Crimen de Fernando: crónica de cómo fueron detenidos los rubgiers y el “chiste” que involucró al detenido 11

Los policías siguieron una característica de uno de los acusados: su rodete. Llegaron a la casa y no tenían suficientes esposas. Las zapatillas con sangre y los dichos de una vecina que llevaron a la detención de Pablo Ventura, que ayer se comprobó que no estaba en Villa Gesell

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Pablo Ventura ayer al quedar
Pablo Ventura ayer al quedar en libertad

Desde el sábado, tras el asesinato a golpes de Fernando Báez Sosa, de 19 años, en Villa Gesell, que las razones que llevaron a los investigadores de la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) local a levantar un teléfono y pedirle a sus colegas en Zárate una detención de urgencia a casi 500 kilómetros de distancia fueron un misterio.

Lo cierto es que la historia del detenido número 11, Pablo Ventura, un remero de 21 años que fue liberado ayer por la noche, tras cuatro días detenido, comenzó con una persecución a pie por las calles de Villa Gesell y un mal chiste interno que los otros 10 detenidos repitieron una vez más esa mañana después del crimen.

La ambulancia acababa de llevarse el cuerpo de Báez Sosa de la puerta del boliche Le Brique cuando tres policías de la Comisaría 1ra de Villa Gesell, uno de ellos de civil y que hasta hacía unos minutos le había estado practicando maniobras de RCP al joven de 19 años, salieron a pie por calle 3 en busca del grupo.

Fuentes de la investigación le confirmaron a Infobae que, en la que es una maniobra habitual, se concentraron en retener a partir del relato de testigos y de algunas de las imágenes, los rasgos del miembro más identificable. Por el pelo largo tirante hacia atrás y el rodete alto, el elegido fue Matías Benicelli.

Con esas características grabadas en la retina los efectivos comenzaron a seguir el rastro por las calles de Gesell. Cuando llegaron a un punto ciego, el último lugar por el que que sabían que había pasado el grupo, fue una vecina la que aportó un dato clave.

La mujer señaló que varios jóvenes habían pasado gritando, perdiéndose en algún lugar de la calle Alameda 202, una suerte de playón de arena, un gran semicírculo rodeado de bosque, en torno al que hay unas pocas propiedades y ninguna salida. O se habían perdido entre la vegetación o una de esas casas era la suya.

Los policías golpearon en la primera, les abrieron y entraron. Le exigieron a un grupo de jóvenes estupefactos que les mostraran las manos y las caras. No se resistieron. No tenían marcas de sangre, rasguños, ni moretones. No había nada en el lugar que desentonara o llamara la atención. Volvieron a salir a la calle.

Repitieron el procedimiento en otras casas hasta llegar a la última, mayormente oculta entre el follaje. Una tranquera de madera y a unos 20 metros un chalet de techo de tejas a dos aguas. Varios jóvenes los vieron llegar y esta vez no hizo falta pedirles que muestren las manos o las caras; reconocieron a Benicelli.

Una fuente del caso reconoce la fortuna de que los jóvenes no se hayan resistido. Los 10 rugbiers superaban en número a los tres policías, que llegaban al lugar sin siquiera esposas suficientes. Inmediatamente pidieron refuerzos y en cuestión de segundos varios móviles rodeaban la Alameda y a los sospechosos.

Los rugbiers cuando fueron detenidos
Los rugbiers cuando fueron detenidos e involucraron a Ventura

Con los rugbiers detenidos, los oficiales comenzaron a rastrillar la casa. Allí encontraron una zapatilla con sangre. “¿De quién es?”, preguntó uno de los policías. “De Pablo”, contestó uno de los detenidos. “Sí, de Pablo Ventura”, repitieron otros. Así, el remero que estaba en Zárate era involucrado en el caso.

El dato se sumó a otro que aportó una vecina y que terminó por convertir a Ventura en lo que horas después iba a ser el detenido 11 del caso. La mujer dijo que más temprano había visto salir de la vivienda a un auto blanco. Pablo Ventura es dueño de un Peugeot 208 color blanco.

Con esa información, el fiscal Walter Mercuri -entonces a cargo del caso- pidió la detención de Ventura que fue ordenada por el juez de Garantías David Mancinelli.

“Yo sinceramente creo que estos chicos no sabían que se había muerto el otro joven. Por eso tiraron Pablo Ventura, yo creo que lo tiraron como una broma. Ni siquiera creo que sea una malicia. Lo han dicho como una joda más, pensarían que el chico no estaba muerto. Hoy un amigo de los chicos estos me dijo que cada vez que ellos hacían alguna picardía decían: “¿Quién lo hizo? Pablo Ventura”, dijo José María, padre de Pablo, ayer a la noche cuando el joven fue liberado. Pero para eso faltarían cuatro días.

El sábado una delegación de la DDI de Zárate llegó a la casa de los Ventura en esa localidad. Los policías preguntaron por Pablo, lo trasladaron a una dependencia y allí le informaron que estaba detenido por el crimen de Báez Sosa.

Ventura fue llevado a Villa Gesell y la primera decisión judicial fue que quede detenido separado de los otros 10 acusados para evitar cualquier agresión o inconveniente. Ventura fue alojado en la DDI mientras que cinco imputados estaban en la comisaría 2 de Gesell y los otros cinco en la 1 de Pinamar.

Desde un primer momento el padre de Ventura y su abogado, Jorge Santoro, dijeron que el chico estuvo el viernes a la noche y el sábado a la madrugada en Zárate. Para sostener sus dichos llevaron el video del restaurante “La Querencia” donde se ve a Pablo, a su padre y su madre cenando. También viajaron tres testigos. Un chico y una chica que dijeron que después de la comida estuvieron con él en un departamento y una vecina que testificó que lo vio llegar a su casa a las cinco de la mañana. Era la misma hora en la que los rugbiers ya habían matado a Báez Sosa y volvían a la casa en la que iban a ser detenidos.

Los policías siguieron una características de uno de los acusados: su rodete. Llegaron a la casa y no tenían suficientes esposas. Las zapatillas con sangre y los dichos de una vecina que llevaron a la detención de Pablo Ventura, que ayer se comprobó que no estaba en Villa Gesell

Ventura fue indagado el lunes durante 45 minutos y declaró que cuando se cometió el crimen estaba en Zárate. La fiscal Verónica Zamboni comenzó a trabajar para corroborar las pruebas que la familia había llevado. Los resultados fueron que Pablo estaba en su ciudad.

Un primer elemento fue el video del restaurante. Si bien las imágenes no se pudieron extraer -quien tiene la clave para hacerlo está de vacaciones en Brasil- los dueños del lugar señalaron que las imágenes son verídicas y pertenecen al viernes a la noche. El segundo fue que la empresa Autopistas de Buenos Aires (AUBASA) informó que ninguno de los dos autos a nombre de la familia Ventura -incluido el Peugeot 208 blanco- pasó ese fin de semana por los peajes de Villa Gesell. “Quienes somos de la zona sabemos que no hay forma de entrar o salir sin pasar por un peaje”, le dijo a Infobae un investigador del caso.

Otra prueba determinante es que ni las cámaras de seguridad del boliche Le Brique, ni las municipales ni la del supermercado que tomó a cinco acusados, registraron a Ventura. Y un cuarto elemento es que en el contrato de alquiler de la casa no figura Pablo Ventura. El dato de esa prueba es que en la documentación sí está el nombre de otro joven que nunca llegó a Gesell, por lo que iban a ser 11 amigos en la vivienda. Pero no Pablo Ventura.

Fernando Báez Sosa y su
Fernando Báez Sosa y su padre

La familia había pedido otra medida de prueba. Que se pida a la empresa Movistar la ubicación del teléfono de Pablo el viernes a la noche para comprobar que impactaba en las antenas de Zárate. Esa diligencia fue ordenada por la justicia pero todavía no llegó el resultado.

Pero los elementos que tenía la causa ya eran contundentes de que el joven no había estado en Villa Gesell cuando fue asesinado a golpes Báez Sosa. Así, la fiscal Zamboni le pidió al juez Mancinelli que le dicte la falta de mérito a Ventura y lo libere. Y eso hizo el magistrado ayer cerca de las 20 horas. Y el chiste por el que fue involucrado se comprobó que fue la peor pesadilla que duró cuatro días.

Los dichos del padre de Pablo sobre que cada vez que los rugbiers hacían una “picardía” decían que la culpa era de Ventura se suma a un dato que este medio recogió en Gesell: una rivalidad deportiva entre Pablo y los rugbiers en el Arsenal Rugby Club de Zárate.

La falta de mérito de Ventura implica que no hay pruebas para involucrarlo pero que seguirá bajo investigación. De hecho, con la libertad el juez le informó que se va a tener que presentar a las ruedas de reconocimiento dispuestas para esta semana y la próxima. Pero una fuente del caso reconoció que más allá de lo formal está prácticamente desvinculado del caso.

Los 10 detenidos por el
Los 10 detenidos por el crimen de Fernando Báez Sosa

La situación es totalmente distinta a la de los 10 rugbiers. Matías Franco Benicelli (20), Ayrton Michael Viollaz (20), Macimo Pablo Thomsen (20), Luciano Pertossi (18), Lucas Fidel Pertossi (20), Alejo Milanesi (20), Tomás Enzo Comelli (19), Juan Pedro Guarino (19), Ciro Pertossi (19) y Blas Sinalli (18) siguen detenidos bajo la acusación de haber cometido un homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas y alevosía que tiene una pena única de prisión perpetua.

Infobae le preguntó a uno de los investigadores si la detención de Ventura no fue un error. “Diría que nos excedimos al ir a buscarlo y traerlo detenido desde Zárate sin antes, tal vez, ordenar algunas diligencias previas. Pero era un caso de extrema gravedad con una sospecha inicial por lo que no se podía perder tiempo. Ahora esa sospecha se ha desvirtuado”, contestó. El abogado de la familia Ventura dijo que entendía la decisión de la justicia de detener a Pablo, más allá de que sabían que era inocente.

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