La violencia machista no se detiene en la cuarentena. Luego de que el observatorio Ahora Que Sí Nos Ven anunciara un femicidio cada 32 horas desde el comienzo del aislamiento ordenado por el decreto presidencial, luego del hallazgo de los cuerpos de Priscila Martínez sepultada bajo la cama de su tío en La Banda, Santiago del Estero, del cuerpo de la docente Jesica Minaglia en Piedra Buena, provincia de Santa Cruz, un tercer caso llega en un lapso de 24 horas.
Olga Verón, de 37 años, madre de cuatro hijos, fue estrangulada hasta la muerte el lunes 13. Su marido, Víctor Cáceres, fue detenido. El caso quedó a cargo del fiscal Federico Soñora.
Ambos compartían una casilla sin numeración en el barrio Cuartel V de Moreno, el mismo municipio en donde ayer por la madrugada fue encontrado el cadáver de Camila Tarocco, en un baldío del barrio Las Catonas, luego de una semana de haber desaparecido.
Cáceres, pareja de Verón, un agricultor oriundo de Paraguay tal como ella, reportó a las autoridades que su pareja había muerto “de un accidente”, que la encontró “tirada en la entrada del baño” y que “no respondía". La autopsia al cuerpo, realizada en el Cuerpo Médico Forense de San Martín confirmó lo contrario. Investigadores del caso citados por la agencia Télam aseguraron que Verón fue ahorcada en su habitación.
Cáceres, por su parte, será indagado mañana. Todavía se esperan los resultados de la indagatoria a Ariel González, ex pareja de Camila Tarocco, un caso a cargo de la fiscal Luisa Pontecorvo.
De vuelta al crimen de Olga Verón, no todo es tan lineal como parece. Por lo pronto, Soñora, según fuentes del expediente, no cuenta con otra prueba para imputar a Cáceres por un femicidio más allá de la autopsia misma: no hay otras marcas en la casa, signos de lucha, historial de violencia previo.
Verón y Cáceres tenían una hija de 14 años en común: la menor, en una breve declaración, aseguró lo mismo que su padre.
“Yo estaba en mi habitación y escuché un ruido en el baño. Mi mamá estaba tirada en el piso. Lo fui a buscar a mi papá que la intentó reanimar pero no pude”, aseguró la menor a la Policía Bonaerense y al fiscal Soñora, según el testimonio al que accedió Infobae. Esta versión coincide con lo que dice Cáceres: que él estaba afuera y escuchó los gritos de su hija e intentó ayudar a su mujer.
Olga, según fuentes, fue llevada al Hospital de José C. Paz por dos vecinos. Cuando llegaron le dijeron a los médicos que el marido de la mujer les había dicho que ella se había desvanecido en el baño y se había golpeado la cabeza.
Soñora, sin embargo, pidió buscar registros de violencia previa, mandó a Policía Cientifica a la casa, se entrevistó con la hija de 14 e informalmente con el marido. Hasta el informe de autopsia nada hacía pensar que esto podía ser un femicidio. El relato del padre y la hija coincidía, las pruebas de luminol dieron negativo, los vecinos no hablaban de violencia de género, no había ninguna denuncia previa. El forense a cargo del estudio al cuerpo, inequívocamente, le informó por teléfono: “asfixia por estrangulamiento”. El golpe en la cabeza existió. Ocurrió, aseguró el forense, mientras la mujer agonizaba.
Al saber esto, Soñora ordenó allanar de urgencia la casa de Cáceres. Se secuestraron los celulares de Olga, cuyas pericias ya comenzaron, así como el del acusado. La escena fue analizada por segunda vez: no se encontró nada relevante. Los vecinos también declararon: varios juraron que nunca vieron escenas violencia de género aunque todos coinciden con que el hombre era propenso a beber. Solo uno en la cuadra habló de actitudes machistas.
Más allá de las pocas pruebas y más allá de la autopsia, lo más curioso de todo para la Justicia es la coincidencia en el relato de la hija mayor y del hombre. Por eso se ordenó para mañana una pericia psicológica para los 4 chicos de 14, 10, 8 y 5 años. Lo que digan podrá ser determinante, aunque no se espera un resultado inmediato: la pandemia del coronavirus puso un freno importante al aparato de pericias del país.
Según fuentes de la fiscalía, se trabaja para encontrar más pruebas. Por el momento lo único que se tiene como prueba para mantenerlo detenido es la autopsia. La Justicia corroboró de distintas maneras que en la casa sólo habían 6 personas. La víctima, su marido y sus 4 hijos. “Olga Verón era una mujer corpulenta. Ninguno de los hijos podría haberla lastimado por la diferencia física. Solo nos queda una persona", dice un investigador clave.
Los chicos, por lo pronto, quedaron a cargo del servicio de niñez de la Municipalidad de Moreno.
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