Debieron pasar exactamente 14 días para que apareciera el cuerpo sin vida de Mariela Natalí, la santafesina que tuvo en vilo a toda una población. En la jornada de ayer la patrulla 2 integrada por personal del DUAR y bomberos de la asociación serrana escudriñaron el camino al dique Los Alazanes y utilizando un dron hallaron un cuerpo sin vida a unos 300 metros del sendero barranca abajo muy cercano al río Negro Quemado, uno de los afluentes del Calabalumba. El mapa también indica que estaba a solo 800 metros del dique y a 5.000 del punto cero, que es donde desapareció.
Mariela había ingresado a la zona del Uritorco el martes 4 y su último registro fue a la hora 13:17, por medio de un video tomado por la cámara del lugar, sumado al testimonio de turistas quienes dijeron haberla visto zambullirse en una de las ollas. Desde allí fue todo un misterio, con allanamientos, toma de testimonios, un rastrillaje con más de 600 efectivos, 40 perros, 15 móviles y 70 drones, según lo informado por fuentes de la investigación. Ayer, el director de Defensa Civil provincial Diego Concha y el fiscal Raúl Ramírez tomaron la decisión de hacer noche en el lugar, resguardando la escena y cerrando el paso al Uritorco para, en la jornada de hoy, trabajar con mayores precisiones.
Héctor Vélez, comisario a cargo del operativo, confirmó que con las primeras horas, 30 personas comenzaron el ascenso guiadas por baqueanos, a quienes sumaron el aporte de siete mulas para traslado de equipos. Entre este grupo subió policía judicial, peritos, bomberos y miembros del DUAR.
Más de dos horas demandó el ascenso y con el arribo pudieron especular, en principio, por la vestimenta, que se trataba de Mariela Natalí. Además, registraron que a simple vista no hay indicios de violencia en su cuerpo, pero que una amiga de ella sembró algunas dudas, manifestando que Natalí por esos días estaba con problemas del ciático, y por ende era complicado llegar hasta ese lugar sumado al peso de la mochila que portaba.
Trascendió, asimismo, que en el lugar no se percibía el típico olor a putrefacción que tendría un cadáver con tantos días a la intemperie, lo que abriría el abanico de posibles causas de su muerte.
Ante esto el fiscal Ramírez pidió cautela y aguardar resultados en mesa operativa para orientar la causa y analizar hipótesis. “Todo está en el punto cero. Será la autopsia la que determine la causa de la muerte, si es un accidente o un hecho con características similares a las de un homicidio”, indicó.
El recorrido para una caminata normal demanda un tiempo aproximado de hora y media, atravesando no menos de siete veces el serpenteo que el río realiza por la montaña; los ascensos bruscos, cortadas y sectores de precipicio son parte de la topografía de la senda del toro.
En la mesa operativa –donde también se lo puede ver a Claudio Vignetta, director de la división Riesgos y Catástrofes–, se analizaron todas las posibilidades para lograr el rápido descenso del cuerpo, descartando la utilización del helicóptero que tantas veces trabajó en rescate en la zona debido a lo complejo del cañadón, decidiendo que por vía terrestre y a lomo de mula se arriesgaba menos.
Hoy son 15 los días desde aquel martes, y la cuestión va más allá de una búsqueda más, fue el operativo más importante del Valle de Punilla en su historia. Para las estadísticas quedarán las más de 4.500 hectáreas rastrilladas.
La mujer había viajado a Capilla del Monte para hacerse cargo por un tiempo de la vivienda de sus tíos, dos conocidos miembros de la iglesia local de los Testigos de Jehová, religión que ella también profesa.
Previo a su desaparición, se había encontrado con una amiga a la que acompañó a hacer unas cobranzas por unos artículos de belleza que había vendido.
En Capilla del Monte ya no se preguntarán si “apareció la chica”. Ahora llegará el momento de saber qué pasó. Es el momento de que “hable el cuerpo”.
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