Era mediados del año pasado cuando el empresario agroganadero G.F. recibió en su teléfono el mensaje de un hombre que le decía que había marcado el aviso en la web y estaba interesado en comprarle la Toyota Hilux. En otro mensaje, el pretendiente del vehículo le propuso encontrarse en un cruce de la ruta 12. Al día siguiente, “a las 14”, propuso. Y el dueño del vehículo en oferta aceptó. Pero en el punto convenido, a la hora acordada, estuvo solo. No hubo contacto telefónico. Nada.
El interesado lo había plantado. Así que G.F volvió para su casa. Pero antes de llegar, un Ford Ka negro se le cruzó intempestivamente en el camino. El productor rural frenó de golpe y, asustado, se quedó adentro de la camioneta. Inmóvil, como si una grieta se hubiera abierto en la calle justo delante suyo.
Del lado del conductor del Ford Ka bajó un hombre joven, peinado con raya al costado. Luego bajaron otros tres. No era un asalto. Era raro. Los hombres del auto se tomaron su tiempo. El que iba al volante finalmente se acercó al empresario y, con sequedad y poder de síntesis, pronunció el nombre que en Rosario nadie quiere escuchar: “Venimos de parte de 'Guille’ Cantero”.
Ariel Máximo, “Guille” Cantero, es el el jefe de Los Monos, la banda criminal más temeraria de Rosario y con mayor capacidad de supervivencia. Con 19 integrantes clave presos en diferentes cárceles del país, Los Monos igual reinan en la selva del delito santafesina. “Guille” es el heredero del trono de un clan que inauguró 26 años atrás su padre, Máximo Ariel Cantero, un ladrón que aniquiló a prácticamente todas las bandas que pretendían lo que él consideraba suyo: el territorio.
Y el hombre que pronunció el nombre de Guille Cantero cuando bajó del Ford Ka es Maximiliano “Cachete” Díaz, un empleado jerárquico de Los Monos, uno de los hombres de la segunda línea, dedicado a tareas en el campo de batalla, más con la lengua que con los fierros: extorsionar, recaudar y mover dinero, investigar y apretar gente, reclutar soldados y sicarios y organizar los ataques, lo que en la jerga de la banda es “darle curso”.
Y Díaz le dijo al productor de la Hilux: “Venimos de parte de Guille Cantero, vos te quedaste con un vuelto que había en la casa del Diente, la que estaba enterrada, sabemos que tenés una casa en la Costa, mujer, una hija, tenías forraje y le cortabas el pasto al Diente”.
El empresario no tuvo tiempo de abrir la boca que “Cachete” fue al grano: “Dame tu número de celular que 'Guille’ se va a comunicar con vos”. Luego, el enviado de Cantero y sus tres soldados se fueron por donde vinieron, a bordo del Ford Ka negro, con el dato a cuestas. Y GF siguió camino a su casa esperando lo inevitable.
Y lo inevitable sucedió. Su teléfono vibró y el empresario sintió el temblor en todo el cuerpo. Un WhatsApp: “Amigo soy el Guille….amigo te mande el mensaje con los pibes, recibiste el mensaje”.
Mientras la víctima dudaba si responder o no, cayó otro mensaje. La reproducción es textual, letra por letra, o que vio el hombre en su pantalla: “No tenés mas tiempo, quiero la chata y 20 mil dólares, el Diente era gente nuestra y vos le robaste la plata, vos savee con quien te metiste, asemos todo xla buena o vos ya save...20mil dolares”.
Ante el apriete y la fama sanguinaría de Los Monos y pagar la supuesta deuda (o en otros casos, aceptar la “protección” a cambio de dinero), el 3 de agosto pasado G.F fue a la Policía a denunciar la extorsión.
Rápidamente los investigadores detectaron que el mensaje intimidatorio que decía ser de “Guille” (en ese momento ya preso hacía casi un año) había sido enviado desde el teléfono de Facundo Flores, pareja de la hermana de Cantero, en ese momento libre, actualmente detenido por homicidio. Flores, o su hermana, hablaron en nombre de Cantero e intentaron quedarse con 20 mil dólares para las arcas del clan en nombre del jefe. Nada muy distinto a la operatoria de los Peaky Blinders o de las “famiglia” italianas, pero ni en Reino Unido ni en Sicilia: en el litoral del Paraná.
