En la madrugada del domingo 4 de febrero de 2001, Natalia Melmann fue vista por última vez.
Cuatro días después, su cuerpo fue encontrado en avanzado estado de putrefacción, con las ropas rasgadas y bajo una pila de hojas en el bosque de las afueras de Miramar. Tenía moretones en los muslos, quemaduras de cigarrillos en su mano izquierda, el tabique roto y un golpe violento en el cráneo.
Natalia tenía apenas 15 años y había sido violada y luego asesinada con un cordón de su propia zapatilla atado en su cuello con un doble nudo. La autopsia reveló más tarde la presencia de cinco perfiles genéticos distintos en el cuerpo.
En octubre de 2002, un año después, el Tribunal Oral Criminal N°2 de Mar del Plata condenó a prisión perpetua a los efectivos de la Policía Bonaerense Ricardo Suárez, Oscar Echenique y Ricardo Anselmini por los delitos de “privación ilegítima de la libertad agravada, abuso sexual agravado y homicidio triplemente calificado por ensañamiento, alevosía y en concurso de dos o más personas”. Gustavo Fernández, alias “El Gallo”, también recibió una condena de 25 años que luego fue reducida a 10, no como violador u homicida, sino como “entregador” de Natalia.
Desde octubre de 2017, los tres policías condenados gozaron de salidas transitorias cada dos semanas, pero, tras los reclamos de la familia de la víctima, un año más tarde el Tribunal de Casación anuló el beneficio.
El cuarto acusado como coautor
Pero la familia Melmann nunca tuvo una sensación completa de justicia. Recién a mediados de 2018, 17 años más tarde, fue juzgado el ex sargento de la bonaerense Ricardo Panadero, que había sido sobreseído antes de la primera elevación a juicio.
El Tribunal Oral en lo Criminal N° 4 de Mar del Plata consideró que el resultado del ADN de un vello púbico masculino presente en el cuerpo de Natalia no era suficiente para probar su coautoría, a pesar de que había una coincidencia del 97%.
Los jueces Jorge Peralta, Fabián Riquert y Juan Manuel Sueyroa consideraron que esa cuarta muestra estaba degradada como evidencia y desestimaron las declaraciones de testigos que aseguraban haber visto cómo subía a la joven a una camioneta en la cual la trasladarían a una casa donde luego fue violada, torturada y asesinada.
Hace poco más de dos meses, la Sala III del tribunal de Casación Penal resolvió revocar la absolución que consideró “arbitraria”, “sesgada” y “sin dar razones suficientes para ello". “La prueba debe ser apreciada en su integralidad, teniendo en cuenta sus relaciones mutuas y la forma cómo se prestan soporte unas a otras”, indicaron en el fallo.
La defensa de Panadero todavía puede apelar la resolución pero en el caso de reafirmarse esa medida, deberá dictarse una nueva sentencia o realizarse de nuevo juicio.
“Los jueces deciden que a dos testigos no le creen y a otros sí y es arbitrario porque no lo explican. Las pruebas que teníamos en el juicio valoradas en conjunto con el juicio anterior lo involucran a Panadero. Dos testigos lo vieron subiendo a la camioneta a Natalia”, explicó Federico Paruolo, abogado de la familia Melmann, a Infobae.
Y agregó: “No se sorteó un tribunal aún y va a ser difícil terminar de articular cómo hacerlo. Casación por otra parte no especificó de qué manera se hará. Solamente dispuso la anulación del juicio y que tiene que dictarse una nueva sentencia. Lo más criterioso sería hacerlo con los videos de los testimonios y las pruebas ya recolectadas”.
El misterio del ADN del quinto violador
Por otra parte, el quinto ADN -perteneciente al único agresor de Natalia no identificado- es otro de los principales misterios que ronda hasta hoy su crimen aún parcialmente impune. En su momento esa muestra no coincidió con los que estaban imputados, no correspondía a ninguno. Pero la querella sostiene que el rastro del quinto violador no debería estar demasiado lejos.
“Nosotros entendemos que no puede ser un paracaidista”, señaló Paruolo. “Tiene que ser alguno de los policías que habitualmente se frecuentaban entre ellos, por cómo operaban. Se deberían haber hecho peritajes genéticos sobre todos los policías, los vínculos más cercanos de los miembros de la fuerza que fueron condenados, hacer una especie de red de contactos. Pero hay que entender que esa medida es difícil de justificar”, indicó.
A principios de 2019, Gustavo Melmann, padre de Natalia, se comunicó con las autoridades del Registro Nacional de Datos Genéticos vinculados a Delitos contra la Integridad Sexual a cargo del Ministerio de Justicia de la Nación -implementado por la Ley 26.879 en 2013 pero operativo desde noviembre de 2018- para solicitar que los perfiles de ADN de los tres detenidos se incorporen a la base de datos.
El registro de muestras -que se almacenarán durante 100 años desde el inicio de la causa- lo integran las personas que cuentan con sentencia firme en casos de delitos sexuales: son más de 23 mil en todo el país. El registro contempla también “una sección especial destinada a autores no individualizados”. Es decir, evidencia biológica obtenida en el curso de una investigación. De esa manera, a través del sistema CODIS -desarrollado por el FBI e incorporado en Argentina gracias a un convenio con el Ministerio de Seguridad- los perfiles genéticos puede ser comparados para rastrear coincidencias.
La esperanza de la familia es que un día aparezca el dueño de ese ADN. “Periódicamente pedimos que se constate las muestras que había con el registro existente con el registro que hay para ver si salta una coincidencia. Mucho más que eso no podemos hacer”, indicó el abogado de la familia.
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