La historia de coimas y chantajes detrás de la caída de un subcomisario de la Bonaerense

Carlos Costilla, parte de una pequeña dependencia en la periferia de La Plata, fue aprehendido tras ser acusado de aliarse con un ladrón para quitarle 80 mil pesos a un chico de 18 años y armarle una causa falsa

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La Comisaría N°16 de Villa Ponsati, donde estaba destinado Costilla Blanchod.
La Comisaría N°16 de Villa Ponsati, donde estaba destinado Costilla Blanchod.

Carlos Armando Costilla Blanchod es un policía, 34 años de edad, rango de subcomisario, el segundo jefe de la 16° de Villa Ponsati, una pequeña dependencia en la periferia de La Plata, también integra la sociedad que controla un restaurant, pero, más que nada, Costilla Blanchod es un policía. Leandro Vergara, dicen fuentes judiciales, es un ladrón, oriundo de Berisso.

Ambos no deberían conocerse, o no deberían conocerse más de lo estrictamente necesario. Hoy, los dos están presos, aprehendidos en la misma causa bajo la calificación de tentativa de extorsión y cohecho.

Una fiscal, Cecilia Corfield, los investiga. Supuestamente se aliaron, de acuerdo a la acusación en su contra. Todo empezó con la denuncia de un chico de 18 años, platense también, que se había cansado. Llamó a la línea 0800 destinada para denuncias a personal policíal, que llega directamente al área de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad de Buenos Aires. La denuncia, entonces, fue derivada a la fiscal Corfield, en turno en ese momento. La Auditoría de Asuntos Internos montó el operativo para detener al subcomisario.

En su denuncia, a la que accedió Infobae, el joven relató cómo el 3 de abril pasado le secuestraron su moto, una Honda Titan, por una infracción de tránsito. Entonces, apareció Vergara con un trato raro: le pidió 10 mil pesos para conseguirla de vuelta. El chico pagó. Poco después, Vergara volvería a verlo. Llegó a su domicilio con un planteo más curioso todavía: 20 mil pesos, o conseguiría que le armen una causa falsa.

El 23 de abril, el chico fue allanado, supuestamente bajo la orden firmada de una fiscalía platense. Le secuestraron partes de una moto, 24 gramos de marihuana, lo que le valió un expediente por tenencia de drogas y averiguación de ilícito.

Así, Vergara se puso hambriento. Pidió más: 50 mil pesos. El chico de 18 años denunció a Vergara, que cayó en una entrega controlada de la plata.

Según fuentes policiales, la prueba del presunto pacto entre subcomisario y ladrón estaba en la Comisaría N°16 misma: un registro indicó que Costilla Blanchod se la había entregado, efectivamente, a Vergara.

Ambos detenidos aseguran fuentes del caso, todavía no fueron indagados por la fiscal Corfield. No solo cayó Costilla Blanchod, que fue desafectado: el escándalo le costó el puesto al jefe del servicio de calle de la N°16, con jerarquía de sargento. También, aseguran fuentes policiales, fue detenido.

La ira sigue en Tribunales. El allanamiento al chico chantajeado se convierte en un problema. El fiscal de la causa obró con información policial y pidió el procedimiento al juez de garantías que lo autorizó. Se investigaba, según fuentes, “un robo de una moto”. Ahora, ese mismo fiscal planea citar a todos los que participaron en el procedimiento para indagarlos por el delito de falso testimonio. Los policías que participaron incluso habían pedido que el chico quede detenido, algo que se denegó.

En medio de la pandemia por el coronavirus, y en una atmósfera de motines en penales a lo largo del país, la fuerza provincial registró dos fugas de sus comisarías en el curso de un mes. El domingo pasado en la N°4 de Llavallol, ocho detenidos limaron las rejas y huyeron tras amenazar a una efectivo, tres fueron recapturados y cinco siguen prófugos. Otros seis presos se escaparon a fines de marzo de la Comisaría 5° en el barrio La Cañada de Quilmes. Limaron una reja de un conducto de ventilación y llegaron a la calle tras treparse a una terraza y saltar. Cuatro de ellos fueron recapturados poco después. La huida fue reportada por los propios policías de la seccional tras hacer un recuento de rutina en las celdas.

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