La ciudad de Rosario está sumergida en una marea de sangre. En los casi dos meses que van del año, se registraron al menos 40 muertes violentas; la gran mayoría vinculada con la disputa por el territorio, extorsiones y ajustes de cuenta entre clanes de narcomenudeo de casi todos los barrios de esta ciudad santafesina, y también en las poblaciones vecinas.
Todos los muertos de Rosario van a parar al mismo lugar, antes de llegar al cementerio o al crematorio: el Instituto Médico Legal, que depende de la Corte Suprema de Justicia de la provincia de Santa Fe, recibe los cadáveres y sus médicos forenses son los encargados de informar a los investigadores los diagnósticos de cada muerte. Ante este escenario, no dan abasto.
Su directora, Alicia Cadierno, encendió la alarma. Forense desde 1990, aseguró a Infobae que jamás observó un caudal de muertes por armas de fuego como en estos últimos tiempos, especialmente como estos 50 días de 2020. Y para comparar, recordó la tragedia del edificio que se derrumbó tras un escape de gas en 2013, cuando murieron 22 personas. “Esto que pasa ahora es como tener una catástrofe similar a la de aquella vez pero una vez por semana”, comentó a Infobae la médica.
Las autoridades políticas de la provincia distinguen un rebrote cíclico, que se da, según entienden, cada vez que hay cambios de mando en las esferas más altas de los clanes: ahora con los jefes de Los Monos, los Alvarado y otros grupos en prisión. “Cada año y medio, según estudiamos, recrudece la violencia. La disputa es por quién maneja el negocio de la venta minorista de cocaína, cuyo consumo, en Rosario, es altísimo”, explicó a este medio una fuente importante del Ministerio de Seguridad santafesino.
Según los registros de Cadierno, todo cambió en 2009. “Hasta ese año tener un caso de muerte por arma de fuego era realmente excepcional”, dijo la especialista, quien aseguró que la cantidad total de autopsias que realizan por año (unas 1.100) no se modificó, pero que sí hay una novedad en el tipo de muerte.
“Lo nuevo es la calidad de éstas, antes no había heridas de armas de fuego, teníamos más accidentes de tránsito, muertes de causa dudosa. Hoy las muertes por arma de fuego son harto frecuentes", agregó.
Cadierno aportó datos a Infobae: de 143 autopsias que realizaron en lo que va del año, 41 fueron sobre cuerpos que tenían heridas de bala. “Antes era infrecuente”, remarcó la especialista para quien esta situación “complejiza mucho el trabajo”. Para graficarlo, explicó que este miércoles los médicos del IML trataron un cadáver con 17 orificios de bala. “Una aberración”, lamentó.
Para la titular del IML, las muertes violentas con armas de fuego “empezaron de una manera abrupta y se fueron incrementando al punto de que hoy es alarmante, un inicio de año tremendo”.
Suele decirse entre el mundo de la criminología, que los cuerpos hablan. A partir de la observación y estudio de los cadáveres que llegan con heridas de bala, Cadierno hizo un diagnóstico sobre lo que ve que ocurre en Rosario: cuando ocurre un crimen de este tipo, saben que tienen que prepararse para que aparezcan más caso al cabo de pocos días. “Sabemos que cuando viene una muerte por arma de fuego generalmente se van repitiendo en días posteriores o a la semana. Estimamos que debe ser una cuestión cruzada de venganza, es alarmante”, remarcó.
A los 12 médicos que trabajan en el IML les llama la atención cómo llegan los cuerpos. “Se ve un grado de violencia y saña mayor”, dice la titular del Instituto, que analizó los mecanismos de las muertes y lo primero que se subtitula del lenguaje de los cuerpos es que la mayoría de las víctimas son asesinadas de forma inesperada.
“Los ataques sorpresivos son lo que (más) vemos. Uno descarta la posibilidad de que existen signos de enfrentamiento cuerpo a cuerpo o de forcejeos cuando no distingue lesiones mínimas superficiales o arañazos, o escoriaciones en la víctima. Por lo general los crímenes se cometen de lejos”, agregó Cadierno.
Las autoridades de la cartera de Seguridad santafecina, a cargo de Marcelo Saín, observan en este contexto una especie de “boom” del sicariato. “Contratar pibes para que maten es barato, sale unos 20 mil pesos, y es una modalidad. La cultura en esta ciudad parece ser arreglar las cosas a los tiros. En otros clanes narcos de otras ciudades las cosas se arreglan de otras formas”, comentó la fuente.
Pero además de los asesinatos violentos, casi como una mensaje social, en el IML distinguen también otra novedad: suicidios aparentes, que podrían ser homicidios.
“Estamos viendo algunos casos de aparente suicidio que a prima facie parece que pudieran estar simulando un suicidio, ahorcados, donde el surco (de la cuerda) permite la sospecha franca de un homicidio y colgadura posterior”, comentó.
El Instituto Médico Legal de Rosario trabaja en dos turnos, cada uno tiene un equipo de seis visceradores que trabaja junto al médico forense de turno. En estas condiciones actuales, Cadierno explicó que suele haber una especie de “sobreturno” que lleva a una rotación entre los 11 médicos disponibles para sostener la demanda.
“Tenemos tres áreas que cubrir: el consultorio médico forense en Tribunales, otro en el Centro de Justicia Penal y el IML. Se hacen autopsias, hay que asistir a juicios, todos los días tenemos juicios orales”, detalló la médica, que también observa en los últimos tiempos un incremento inusitado en exámenes forenses sobre abusos sexuales a menores. “Quizás está más publicitada la denuncia y la gente se anima. Siempre fue frecuente el abuso pero ha sido oculto por múltiples factores. Hablamos de niñas menores. La inmensa mayoría son del ámbito intrafamiliar, hay códigos de silencio. Esto de comunicar del feminismo facilitó a que se hagan denuncias”, dijo Cadierno, quien avista un futuro poco alentador: “Se va a necesitar más capital humano si esto sigue así”.
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