“Él es mi marido, todavía estamos casados”, dice Anabel a Infobae, con resignación. Aunque están separados desde hace meses, Hugo Daniel Kessler fue su pareja durante 16 años y hace 7, puntualmente desde que se casaron, que el vínculo estaba signado por la violencia. “Sufría mucho, me quería morir y estaba presa en casa porque me controlaba mucho”, cuenta.
En noviembre pasado Anabel (36) se hartó del maltrato y lo denunció por primera vez en la Comisaría 4° de Lanús. A Kessler la Justicia le dictó la exclusión del hogar y una restricción perimetral que él se encargó de violar sistemáticamente. Las últimas fueron dos veces el viernes, una el sábado y otra más en la noche del martes, antes del cumpleaños número 36 de Anabel. Una de ellas fue filmada por un teléfono. Se volvió viral. Lo que se ve en las imágenes es puro salvajismo machista.
La UFI N° 4 de Lanús, a cargo de la fiscal Mariela Bonafine y el fiscal Javier Gramajo, solicitaron entonces al juez de garantías del caso la aprehensión de Kessler. La fiscalía dispuso además la implementación de guardias rotativas en la casa de Anabel en la localidad de Monte Chingolo, donde vivían juntos con los cuatro hijos que tienen en común.
Este miércoles, finalmente personal de la comisaría de Monte Chingolo aprehendió de urgencia al hombre cuando se apersonó en la casa de Anabel para hostigarla nuevamente. Ahora, según confirmaron a Infobae fuentes cercanas a la investigación, la fiscalía pedirá al juzgado su detención.
Kessler, de 47 años, había aparecido en la puerta de la casa de Anabel este fin de semana desde una ventana de la cocina que da directo a un pasillo y que no tiene rejas ni una traba. Desde afuera pudo ver que en la casa donde Anabel cumple la cuarentena por la pandemia de coronavirus junto a sus hijos, estaba también un joven de 24 años que está en pareja con su hija de 20. Eso lo enfureció.
“Flaco, acá no quiero más a nadie”, se lo escuchaba gritar desencajado a su yerno en un video que se viralizó en redes sociales. “Tomátelas ya. Te doy 20 minutos. Me voy a buscar la pistola y vengo”, lo amenazó en presencia de toda la familia mientras forcejeaba la puerta cerrada y tiraba hacia el interior de la casa una tabla de madera, un rallador y otros objetos de cocina que tenía al alcance desde la ventana.
Adentro estaban Anabel con su hijo de un año a upa y le pedía por favor que parara. “¡Están tus hijos, está tu bebé!”, le advierte en la filmación, pero él no se da por aludido.
A pesar de que la violencia ya llevaba años, la situación se tornó insostenible en 2018, cuando Anabel estaba embarazada. Su hijo nació luego con una enfermedad poco frecuente conocida como síndrome de Charge, una afección genética congénita por la que actualmente no ve de un ojo, tiene quistes en el cerebro y problemas en la deglución de alimentos.
Ella se abocó completamente al cuidado de su bebé y pasaba mucho tiempo con él durante sus internaciones en el Hospital Garrahan. Anabel investigaba sobre la enfermedad y hasta empezó a pensar en formar la primera asociación de familiares de pacientes con el síndrome. A Hugo eso le molestaba.
Un día descubrió que ella estaba en un chat grupal de otras madres con su misma problemática y la amenazó con un cuchillo. Anabel se escapó de su casa y lo denunció. Pasó unos días en un hogar de tránsito hasta que se sintió lo suficientemente segura como para volver. Volvió con un candado y una cadena que le regalaron las mujeres del hogar para reforzar la precaria seguridad de su casa.
En enero, sin embargo, Kessler, que vive a solo cuatro cuadras, reapareció una madrugada con un palo y le rompió a golpes la puerta y las ventanas. Entró encapuchado mientras sus hijos lloraban, cortó la luz, roció toda la casa con nafta y se fue. Días más tarde volvió y dejó en la puerta de la casa una bolsa con velas y otros objetos –una “brujería”, piensa– y dejó de ir hasta este fin de semana. Ella volvió a denunciarlo cada vez. “Tengo que hacerlo así hay más pruebas”, dice.
Anabel no tiene trabajo y está desesperada. La cuarentena la encontró encerrada en una casa insegura a la que su marido se acerca permanentemente para hostigarla. La única comida a la que acceden ella y sus cuatro hijos (la mayor de 20, dos nenas de 5 y 3 y su bebé) proviene de un comedor cercano y sus ingresos son prácticamente nulos. Una cooperativa de la zona la provee también de un poco de ropa y alimentos.
“El sábado se asomó a mi ventana que estaba rota y yo quise salir para intentar retenerlo hasta que llegara la policía. Si me pega no me importa, una vez más no cambia nada”, dice ella: “Toqué el botón antipánico pero vinieron como una hora después”.
Hoy es su cumpleaños. Ayer por la noche, Anabel puso música y los vecinos salieron a la vereda para saludarla. Ella cree que Hugo estaba cerca y escuchó las voces porque otra vez apareció merodeando por la casa.
Kessler, por lo visto, no se detiene por nada.
“Se comunicó muchísima gente conmigo, del Ministerio de Seguridad, de la comisaría y las chicas de la coordinación de Género de Lanús me acompañan a todos lados. “Yo no estoy pidiendo ayuda de comida, de ropa, ni nada eso. Lo único que necesito ahora es una puerta y dos ventanas”, le dijo a Infobae. “Todo el mundo se sorprende por lo violento que es pero esto para mí era cosa de todos los días de mi vida”. Quiero que se lo lleven porque ya sufrí bastante”. Horas después de la entrevista, Kessler fue aprehendido cuando se acercaba otra vez a su puerta.
Diego Kravetz, jefe de Gabinete a cargo de la Seguridad de Lanús, dijo que en lo que va del año detuvieron “a más de 60 personas vinculadas a causas por violencia de género”.
“Lo más importante es que las víctimas denuncien, se acerquen a las comisarías y cuenten lo que están viviendo. Vamos a seguir trabajando fuertemente y en forma coordinada con el área de la Mujer para que cada vez menos mujeres tengan que seguir sufriendo este tipo de hechos aberrantes”, agregó.
La violencia en cuarentena
En los primeros 10 días de cuarentena preventiva, al menos 6 mujeres fueron víctimas de femicidio en el país. El conteo –realizado por el Observatorio “Ahora que Sí Nos Ven”– abarca desde el 20 al 29 de marzo y no incluye tres casos que todavía no están confirmados como femicidios (porque se trataría de suicidios o muertes en ocasión de robo), en Santa Fe, Salta y Río Negro. Por otro lado, según constató la línea 144, los llamados se incrementaron un 60% en la provincia de Buenos Aires.
El doble crimen de Cristina Iglesias y su hija Ada, de 7 años, también en Monte Chingolo, fue el primer caso que encendió las alarmas durante el confinamiento decretado por el presidente Alberto Fernández. El pasado sábado 28 de marzo, encontraron sin vida ambos cuerpos. Madre e hija estaban desaparecidas desde el jueves 26. El femicida Abel Romero, pareja de la mujer, fue indagado por el fiscal Jorge Grieco y confesó el crimen.
Este martes por la tarde, diversas organizaciones convocaron a un ruidazo que tuvo amplia respuesta en ventanas y balcones por Cristina Iglesias y Ada, por Claudia Repetto, asesinada por Ricardo Rodríguez en Mar del Plata, y por todas las mujeres obligadas a cumplir cuarentena con un violento.
Cómo denunciar violencia de género en cuarentena:
-Las personas en situación de violencia pueden comunicarse a la línea 144.
-Por correo electrónico a linea144@mingeneros.gob.ar
-En farmacias, pidiendo “un barbijo rojo”. Quien atienda el pedido se comunicará con la línea 144 para pedir ayuda.
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