Ese domingo, el hecho se comunicó por las gacetillas gubernamentales como un operativo policial tras un “golpe comando” de un grupo armado contra un supermercado en el partido de Tres de Febrero. Pocas horas después se descubrió que ese anuncio se parecía menos a la realidad que a la ficción. O que se trataba de un mecanismo para disimular lo que realmente había ocurrido: al menos dos policías de la Provincia de Buenos Aires descargaron 14 balazos contra una camioneta en la que viajaba un grupo de jóvenes que volvía del entierro de un amigo.
En esa cadena de situaciones trágicas, la bala negligente de uno de los agentes perforó la chapa del vehículo y los órganos vitales de Diego Cagliero, un músico de 30 años que estaba a días de ser papá por primera vez. Murió ahí mismo.
Por ese episodio ocurrido el domingo 19 de mayo del año pasado a la hora de la siesta en la localidad de Martín Coronado, el oficial Rodrigo Canstatt y el oficial subinspector Sergio Darío Montenegro, ambos del Comando de Patrullas de Tres de Febrero, están detenidos con prisión preventiva desde hace ocho meses y, según confirmaron fuentes juidiciales a Infobae, se someterán a un juicio por jurados tras la decisión de la Justicia de cerrar la instrucción.
Rodrigo César Exequiel Canstatt, el principal implicado, será juzgado por un tribunal popular de 12 ciudadanos por el delito de homicidio agravado por haber sido cometido por un miembro de fuerza de seguridad pública y por el uso de arma de fuego, contra Cagliero, y también por tentativa de homicidio agravada, imputación, esta última, que también cayó sobre Montenegro, por el ataque contra Mauro Manuel Tedesco, otro de los ocupantes de la camioneta atacada.
A pesar de que la defensa de los policías intentó llevar la causa para el lado de los delitos de legítima defensa y lesiones graves (respectivamente para Canstatt y Montenegro), que contemplan penas mucho más leves, el titular del Juzgado de Garantías 3 de San Martín, Mariano José Grammatico Mazzari, rechazó ese enfoque y apunta al asesinato, liso y llano.
El magistrado consideró que hay suficientes pruebas para sostener que Canstatt y Montenegro dispararon a matar, aun sabiendo que en la camioneta viajaban varias personas y que debieron haber sido conscientes de que, por el hecho de usar sus armas en la vía pública y ser funcionarios públicos, podrían lastimar a terceros. Algo que, según el criterio del juez en base a la reconstrucción de los hechos, no era necesario (según lo estipula el propio reglamento de actuación policial y porque no había riesgos para ellos).
Las pericias concluyeron que Castatt, de 25 años y con apenas más de un año de antigüedad en la fuerza, disparó 11 veces contra la camioneta en la que viajaban ocho jóvenes y que una de esas balas mató a Cagliero.
¿Por qué la Policía persiguió a la camioneta en la que viajaban estos ocho muchachos? Habían sido denunciados por el encargado de un supermercado. Los empleados del local llamaron al 911 y acusaron a los jóvenes de haber robado algo de mercadería.
El grupo venía del velatorio de un amigo. Cagliero y otros pagaron lo que compraron y algunos de ellos intentó robar productos. Pero finalmente, según los testimonios de los implicados ante la fiscal, y los videos registrados en las cámaras de seguridad, los devolvieron antes de irse, cuando los empleados los reclamaron.
En una de las imágenes se ve salir a uno de ellos con una botella bajo su ropa, un robo demasiado leve como para motivar una búsqueda con cinco patrulleros y más una docena de disparos contra una camioneta donde viajaba no sólo el sujeto que se llevó la botella sin pagar.
Los empleados del supermercado contaron a la Policía que hubo una discusión en la puerta del local cuando fueron increpados del robo y que algunos de los acusados los amenazaron, con ademanes de que tenían un arma. Describieron que huían en una Fiat Ducato blanca con señalética de la empresa Aysa.
Castatt y Montenegro integraban dos de los cinco móviles del Comando de Patrullas que salió a la caza del grupo de amigos. Casi en el cruce de la avenida Márquez y Campo de Mayo los agentes lanzaron sus balas contra la camioneta hasta que esta frenó y los que se habían salvado de los proyectiles bajaron. Cagliero y Tedesco no pudieron hacerlo.
Montenegro, de 34 años y 11 de antigüedad en la Bonaerense, está acusado de homicidio agravado en grado de tentativa porque los análisis del episodio determinaron que los proyectiles que él disparó durante la persecución hirieron al joven Mauro Tedesco. También los de Castatt se metieron en el cuerpo de este joven.
La Policía Bonaerense había comunicado el hecho como un “tiroteo”. Pero los jóvenes no efectuaron disparos; se comprobó que las armas halladas en el vehículo donde iban ellos no fueron utilizadas y la sospecha es que fueron plantadas por los policías cuando notaron que no se trataba de un grupo de delincuentes y que lo que habían hecho se parecía concretamente a un crimen.
“En la escena del hecho no se encontró otra vaina ni otra bala que no fuera de los policías”, remarcó a Infobae el abogado de la familia Cagliero, Fernando Sicilia. Las pericias confirmaron que Castatt lanzó 11 disparos y que Montenegro gatilló tres veces. Además todavía queda una vaina sin determinar a qué arma policial pertenece.
“En ningún momento antes de que me intercepten sentí que me venían persiguiendo, yo iba a la velocidad permitida en la avenida”, dejó asentado en su declaración el amigo de Cagliero que manejaba la camioneta, que contó que cuando los móviles se les fueron encima a contramano él intentó por acto reflejo esquivarlos.
La fiscal Gabriela Disnan le preguntó a este joven si esquivó el patrullero y el hombre respondió que sí “porque se venía de frente” pero que igual lo golpeó. Y contó que siguió unos “30 ó 40 metros” y que después frenó porque escuchó los gritos de sufrimiento de sus amigos.
El episodio ocurrió horas después de la llamada “masacre de San Miguel del Monte”, donde la Policía asesinó a cuatro adolescentes que paseaban a bordo de un auto por el pueblo.
Para Disnan y para Grammatico Mazzari ambos agentes actuaron con conocimiento y previsión del resultado que su actitud podía provocar en los ocupantes de la Ducato y de todas maneras dispararon. Como consecuencia de esa decisión, se llevaron la vida de Diego Cagliero y arruinaron la de otros siete jóvenes.
En algún momento de este año, aún con fecha incierta, los policías bonaerenses Canstatt y Montenegro ocuparán la silla de los acusados para que un jurado popular de 12 ciudadanos opine, en base a las pruebas que se presenten durante el juicio, si son culpables de haber matado sin razón a Diego Cagliero y herido a su amigo.
“A todo esto se escuchaban los ruidos de la balacera, cómo pegaban contra la camioneta. No frené porque me asusté, sinceramente, jamás me imaginé que venían hacia mí”, declaró ante el fiscal el joven que manejaba.
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