“No la vas a ver nunca más”, le dijo Leonardo Almirón, de 23 años, a su esposa, antes de secuestrar a su hija, Jimena, y llevarla al monte. Cumplió. El macabro hecho sucedió el viernes pasado en el barrio Las Tipas, en Tucumán, a 50 kilómetros de la capital. La Policía de Tucumán halló el cuerpo de Almirón colgado en un árbol y a pocos metros el cadáver de la niña, de 2 años, con un nudo hecho con parte de su ropa. La ahorcó hasta quitarle la vida.
Según pudo corroborar Infobae con fuentes judiciales, los policías tomaron conocimiento de la desaparición de Jimena el viernes al mediodía. El grupo de agentes se encontraba realizando controles de ruta debido a la cuarentena obligatoria cuando sonó el teléfono y les informaron que tenían que dirigirse hacia Las Tipas porque había una denuncia de violencia de género. Los oficiales llegaron hasta la casa de la abuela materna. Allí ella les relató que Almirón había secuestrado a su nieta y se la había llevado hacia el monte. Según relataron, Almirón la llevaba seguido hacía allí, pero nunca tardaba tanto tiempo en volver.
Los investigares fueron a buscar a la madre de la niña, identificada como Romina, y la llevaron a la comisaría para que declare. La mujer, de 21 años, denunció que habían tenido una discusión con Almirón antes de que se la llevara. La niña estaba sufriendo un dolor de panza agudo y requería de atención. Almirón le contestó de mala manera, le decía que se calmara y la tomó del brazo. Inmediatamente, Jimena le exigió a Almirón que la soltara y él ahí lanzó la amenaza: “No la vas a ver nunca más”. Y se la llevó a la fuerza hacia los pastizales.
Los investigadores comenzaron la búsqueda no bien tomaron conocimiento de lo que estaba sucediendo. Con la ayuda de la fiscalía de delitos complejos, policías, un drone y vecinos se internaron en el monte para encontrar a Jimena. Aunque no imaginaron la escena con que se iban a encontrar pocas horas más tarde. A dos kilómetros de la casa, en medio de la vegetación, estaba la niña. El cuerpo yacía sobre el pasto con una de sus prendas atada fuertemente a su cuello.
Almirón estaba colgado de la rama de árbol: se había suicidado después de estrangular a su hija de 2 años.
La causa quedó en manos de la fiscal Adriana Giannoni. Investigadores corroboraron que Almirón no tenía denuncias previas por violencia de género. Sin embargo, según pudo saber este medio, en el barrio donde vivían era un secreto a voces que Almirón “era un violento”.
Este hecho se suma a los seis femicidios que sucedieron desde que empezó el aislamiento social obligatorio para prevenir y disminuir los efectos del coronavirus. Según el Observatorio “Ahora que sí nos ven” aún se investigan tres casos que todavía no están confirmados como femicidios (porque se trataría de suicidios o muertes en ocasión de robo) en Santa Fe, Salta y Río Negro.
El caso que tomó mayor estado público fue el femicidio de Cristina Iglesias y su hija Ada, de 7 años, en Monte Chingolo a manos de Abel Romero, su pareja. Primero, fue la desaparición de Cristina que había sido denunciada por su hija mayor, Dolores, porque le contestaban el teléfono pero no del modo habitual, y alertada en redes sociales por su hermano Fernando Iglesias que pidió ayuda desesperadamente. Dolores fue a la casa de su mamá y se encontró con Romero que convivía con ella desde hacía poco tiempo e iba a pasar, supuestamente, la cuarentena con ella. Los perros de la policía encontraron los cadáveres en la casa.
Otro de los hechos que tuvieron repercusión fue el caso de Claudia Repetto, que después de 27 días de búsqueda, el sábado fue encontrado su cadáver. La mujer estaba desaparecida desde el 1 de marzo en Mar del Plata. Se hallaba en una zona de acantilados en la zona sur de la ciudad. La DDI local llegó hasta allí por indicaciones de la ex pareja de la mujer, Ricardo Rodríguez, quien tras ser detenido confesó el crimen.
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