Coronavirus, cumpleaños y el odio al ser humano: la tenebrosa vida del “hombre gato”

Gilaf Gil Pereg cumple hoy, 16 de abril, 39 años. El hombre detenido por el femicidio de su madre y su tía no habla con nadie

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El femicida Gil Pereg cumple detenido y creyéndose gato 39 años (Télam)
El femicida Gil Pereg cumple detenido y creyéndose gato 39 años (Télam)

No tendrá regalos. Ni llamadas. Y quizá nadie que lo recuerde. Tampoco le harán una torta. Ninguno de estos detalles parecieran importarle a Gilad Gil Pereg, el hombre que hoy cumple 39 años y está preso por los femicidios de su madre y su tía, actúa como un gato: los humanos le generan rechazo, come alimentos felinos y lo único que quiere es salir para estar con sus 37 hijos. Así llama a sus gatos y gatas que crío en una casa de media manzana en al que vivía en condiciones inhumanas.

El hombre que nació en Petaj Tikva, una aldea de agricultores de Israel, no ve ni habla con sus abogados desde antes de la cuarentena por el COVID-19. Este virus le genera pánico: tiene miedo de ser contagiado. Siente que él predijo todo lo que ocurre en el mundo: calles desiertas, la reaparición de animales que antes no se veían, cielos más claros por la falta de polución y lagos más claros.

El doble femicida de las turistas israelíes actúa como un gato en la cárcel

"Lo que hacen las criaturas de dos patas (como llama a los humanos) está todo mal. Porque piensan que son dioses y todos los otros son esclavos. Yo vi en una fábrica como decapitaban gallinas y mataban vacas. Contaminan la naturaleza. Y cortan árboles, que tienen su vida, para hacer papel. Hace 200 años el mundo estaba lleno de árboles. Hace 100 años en África había un millón de leones. ¿Saben cuántos hay hoy? Menos de dos mil. Las criaturas de dos patas matan a las hormigas, a las cucarachas y a los gatos", opina el acusado.

Gil Pereg fue detenido el 25 de enero de 2019 en su casa de Guaymallén, Mendoza, a 1100 kilómetros de Buenos Aires. Vivía solo en un predio de dos manzanas junto a 37 gatos.

Un día después, la Policía mendocina encontró enterrados en la casa de Pereg los cuerpos de su madre Pyrhia Saroussy, 63 años, estrangulada, y su tía Lily Pereg, de 54, asesinada de tres tiros. Habían ido a visitar a Pereg el 11 de enero. Su madre desde Israel y su tía desde Australia.

"La escena del crimen era tenebrosa. Todo en ese hombre misterioso era tenebroso. Vivía en la mugre", dice una fuente policial.

No está claro el motivo del viaje, pero los investigadores creen que sus familiares estaban al tanto del modo de vida de Gilad y pretendían internarlo o que regresara a su país. Las mujeres fueron buscadas durante dos semanas. Pereg hizo la denuncia ante la Policía por las desapariciones y hasta les pidió a los camarógrafos y a los periodistas que lo acompañaran a la villa situada a la vuelta de su casa. Y acusó a una familia de haber secuestrado a sus familiares. “Acá hay mucha inseguridad”. Incluso ante las cámaras puso en venta su casa.

Pereg es un hombre desgarbado, de un metro noventa, rapado (a un vecino le dijo que se había cortado el cabello porque venía de visita su madre), con cara angulosa y que siempre vestía con una remera sucia y vieja, bermudas y unas sandalias. Está detenido en la cárcel de San Felipe, aislado, en una celda.

Un video casero grabado por un guardiacárcel lo muestra desnudo reptando y maullando como un gato. Varias veces fue a tribunales y actuó como si fuera un gato. Es más, llegó a decir que tenía relaciones sexuales con su madre y con sus gatas. “Quería crear una raza híbrida, lejos de las criaturas de dos patas”, se justificó.

Víctimas: Pyrhia Saroussy y Lily Pereg, la madre y la tía del asesino.
Víctimas: Pyrhia Saroussy y Lily Pereg, la madre y la tía del asesino.

