Era cuestión de tiempo, básicamente.
La piratería del asfalto y el robo a mercadería en camionetas y camiones siempre obedece a la ley del demanda del mercado. Hoy, los barbijos -cuyo uso desalientan infectólogos en personas sanas, pero que se convierten en altamente necesarios para enfermos y personal de salud- son un artículo escaso y altamente buscado en la era del coronavirus, una suerte de símbolo tranquilizador ante un contagio imprevisible. En penales como Urdampilleta, los presos bonaerenses cortan tela de bolsas de compra y los cosen como pueden.
Así, con las farmacias en falta, no tardarían mucho en llamar la atención del mercado negro, para reventas a precios elevados o para alimentar el mercado legal de forma desleal y desregulada.
Hoy por la mañana, los piratas del asfalto atacaron para abastecer al negocio ilegal que comienza a formarse detrás de la pandemia por primera vez.
El robo ocurrió poco después de las 10 de la mañana en Villa Martelli. Un chofer al mando de una Ford F-100 partió de la empresa Anadelia, dedicada a fabricar productos textiles de sanidad médica y biológica, entre ellos, barbijos, en la calle Agustín Álvarez al 4800. Minutos después fue abordado por tres hombres en una camioneta Fiat Ducato en la esquina de Alsina y Cochabamba. Al chofer se lo llevaron en la Ducato, mientras otro se apoderaba de la F-100.
Todo tardó cerca de 15 minutos. Lo liberaron poco después, luego de que su camioneta fuera abandonada. “Te la dejamos a cinco cuadras”, le dijeron. Corrió y la encontró. Allí estaba. Le faltaba su carga: 60 cajas que contenían barbijos y paños.
La fiscal Cecilia Chaieb de la UFI Vicente López Oeste comenzaba su investigación a mediados de esta tarde con el apoyo de Policía Científica en busca de rastros y cámaras de seguridad. La hipótesis de un entregador suena posible, una de las columnas vertebrales de la piratería del asfalto.
Mientras tanto, vendedores independientes en los portales de venta entre usuarios de Internet ofrecen un simple barbijo tricapa a 100 pesos la unidad. La inflación es obvia: a comienzos de febrero, los especialistas de salud de la Ciudad los compraban en bulto, cien barbijos por 500 pesos.
Hoy, una semana después de la cuarentena obligatoria, mensajes de WhatsApp hacen ofertas casi anónimas, hablan de stocks de decenas de miles de unidades y de compras mínimas de 5 mil unidades en paquetes de a 100. El precio por cada uno: 35 pesos más IVA.
La Mesa Interempresarial de Piratería de Camiones, con más de diez años de existencia, es un nodo creado por los abogados Gabriel Iezzi y Víctor Varone: nuclea a 80 empresas productoras, custodias y de transporte, fiscales especializados en la materia, fuerzas de seguridad. Elabora informes semestrales que muestran los rubros más atacados, las tendencias y diferentes variables. La Mesa supo rápidamente del ataque en Villa Martelli.
“Venimos viendo con precaución desde que inició esta emergencia sanitaria todo lo que falta, barbijos y alcohol en gel, alcohol líquido. Muchas empresas que trasladan estos productos ajustaron sus controles, hay un mercado negro que los necesita. Los que transportan estos productos tienen que ajustar las normas de seguridad. La necesidad hace que los delincuentes reciban pedidos de estos productos”, aseguran Iezzi y Varone.
Seguí leyendo: