Alguien tiene que llevarle los víveres a Leandro Sebastián Martínez, el ex ejecutivo de una multinacional filmado por una cámara de seguridad hogareña mientras abusaba de la nena de 12 años diagnosticada con un retraso mental moderado que lo llamaba su tío. El parentesco no es cercano, al menos no en el árbol genealógico estricto: Martínez es el marido de una prima del padre de la nena, sin embargo le decía eso, “tío”.
Hay pruebas en contra de Martínez, de 41 años, testimonios que se leen de forma horrible en el expediente a cargo de la UFI N°11 de Morón con el fiscal Pablo Masferrer, iniciado luego de que la nena contara en una clase de ESI en el colegio religioso de la zona oeste al que asistía las cosas que les hacía su tío. La acompañante terapéutica de la víctima en la escuela, una psicomotricista, declaró como testigo. Estaba presente cuando la víctima habló de lo que sufrió en la clase de ESI, en “octubre o noviembre de 2018”. “Chicos, chicos, a mí me pasó algo re feo, así que yo ahora no quiero hablar de la menstruación ni de nada que me diga la seño”, aseguró que dijo la víctima. La víctima, por otra parte, tiene una psicóloga. La madre de la nena la relevó explícitamente del secreto profesional para que hable en la causa.
No abusó de ella una vez, sino en cuatro hechos a lo largo de dos años, según la imputación de la UFI N°11, con una querella motorizada por el abogado Juan Pablo Gallego. “El mencionado Martínez, aprovechando la circunstancia de encontrarse al cuidado de la niña y por ende bajo su guardia y de la inmadurez propia de la corta edad de ella, además de su estado de indefensión”, aseguró el fiscal en un escrito.
Martínez, con pareja e hijos, está prófugo desde el 23 de enero pasado, cuando Masferrer ordenó a la Policía Bonaerense allanar su casa en el barrio privado Weston de la zona de Francisco Alvarez en Moreno, sin encontrarlo. Tiene una marca roja de Interpol sobre su cabeza, con sus datos personales, sus fotos de sus últimos pasos por puestos de Migraciones.
La imputación que cita Interpol en su sitio oficial es larga: “Abuso agravado por la condición de ser encargado de la guarda de la victima menor de 13 años, en cuanto menos dos oportunidades y abuso sexual simple, todos ellos en concurso real entre sí”.
Y Martínez, en medio de la cuarentena total, dos meses y tres días después, sigue suelto, con todos en la Argentina salvo excepciones con la orden de quedarse en su casa. Ya declararon en la causa dos testigos, la acompañante terapéutica y la psicóloga de la víctima, que validan su acusación. Sin embargo, la pandemia demoró la prueba esencial del caso: la declaración en Cámara Gesell de la víctima, que iba a realizarse el día 18 de marzo en el Cuerpo Médico Forense de Morón y fue suspendida.
El acusado le decía a su abogado defensor que deseaba entregarse a fines de febrero. Martínez hablaba desde la clandestinidad con su defensa a cargo del doctor Luis Rappazzo, fuertemente activa en la causa con duelos de escritos con la querella que llegaron hasta las salas de Casación de la zona. Sin embargo, el contacto se cortó hace cerca de un mes, cuentan cerca del prófugo. Martínez se había escapado poco antes del allanamiento a su casa el 23 de enero, al sentir el temblor venir.
Mientras tanto, la Policía Federal lo busca.
La división Búsqueda de Prófugos de la Federal tiene un equipo de detectives dedicado al tema y le sigue el rastro. Saben, por ejemplo, que personas muy cercanas a él lo asisten, que no está solo, que alguien lo cuida y que cuenta con recursos. La dificultad es obvia: policías a lo largo del país coinciden que la cuarentena y el virus en el aire se convirtieron en un freno para las tareas de investigación, que las policías del país ponen su cabeza y sus recursos en el patrullaje de las calles y en perseguir a los que violan la cuarentena. No solo se demora salir a la calle: se demoran pericias en laboratorios, análisis como la Cámara Gesell. Al delito, básicamente, le pasa lo mismo que al mundo.
La bendición para alguien como Martínez en esta situación insólita es mixta. Mientras se mantenga oculto, sus chances de no caer se mantienen, pero hay un riesgo obvio: que la cadena de control falle, que su protector se infecte, y que, por default, el acusado de abusar cuatro veces de una menor sienta los síntomas.
Cerca de él aseguran que esperan que la Cámara de Morón resuelva un reciente planteo, un pedido de excarcelación basado en el monto de su pena, algo que, si se resuelve a su favor, llevaría a la improbable posibilida de que salga de su escondite. Hubo varios reveses de la Justicia en contra de Martínez: una negación a un hábeas corpus dictaminada el 14 de febrero pasado. El 19 de febrero, la Cámara ratificó su captura. Su cara en el sitio de Interpol se vuelve una entre tantas.
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