Es más, le pidió a los jueces de su caso: “No me juzguen como un ser humano, sino como un gato”. Además pidió que le llevaran sus gatos a la celda o lo llevaran a una jaula de un zoológico con todos ellos.

Uno de sus abogados, Maximiliano Legrand, pidió que su defendido sea trasladado al psiquiátrico del penal de Ezeiza. “Las pericias son claras: es inimputable”. En cambio, la fiscal Claudia Ríos opina lo contrario: “Actúa como gato cuando se encienden las cámaras, está ubicado en tiempo y espacio y comprende el proceso”.

El psiquiatra forense Mariano Narciso Castex, uno de los peritos que lo examinó a pedido de la defensa, dictaminó que padece licantropía, es decir: un ser humano que se siente animal. Al menos seis casos como este fueron analizados por la Universidad de Harvard (hombres que se creían monos, chanchos, lobos y perros) y Sigmund Freud se refirió en su libro Tótem y Tabú al niño que se creía gallo.

“Es inimputable de acá a la China. Nadie escuchó las amenazas, las estafas, las persecuciones que dice haber sufrido. Nadie puso su tiempo a merced de escucharlo y analizarlo. Como buen loco, lo han perseguido”, opina Castex.

En la cárcel donde está detenido se mantiene alejado del resto de la población carcelaria. No quiere bañarse porque dice que es gato, por las noches maulla y la última vez que llamó a sus abogados, justo antes de la cuarentena, les pidió que fueran a verlo urgente. En ese penal los presos fabricaron mil barbijos, pero él se mantuvo al margen de esa actividad. No hace nada. Pasa sus días oscuros encerrado en su celda. “Quiero matarme, por más que trate de evitarlo será así”, repite.

En Israel estuvo internado dos veces en un psiquiátrico. La primera vez cuando le dieron de baja en el Ejército. La segunda fue después de que corriera desnudo en un campus universitario. En Mendoza, Pereg vivía como un indigente pese a que era prestamista y la Policía le secuestro cerca de un millón de pesos.

Pereg vivía como un indigente y junto a 37 gatos.
Pereg vivía como un indigente y junto a 37 gatos.

"En un solo año perdí totalmente la cabeza. Volví a la casa de mi mamá y entré adentro de la habitación y no salí de durante seis meses. Estaba encerrado así agarrando la cabeza, así, así en la cama y frente a mis ojos tenía la imagen de un chivo. Lo único que tenía frente a mis ojos era ese chivo, el chivo, vivo, tiene vida, camina. Es una criatura que tiene valor. El chivo vino a mi habitación y estaba ahí conmigo. Y yo entendí el lloramiento del chivo, como él dice ‘mi vida, mi vida vale, mi vida vale ¿por qué me están matando?, ¿qué hice mal?'”. Ese día, refiere Pereg en las pericias, dice que se le presentó un gato enorme que le salvó la vida. Al que llama Badhus.

El “hombre Gato” lleva más de un año detenido en la cárcel de San Felipe, Mendoza.
El “hombre Gato” lleva más de un año detenido en la cárcel de San Felipe, Mendoza.

Iba al cementerio porque me gustaba ver a las criaturas de dos patas muertas. ¡Y pensé que esas criaturas de dos patas muertas ya no pueden hacer más daño a los vivos! Y ahí comprendí el ciclo de la vida y de la muerte. Ellos, los humanos, roban la tierra, la destruyen, hacen daño a la naturaleza, viven matando a la tierra y cuando mueren la tierra los tapa a ellos. A veces iba solo. Pero después llevaba a mis hijos, mis gatitos, y les enseñé a pisotear las tumbas, a hacer agujeros con las manos y las patas y hacer pis y caca sobre las tumbas de las criaturas de dos patas muertas. El cementerio es el lugar más sano, el lugar de la justicia. Porque las criaturas no comen más vacas, no comen más pollos, no comen más cerdos, no usan más bolsas de plástico, no usan más cajas de cartón”, confesó.

La mente de Pereg es un misterio. Su transformación también.

Cuando llegó a la Argentina, en 2007, parecía otro hombre. Comía como un ser humano, tenía novia y hasta festejaba sus cumpleaños en bares. De aquella persona queda muy poco. Casi nada.

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