Y el dato que aportó el empresario respecto del auto negro fue clave. Los investigadores se subieron al Ford Ka y empezaron a seguir los pasos de ese hombre de Los Monos. Eso, en definitiva, resolvió con celeridad una parte del misterio del ataque del 12 de enero al casino City Center. Al otro día, cayó “Cachete”, quien a partir de escuchas a su teléfono y al de Guille Cantero, entre otros, se determinó había organizado en la calle la orden del jefe desde prisión: balear el casino para “ver si nos dan algo piola”, como pidió Guille.
Pero como consecuencia de esa acción, en principio intimidante, terminó muerto el bancario Enrique Ensino (63), alcanzado por dos de las cuatro balas que uno de los soldados de Díaz repartió contra el balcón de la sala de juego, mientras él fumaba, la noche de un sábado de verano.
Y ahora “Cachete” está preso, bajo prisión preventiva, acusado de “partícipe primario” del homicidio. Pero con su detención se abrió una cadena de pruebas en su contra que exhibe que Díaz era un hombre de acción fundamental en la estructura de Los Monos.
Aprietes a un sindicato
Poco más de un mes después de la denuncia del productor rural, Horacio Yannotti, titular del Sindicato de Peones de Taxi de Rosario, denunció ante el Centro Territorial de Denuncias de Rosario que el 25 de septiembre fue amenazado por alguien de Los Monos varias veces desde inicio de ese mes. Era “Cachete”, quien varias veces lo llamó para decirle: “De ahora en más Marcelo no tiene más nada que ver con la intermediación entre Los Monos y Horacio Byox”.
Se refería a Marcelo Nicolantonio. Byox era el jefe desplazado del gremio, acusado de malversación de fondos.
Díaz hizo lo mismo con el secretario adjunto del Sindicato, Luciano Lovera. Lo llamó varias veces hasta que el gremialista aceptó una reunión. La intención de Los Monos era mantener el “servicio” de protección presuntamente arreglado con Byox. Cuando Lovera y “Cachete” se encontraron, el extorsionador de Los Monos fue clarito: “Si no hay plata, hay balas”.
Lobera declaró ante la justicia el 10 de octubre de ese año. Relató que lo conoció a Díaz en esa reunión, en la que el extorsionador de Los Monos le pidió plata a cambio de protección, y creyó recordar que su nombre era David. Probablemente se confundió, ya que el segundo nombre de “Cachete” es Damián. Y lo describió como “morochito, de pelo corto a los costados y flaco”.
El lento ocaso de “Cachete”
En otra investigación asociada al desastre que dejan Los Monos a cada paso, la del crimen del policía Cristian Ibarra, el fiscal Miguel Moreno encontró a “Cachete” en una conversación entre Guille Cantero y alguien apodado El Enano, donde el jefe de la banda lo nombra a Maximiliano en el contexto de una advertencia de que la Policía buscaba a una persona, y que esa búsqueda implicaba autos y armas de la banda.
Los investigadores constataron finalmente que Díaz era el usuario del Ka negro al interceptar un llamado de una compañía de seguros del auto, donde “Cachete” confirma la dirección de su casa, dentro del barrio Las Flores. Horas después la Policía allanó ese domicilio y si bien no encontró al teniente de Los Monos, constató que ahí vivían sus padres y dos hermanos.
Para finales de 2019, Díaz comenzó su caída. Ya identificado por los investigadores como pieza clave, comenzó a aparecer en conversaciones con Guille Cantero. Desde la cárcel, el 3 de diciembre el jefe del clan y “Cachete” hablaron dos veces. En una, Guille le pidió actualización sobre el estado de algunas tareas que le había encomendado. Y en otra, Díaz le avisó que le llevaba dinero. Estos son los diálogos.
Cachete: El hermano de Juanchi, de 5 a 4 de la mañana para en la terminal, voy a caerle, a mí me conoce, pero voy a llevar los guachos y lo voy a marcar.
Cantero: Nos están agarrando mucho para la joda ya.
Un rato más tarde, cerca de las 3 de la madrugada, Díaz le avisa a Cantero, que estaba en prisión:
Cachete: ¿Te dijo tu vieja que dejé eso? 30… ahora el finde te llevo los otros 20. (...) Che, la BE, no hay señal por ningún lado
Cantero: Sí, sí, anda, boludo.
