Mónica María Rímolo, alias “Giselle”, le tiene miedo al coronavirus, le angustia, pero al mismo tiempo quiere utilizar ese temor para salir de la cárcel y volver a su casa. Por eso la falsa médica, que en 2012 fue condenada a nueve años por homicidio culposo y ejercicio ilegal de la medicina, entre otros delitos, pedirá la prisión domiciliaria a pesar de que no le correspondería. La ex mujer de Silvio Soldán purga su pena en la cárcel de mujeres de Ezeiza, bajo el programa “Prisma”, dedicado a personas con afecciones psiquiátricas, donde se encuentra Cristian Álvarez, “El Pity”. “Lo vamos a presentar apenas se levante la feria extraordinaria y se abra el juzgado”, confirmó su abogado a Infobae.
Si bien Rímolo no está incluida dentro de la lista de más de mil detenidos que confeccionó el Servicio Penitenciario Federal con los reclusos incluidos en grupos de riego por edad o diagnósticos de salud, la defensa considera que por haber cumplido más de la mitad de la pena y por estar cerca de las salidas transitorias estipuladas por la ley el pedido está justificado y por eso aseguran que harán la presentación apenas se levante la feria extraordinaria por la cuarentena.
“En caso de que haya algún contagio en el penal, haremos el pedido mediante un hábeas corpus, de lo contrario esperaremos a que se abra el juzgado para realizar el pedido por miedo al contagio. En este mes le correspondían las salidas transitorias y a fin de año la libertad condicional, por lo que creemos que puede acceder al beneficio”, señalaron a Infobae fuentes de la defensa comandada por el doctor Roberto Schlagel.
La médica trucha, que se presentaba como nutricionista, homeópata y psicóloga, cayó en desgracia en 2001 cuando una cámara oculta del programa Telenoche Investiga entró en su clínica privada “Cidene” y la registró mientras recetaba medicamentos de contrabando. En la investigación posterior se comprobó que no tenía título de médica o de ninguna de las especialidades que ostentaba.
La denuncia en la Justicia fue impulsada por la familia de Lilian Díaz, una mujer de 41 años que el 30 de junio de 2001 falleció producto de los medicamentos que le había recetado Rímolo. Recién un año más tarde, Giselle fue detenida en su departamento de Belgrano, pero quedó en libertad tras pagar una fianza de $300 mil. Tres años más tarde, en 2004, y luego de su procesamiento, volvió a ser detenida y nuevamente excarcelada por una fianza que esta vez llegó a los $100 mil.
Esperó el juicio en libertad y en el año 2012 recibió una condena a nueve años de prisión por parte del Tribunal Oral Criminal N° 7 por los delitos de homicidio culposo, ejercicio ilegal de la medicina, estafa en setenta ocasiones y tráfico de medicamentos peligrosos, aunque quedó en libertad a la espera de que la condena quedara firme.
Esa confirmación llegó en noviembre del 2017. La Corte Suprema de Justicia, bajo la firma de los jueces Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti, consideró “inadmisibles” los últimos recursos presentados por la defensa. Recién un mes después, y tras el rechazo del pedido de domiciliaria por parte de la jueza de ejecución María Jimena Monsalve, la condenada fue alojada en el penal de Ezeiza.
La vida en la cárcel
Rímolo estuvo detenida tres veces en Ezeiza. Las del 2002 y 2004 las pudo esquivar con las fianzas hasta llegar a la del 2017 que fue la definitiva tras la condena. En su primer pasaje por el penal, según contó su compañera María Prieto en su libro Crónicas Tumberas, Rímolo tenía un séquito de presas que la seguían a todos lados y le hacían las veces de “estilistas”. Para ello, la presa famosa había realizado un “pacto de damas” por el cual ella debía pagar por esos servicios. Nunca lo hizo. Al momento de ser excarcelada creyó que nunca volvería y que su deuda quedaría en el olvido. Se equivocó.
Cuando regresó en 2004 al mismo pabellón, las internas la estaban esperando y le hicieron pagar su traición. Rímolo denunció golpes, torturas y vejaciones. Entre otras cosas aseguró haber sido violada con un palo de escoba. Incluso sus letrados dijeron que tras esa situación sufrió un estrés postraumático y que se había quedado pelada porque le habían arrancado los pelos a tirones.
Ahora la vida de Rímolo en la cárcel es más apacible. Según indicaron fuentes penitenciarias a Infobae, la ex falsa médica estudia y se dedica a la limpieza del pabellón donde se aloja. Realiza cursos de computación y de pintura letrista, lo que le permitirá reducir algo su pena por el artículo de la ley de ejecución penal que habla de “estímulo educativo”. Si bien está medicada por sus diagnósticos mentales, sus abogados aseguran que está mejor de salud y que ya no visita tan seguido el hospital del penal.
Hasta la llegada de la pandemia al país, una sola persona la visitaba religiosamente tres veces por semana: su marido, el abogado Juan Gainedu, que siempre creyó en su inocencia y no dejó de llevarle comida y libros a la cárcel. “Desde la muerte de su hermano solo le quedó su marido. Es el único que la estaba visitando. Le afecta el hecho de que se cortó el vínculo, pero la realidad es que estaba muy entusiasmada con el tema de las salidas transitorias. Ahora eso se retrasó por el tema del coronavirus. Igualmente cuando se abra el juzgado vamos a pedir directamente la domiciliaria por el peligro de contagio”, dice una fuente de la defensa.
Si bien no tiene grandes “amigas tumberas", su relación con el resto de las internas ahora es buena. Su fisonomía es completamente diferente a la que la gente recuerda. Ya no se tiñe el pelo de rubio y las arrugas ganaron espacio en su cara por el paso del tiempo. Inclusive, ya no utiliza asistencia para caminar desde el año pasado, cuentan algunos penitenciarios que la frecuentan. Desde que ingresó se movía con un andador.
Si bien ella siempre se encargó de pregonar su inocencia, ahora sus pensamientos pasan por otro lado. Está entusiasmada y con ansias de volver a la casa de su marido. La misma vivienda a la que acudió la Policía Federal para detenerla en diciembre del 2017. Desde su entorno grafican su optimismo: “Cree que puede reinsertarse en la sociedad ayudando en el día a día a su marido en el estudio de abogados”.
Así, en medio de motines carcelarios y tensiones por los pedidos de liberación de presos, la defensa jugará sus chances.
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