Jordana Belén Rivero, una psicóloga de 28 años, fue asesinada de manera brutal en una zona muy concurrida de la ciudad de Mar del Plata. La golpearon violentamente hasta que perdió el conocimiento y luego fue arrojada desde el balcón de un séptimo piso. Apenas llegó al edificio, la policía creyó que había sido un suicidio. Sin embargo, esta hipótesis quedó prácticamente descartada en minutos: los efectivos observaron que dentro del departamento de la joven todo estaba desordenado y encontraron allí a un hombre atrapado y con algunas heridas. Quedó inmediatamente detenido.
Se trata de Bernardo Luis Baraj (50), un sujeto oriundo de Ushuaia que había llegado a la ciudad balnearia procedente de Buenos Aires. Al momento de ser indagado por el fiscal Fernando Castro, se negó a declarar. No explicó por qué estaba dentro de la vivienda y apenas contó que sufría diferentes enfermedades y que estuvo un tiempo internado en un centro asistencial por un cuadro de bipolaridad. Reconoció que tenía una causa por robo como único antecedente penal y que la denuncia en su contra por un ataque a una ex pareja en 2017, en Tierra del Fuego, “había sido un invento” de la mujer.
Para el funcionario judicial, prácticamente no hay dudas en este caso que conmueve a Mar del Plata: se trató de un homicidio agravado por la condición de género de la víctima. "Se puso como loca y se tiró”, fue lo único que les dijo a los oficiales que lograron derribar la puerta para poder entrar.
La autopsia terminó de confirmar que Jordana fue asesinada. No se cayó ni se tiró, y la presencia de Baraj, quien había quedado encerrado en el departamento porque la joven cerró la puerta con llave, permitió direccionar la investigación hacia la hipótesis del femicidio. El cuerpo de la víctima presentaba lesiones que fueron ocasionadas antes de la caída. Además, se comprobó que Rivero se desplomó ya desvanecida y con el maxilar fracturado.
En diálogo con Radio Brisas, el fiscal Castro dijo que Jordana fue arrojada “al menos inconsciente”, ya que no presentaba signos de “defensa” en su cuerpo. Según explicó, por instinto, cualquier persona que cae al vacío pone los brazos para atenuar el impacto, lo que generalmente provoca fracturas en las extremidades; en este caso, no tenía ese tipo de lesiones. Por su parte, Baraj presentaba algunas heridas en su cuerpo compatibles con golpes y mordeduras. Esto mostraría que la mujer quiso defenderse de la brutalidad del atacante.
El hecho ocurrió el lunes cerca de las 8 en un edificio ubicado en la calle Salta, casi esquina Luro. Su cuerpo impactó sobre una losa saliente que sirve también de techo a la vereda y al ingreso al edificio, que también es una galería comercial. Según publica el diario La Capital de Mar del Plata, el Cuerpo Médico de la Policía Científica estableció que Rivero había aspirado sangre, lo que indica que había sufrido una hemorragia antes de la caída.
Si bien el fiscal Castro aún intenta determinar qué tipo de vínculo mantenían la víctima y el femicida, trascendió que se habrían conocido la tarde del domingo en las proximidades de un bingo de la calle Independencia. "Escuchamos gritos, la chica pedía auxilio desesperada. Pidió ayuda hasta el último minuto”, contaron los vecinos a los medios locales. “No conocíamos a la joven, se había mudado en enero”, agregaron.
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