Thiago Orellana, de 6 años, solía jugar entre los hornos carboneros en Las Delicias, un pequeño pueblo de 200 habitantes de Santiago del Estero. El 15 de abril, poco después de las 10 de la mañana, luego de subirse al techo de uno de los hornos, Thiago perdió el equilibrio y cayó al interior del respiradero cuando aún crepitaban las llamas de uno de los hornos. El fuego lo envolvió y devoró hasta el último rastro. No quedó nada.
¿Qué hacía allí Thiago? De lunes a viernes, su padre y su madre, Daniel y Micaela, iban a trabajar a unos hornos de carbón vegetal de la zona, pertenecientes al dueño del campo donde vivía la familia. Los dos operarios carboneros, junto a sus cuatro hijos, se quedaban a dormir ahí. Thiago, un típico chico curioso que solía correr, investigar y jugar con su entorno, se escabullía y convivía con ese escenario.
“Venía a pedirme cosas al negocio. Era muy inquieto, un chiquito muy distinto a los demás. La madre siempre me decía ‘atendelo a Thiago’ porque siempre iba a mi heladera y me sacaba cosas como yogures o helados", describió a Infobae César Jiménez, el presidente del club social de Las Delicias.
Jiménez mantiene un vínculo con la familia y la madre de Thiago. Les suele alquilar un sector del club, donde los sábados y domingos a la noche instalaban un carro de comida para venderles a los vecinos.
"Era travieso, calculo que por eso se trepó al horno”, comentó el hombre.
La policía de la localidad fue alertada y llegaron al horno, donde se encontraron con el padre del chico, visiblemente consternado. Un hombre de la localidad, un tío de Thiago que trabajaba en los hornos, fue señalado como el último en verlo con vida, según información de las autoridades santiagueñas.
Poco se sabe de las circunstancias en las que falleció Thiago. Nadie escuchó ni vio cuando se subió al incinerador y entró por la abertura superior, que se conoce como “pico”. El hombre que lo vio por última vez aseguró que “posiblemente cayó al horno porque sintió una explosión y al mismo tiempo salía gran cantidad de llama por la parte superior del horno”, según indicó una fuente policial a Infobae.
Las autoridades creen que Thiago cayó por la abertura superior. Los conocedores del arte del carbón saben que cuando el fuego asciende de manera brusca –como ocurrió tras la desaparición del niño– es porque algo entró en combustión. El calor alcanza temperaturas de entre 400 y 700 grados y rápidamente reduce lo que toca a cenizas.
Cuando llegó una ambulancia a Las Delicias, un hecho poco frecuente en un paraje rural, la preocupación comenzó a instalarse. Tras dar la voz de alerta, los vecinos y operarios se acercaron solidariamente a apagar el fuego. El municipio consiguió camiones cisterna, pero los esfuerzos no lograron revertir el resultado. Horas después, los Bomberos Voluntarios de Clodomira pudieron apagar las llamas pero solo quedaban cenizas. Los trabajos de pericia criminalística empezaron cerca de las 13 horas.
“No se encontró nada, solo un disco de acero que es de la parte de arriba del horno. Era imposible que se salve”, comentó Jiménez. “Estamos consternados por esta tragedia, nos golpeó a todo el pueblo”, cerró.
Tras la tragedia, la familia intentaba organizar un velorio en plena cuarentena por el coronavirus. La investigación judicial quedó a cargo del fiscal Ramón Alfonzo. Lo que sigue en materia judicial es la instrucción de las pericias y la reconstrucción de cómo Thiago pudo subirse a un horno en estado de ebullición que ardía desde hacía siete días. Según la prensa local con medios como Nuevo Diario, una de las paredes cedió.
Luego, los bomberos extrajeron el carbón del horno: un antropólogo forense informó que entre los restos encontró apenas seis piezas que podrían ser los restos de los huesos del menor.
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