Lo dijo con los ojos desorbitados: necesita salir cuanto antes de la cárcel. Según pudo saber Infobae, de fuentes penitenciarias, el Carlos Eduardo Robledo Puch se lo confesó angustiado a un compañero y a un pastor que suele visitarlo en prisión.
Ya no permanece en Sierra Chica, donde vivió ocho motines. Está detenido en la Unidad Penal Número 26 de Olmos, en un régimen semiabierto.
Tiene 60 años y su salud empeora.
“Si sigo acá voy a morir como una rata. Aunque no sé si afuera está peor. Pero necesito cuidados especiales. A otros detenidos que no tienen mis problemas de salud les dieron la prisión domiciliaria”, se quejó el famoso asesino.
Existe el caso de un ex ladrón de bancos de 64 años, que estaba detenido en Marcos Paz, quien recibió el beneficio de la prisión domiciliaria. Y, tal como anticipó este medio, en las cárceles federales y bonaerenses se tomaron recaudos para que no hubiera contagios.
Se suspendieron las visitas, hay pabellones aislados (por la visita de asistentes sociales o profesores que estuvieron en contacto con posibles contagiados) y los presos recibieron barbijo y algunos los fabricaron cortando bolsas de tela.
“No hubo ningún pedido oficial de su defensa”, confió una fuente penitenciaria en relación a Robledo, cuyos problemas de salud no desaparecieron.
En sus años de encierro Puch fue católico, evangelista, ateo y desde hace dos años volvió a creer en Dios. Volvió a rezar y dos pastores lograron ganar su confianza. Con el capellán de la cárcel de SIerra Chica, Pedro Oliver, había tenido un altercado. “Le pedí refugio para cuando saliera, porque sé que él recibe presos, y me dijo: ‘No puedo, si me ven caminando con usted van a decir que estoy con la reencarnación del diablo. Usted sabe: pueblo chico, infierno grande’. Nunca más volví a la parroquia”.
Esa parroquia fue la que lo refugió en los horrorosos días del motín de Semana Santa de 1996.
Con el mundo en jaque por el coronavirus, se jactó: “A esta epidemia mundial yo la vaticiné hace 10 años”.
Su salud frágil
El 23 de mayo de 2019 fue internado en el Hospital Municipal de Olavarría Dr. Héctor M. Cura, a 12 kilómetros del penal de Sierra Chica.
Lo mantuvieron entubado, con respirador, suero y rodeado de médicos, enfermeras y tres custodios.
Días después lo trasladaron en una ambulancia a la cárcel de Olmos de La Plata, donde hay un hospital.
Por entonces circuló una impactante foto en la que se lo ve a Robledo Puch en la cama del hospital, esposado, muy deteriorado y con mirada triste. Su internación de urgencia había generado todo tipo de especulaciones.
“Corre riesgo de vida”, le dijo a Infobae una fuente de la Sala 1º de la Cámara de Apelaciones de San Isidro. Hasta el diagnóstico no era claro. Se habló de una intoxicación, de un cuadro de depresión y al final se trató de una neumonía multifocal.
Su salud se complicó por su cuadro severo de asma y porque padece EPOC. “Cuando volvió de la anestesia deliraba un poco, pero mejoró. Le hicieron una cirugía pero no se informó en qué zona. Se mantuvo lúcido, sin criterio de internación en salud mental, sólo dijo que prefería quedarse internado antes que volver a una celda”, dijo una fuente judicial.
“Si el virus Covid-19 afectara a algún preso en el pabellón donde está Robledo, su situación sería alarmante porque es un paciente de riesgo”, dijo una fuente de la Defensoría Oficial en la que se lleva adelante la defensa del asesino.
Sus delirios y “predicciones”
Hace 11 años, en las cartas que le mandaba al autor de esta nota, Robledo vaticinaba pestes y tragedias.
“La gripe porcina es sólo el comienzo. Se lo comenté a un guardia y se rió. El fin del mundo comenzó a anunciarse con pestes y epidemias. Además de eso, será necesario llegar a la solución del problema de la superpoblación. Eso se ha producido en algunas regiones, ya que obedece no sólo al número de habitantes y los medios de subsistencia. Las soluciones han sido siempre de dos naturalezas: una es la supresión biológica, es decir, matar gente, de la cual se encargan la guerra, las pestes y el hambre, que es la enfermedad que más mata en la Tierra. La otra solución es el reordenamiento geopolítico, que permite una mayor producción y una mejor distribución de los medios de subsistencia”, escribió en 2009.
En otra carta, anunció: “Al mundo, tal como marcha y al paso que vamos, no le queda más de veinte años. Pero eso no significa la destrucción del mundo totalmente. Después del Diluvio Universal Dios hizo un Pacto con el hombre y le prometió no volver a enviar otro más o lo que Él pudiere hacer si lo quisiere. Se lo llamó Pacto de la Nueva Alianza. No solamente habrá una segunda Destrucción del Mundo totalmente abortada (porque quienes vaticinaron eso desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial fueron hombres como vos y yo), sino que no se concretará la desaparición total de la Especie Humana. Pero se salvará apenas un excedente de nuestra Especie, que será la que comenzará a repoblar la Tierra. Son los 144.000 ‘Sellados’. Y todas las cosas que están ocurriendo es porque tienen que ocurrir. Tienen que pasar. Los tornados, inundaciones, terremotos, deslizamientos, sequías, hambrunas, epidemias o lo que veas que está ocurriendo y que va de mal en peor, es INEVITABLE. Por eso, lo único que debés saber; es que la Iglesia es invencible. Si Dios te da larga vida terrena todavía es posible que llegues a ser testigo viviente de esto que te digo”.
Robledo siempre recalcó que sus ataque de asma eran "virulentos y muchas veces me agarran de noche y no hay ni siquiera un enfermero”.
En los últimos 15 años, el llamado Ángel Negro pidió la libertad al menos unas diez veces. Pero siempre se le fue negada. En una carta que le envió a los jueces llegó a pedir la pena de muerte: “Antes que morir de viejo acá, prefiero que me den la inyección letal. Todos los días muero un poco”.
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