigma en su contra: qué hacía una jefa de área, una oficial de rango, con una escopeta calibre 12/70 cargada con plomo sobre el muro en un motín, tirándole a matar a un detenido.
Para la fiscalía, su investigación apunta claramente a Heidenreich como la autora material: varios testimonios de penitenciarios y presos la señalaron. Giménez y Granados subieron al muro a ver el cadáver de Federico Rey. Allí, los presos desde los pabellones gritaban: “Fue una mina, fue una mina”. Daban las características físicas de la penitenciaria. Esa fue la primera clave para llegar a acusarla.
Por lo pronto, la UFI N°9 tiene una explicación sobre qué hacía Heidenreich en la pared alrededor del penal. Se habla de una alarma general que obliga en situaciones de crisis a enviar a las penitenciarias femeninas a los muros, donde se ubican las garitas en donde se guardan las escopetas antitumulto. Lo cierto es que después del disparo, si es que es la autora, la alcaide mayor no volvió a ser vista, dejó su lugar de trabajo. Hay, por otra parte, otro detalle inquietante: la UFI N°9 no tiene elementos para vincularla al encubrimiento, pero encontraron una relación sugestiva. La pareja de Heidenreich también trabaja en el penal, otro penitenciario, de alto rango, en otro sector.
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