“Hola ‘cumpa’, cómo andas, ¿todo bien?”, arranca el mensaje de audio de un hombre que parece dirigido a un compañero de trabajo. “Acá estoy en la comisaría. Volcamos, ‘cumpa’, volcamos. Mi compañero volcó. Yo iba en la cucheta. Iba en la cucheta y llegamos y rebotamos”, continúa, cada vez más alterado.
El audio, que trascendió en las últimas horas, correspondería al hombre de 35 años que conducía junto a otro de 24 un micro de dos pisos de la empresa Vía Bariloche que volcó este martes cerca de las 6 de la mañana en el cantero central que divide los dos carriles de la Ruta 2 en el kilómetro 93, a la altura del puente que pasa sobre el río Samborombón.
“Así como llegamos limpié el micro y salimos de nuevo. Se durmió. Lo dejé dormir 2 o 3 horas, creo, no sé, no me acuerdo ya y después lo agarré, lo desperté para que maneje 100 kilómetros o 150 kilómetros”, resume el hombre con angustia. “Y se durmió, ‘cumpa’, se durmió digo yo. Se despistó en una curva y caímos en un zanjón. Yo iba en la cucheta. Yo y el compañero estamos bien pero murieron dos personas”.
La información es correcta. Por el accidente murieron dos pasajeros y hubo más de 30 heridos, cuatro de ellos de gravedad, algunos de los cuales sufrieron incluso la amputación de sus miembros. Tras el accidente, se les realizó el test de alcoholemia a los dos choferes, que dio negativo. El conductor que iba a cargo, el más joven de los dos, está imputado por decisión de la fiscal Mariana Albizu por homicidio culposo agravado por conducción negligente o imprudente de un vehículo motorizado. Aún no lo sabe porque permanece internado en grave estado con custodia policial en un hospital de la zona.
La calificación es incluso más grave que la que enfrentó el chofer que en noviembre del año pasado protagonizó el vuelco que le costó la vida a 2 menores en el kilómetro 141 de la misma ruta. Su compañero, que sería quien habla en el mensaje de voz, no fue aprehendido y declarará como testigo. El audio también podría ser incorporado a la causa.
La principal hipótesis de los investigadores es que el chofer se quedó dormido: en el lugar no hay marcas que indiquen una mala maniobra o un volantazo. La Justicia ahora analizará el tacómetro del micro para conocer a qué velocidad iba al momento del accidente, se peritarán los teléfonos celulares de los conductores y en simultáneo investigan si los choferes cumplieron con las horas de descanso reglamentarias. Tras el accidente, según pudo saber Infobae, en el Ministerio de Transporte de la Nación, que conduce Mario Meoni, analizan modificar esa reglamentación.
El estremecedor testimonio de Andrea: “Así no te subís”
El ómnibus había salido de Miramar pasada la medianoche, paró en Mar del Plata y tenía planeado seguir hasta General Pacheco, a donde llegaría pasadas las 9 de la mañana. Llevaba a bordo a 38 pasajeros pero en la planilla figuraban 40 porque dos no se subieron.
Julieta Frankel, de 22 años, es una de ellas.
Su tía, Andrea Rumilla, vive en la ciudad balnearia de la que partía el micro y la había recibido para pasar unos días de vacaciones. El lunes Julieta tenía planeado su regreso -ya había sacado un pasaje de la empresa Rutamar- y su tía la acompañó hasta la terminal para despedirla.
Cuando vieron el micro llegar a la plataforma (que era de Vía Bariloche, el grupo empresarial que es dueño de Rutamar), a Andrea no le gustó lo que vio. El colectivo venía de Buenos Aires, los pasajeros descendieron y los choferes -que aprovecharon para limpiar rápidamente el interior del vehículo- se alistaron para subir de nuevo y volver a manejar todo el camino de vuelta. “No, Julieta, vos así no te subís”, le dijo a su sobrina.
“Hablé con unos pasajeros, les dije que los choferes estaban cansados y les pregunté si se iban a subir igual. Y me miraban como si fuera una loca”, cuenta a Infobae. “Las cubiertas no parecía que estuvieran en condiciones tampoco, se veían lisas. Llamé a la madre y le dije que no la iba a dejar viajar”.
Según su testimonio, los hombres se quejaban en voz alta del trajín. Uno de los pasajeros que viajaba en la parte de arriba del ómnibus de dos pisos también reveló ayer que escuchó al chofer decir: “Me tienen de un lado para el otro”. Su testimonio ya fue incorporado al expediente.
Pero Andrea no se quedó de brazos cruzados. “Me fui directo a la boletería. Les dije que tenían que parar el micro porque los choferes estaban sin dormir, que hicieran algo, que me dieran el teléfono de algún ente al menos para poder reclamar”, dice. “No me dieron ningún número, no llamaron a nadie y me dijeron que no me iban a devolver el dinero del pasaje. Nada, no tuve respuesta por parte de la empresa”.
Buscó el número de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) y marcó pero no obtuvo respuesta. Entonces se fue hasta la Estación de Policía de Miramar para denunciar lo que le parecía una falta grave . “Sí, pero no podemos hacer nada nosotros”, le contestaron. “¿Cómo que no pueden hacer nada? A mí me paran en la ruta, me piden los papeles del auto y me exigen que tenga todo en regla. ¿Por qué no llaman para que lo paren al micro y le hagan un control en la ruta?”, se indigna. “Y me dijeron otra vez que no podían hacer nada”.
Cerca de las 2 de la mañana se fueron a dormir. A las 7, su marido la despertó con una terrible noticia que confirmaba su peor sospecha: “Volcó el micro de Julieta”. “No lo podíamos creer. Julieta se largó a llorar y me decía ‘tendríamos que haber insistido más’. Ayer estuvo mal todo el día porque sentía que por culpa de ella no paró el micro. Yo creo que hicimos todo para pararlo”, dice Andrea.
“Ellos cuando llegaron ya sabían que tenían que seguir de largo porque enseguida se subieron con bolsas a limpiar. Los pobres tipos estaban cansados pero la empresa los obliga y ellos no sé hasta qué punto pueden decir que no. Tienen familias y es su trabajo”, considera. Para ella, “los que deberían estar presos son los empresarios”.
Fotos: Nicolás Aboaf
SEGUÍ LEYENDO: