Esta semana, la Procuración bonaerense compiló las estadísticas de la provincia para las últimas dos semanas en base a los expedientes IPP, o investigación penal preparatoria, las denuncias y causas penales que reciben las fiscalías y ayudantías de los 19 distritos desde Azul a San Nicolás.
Así, hizo un estudio del volumen de expedientes antes y después de la cuarentena, con el viernes 20 como división. Lo que encontró el ministerio encabezado por Julio Conte Grand fue sorprendente. Nunca el delito bajó en la provincia de esta manera.
Desde el 12 al 19 de marzo, 18186 causas fueron iniciadas. Desde el 20 al 27 de marzo, unas 7172.
Es decir, menos de la mitad, un 60,56%
La explicación quizás no sea tan sencilla. ¿Es el coronavirus? ¿Es la vida argentina en tiempos del coronavirus? Ciertamente. ¿El delito bajó por la cuarentena? ¿El aislamiento total es una receta para darle un shock a la actividad criminal? Probablemente, no. O, en todo caso, es un poco más complicado que eso.
El detalle de las estadísticas de la Procuración, al que Infobae accedió en forma completa, también incluyen división por distrito y modalidad: una sola IPP puede incluir varias calificaciones. Monte Chingolo, por ejemplo, es parte de Lanús, jurisdicción de Lomas de Zamora, que registró 1353 expedientes del 20 al 27 contra 3499 en la semana anterior. La Matanza, por ejemplo, bajó de 1687 a 573 expedientes, un descenso fuerte.
De vuelta a Lomas de Zamora, registró un solo homicidio contra 14 de la semana anterior,159 casos de lesiones leves, 7 casos de abusos sexuales simples, 3 con acceso carnal, 149 hechos de amenaza, 140 de robo más 63 casos de robo a mano armada. En la semana anterior a la cuarentena, los robos en general, con o sin armas, habían llegado a 1,020 expedientes.
En la provincia en general hubo diez casos de homicidio en total en la semana de la cuarentena, 122 casos de delitos sexuales, principalmente abuso sexual simple, 11 casos de abuso con acceso carnal, violación.
En la semana previa, las IPP por violación fueron 34 a nivel provincial. Sin embargo, la baja en una cifra como ésta, particularmente sensible, puede preocupar más de lo que alienta.
El aislamiento contribuye a aminorar la circulación en la calle, pero también contribuye a otras cosas: a no denunciar delitos en la comisaría o en fiscalías de manera presencial, a una sensación de vínculos rotos con el mundo o con el Estado porque quizás no haya nadie que atienda. Esta semana, la Fiscalía de Violencia de Género de Tigre a cargo de Diego Callegari y Mariela Miozzo lanzó un número de WhatsApp para recibir casos en su jurisdicción al notar que los hechos de violencia familiar y doméstica habían bajado en sus escritorios a casi cero. No tenía sentido. La violencia de género no desaparece por un virus en el aire. Entonces, lanzaron el número. Recibieron 26 casos en su primer día.
Fuentes en el lado penal del Estado también hablan de una policía dedicada al patrullaje y a perseguir a quienes violan la cuarentena en la calle. Tiene sentido: el aislamiento, por ahora, es el método del Gobierno para evitar la propagación del virus y que la pandemia se extienda en el tiempo.
El delito bonaerense, sin embargo, sigue, sea en sus modalidades de siempre -ayer por la tarde, el fiscal Jorge Grieco buscaba en Lanús a Cristina y Ada Iglesias, madre e hija desaparecidas de su casa en Monte Chingolo, con rastros de sangre lavada en su casa y su pareja desaparecida también, señalado como sospechoso, un posible doble crimen todavía catalogado como una averiguación de paradero-, o adaptado a los nuevos tiempos: en Villa Martelli, un grupo de piratas asaltó un camión que llevaba 60 cajas barbijos, posiblemente para alimentar el mercado negro.
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