Cachete: ¿Anda en la noche?
Cantero: Sí, sí, tranquilo, tengo una chica que anda con ellos.
Cachete: Che, tengo 10 guachos de zona oeste, que hay que pasarle vehículo y coso y empiezan a activar para nosotros.
El ataque al City Center y una muerte que no buscaron
Esta conversación marca los primeros indicios del ataque al casino. Los investigadores creen que “Be” o "B" es la persona a intimidar y extorsionar, aunque su identidad se desconoce. Desde ese día empieza la diagramación del operativo: reclutamiento de soldados, de vehículos y seguimiento de la víctima. Por ese tema lo llamó Cantero a Díaz desde la cárcel la tarde del 19 de diciembre.
Cantero: ¿Qué onda loco?
Cachete: ¿Qué pasa loco?
Cantero: Tengo un número acá para pasarte, tengo otro pibito que también va, nada más que me dijo que le faltaba un autito.
Cachete: Ah. ¿Hablaste con Pollito? Lo llevé al lugar a marcar.
Cantero: Sí, pero me dijo que hiciste un montón de pantomima, dice que lo hiciste salir con todo.
Cachete: Pero si yo le dije que era para ver el lugar nomás, y ellos se vinieron con todo.
Cantero: ‘Fijate que me hicieron salir con todo’, me dijo.
Cachete: Pero yo le dije ‘mirá que es para mirar el lugar nomás’, si igual los guachos no andaban. Después pasaron un par de data de que estuvieron en una casa de fin de semana por ahí.
Cantero: Dejá. Sos un queso, si andan regaladitos esos, cómo no los vas a poder encontrar.
Cachete: Es verdad lo que vos decís. Anda anda por ahí, hoy es jueves, me voy a fijar con los guachos, a ver si anda.
Cantero: Hoy no creo ya, para que no los hagas salir tanto a los pibes.
Cachete: No boludo, si yo le dije, y yo fui también, los pibes atrás y yo adelante, y les dije, que era para mirar nomás.
Las pruebas contra Díaz comenzaron a acumularse. Poco después, un comerciante de Rosario denunció, como testigo de identidad reservada que entraron a su local dos personas y le dijeron que lo estaban buscando de parte de Guille Cantero y le avisaron que se comunicarían con él.
Efectivamente, días después, alguien lo citó a una reunión en un bar de la ciudad. Allí, este testigo conoció a Díaz, quien se presentó como “Cachete” e introdujo a su acompañante, a quien marcó como su hermano. El hombre contó que le pidieron 5.000 dólares mensuales, caso contrario le iban “a rociar de balas el negocio” y luego atentarían contra su familia. El testigo coincidió en la descripción física que los investigadores ya tenían del teniente de Los Monos.
El 7 de diciembre, Los Monos volvieron al tema pendiente con el Sindicato de Peones de Taxi, después de balear las casas de varios de sus nuevos referentes. Y Guille Cantero tuvo una charla con Emanuel Morel, integrante de la banda, actualmente prófugo de la Justicia. Morel le preguntó a su jefe: "¿Qué vamos a hacer con ese, el del sindicato?”. Y Guille le respondió: “Le vamos a tener que mandar curso bien de vuelta haber qué onda, boludo”. Y Morel acata: “Ah, le mandamos de nuevo entonces”. “Mandale ahí al trabajo, tiros. ¿Todavía tiene el comando o qué?”, preguntó Cantero. Los investigadores creen que se referían a la casa de Horacio Yannotti.
Con esa lógica se manejó hasta el 13 de enero, cuando fue apresado, Maximiliano Díaz. Y así se definió el ataque al casino City Center. Cinco días antes, “Cachete” se reunió con soldados que le mandó Carlos Damián Escobar, conocido como “Toro”, segunda línea de Los Monos, actualmente preso en Ezeiza por un homicidio y por vender drogas. El arreglo se hizo por teléfono.
Un día más tarde, el 7 de enero, “Cachete” reportó a Guille Cantero, quien lo llamó desde un teléfono del penal federal de Marcos Paz. Y otra vez apareció “Be” en la conversación. Díaz le contó que fue con un tal “Dominicano” a hacer inteligencia sobre esta víctima misteriosa.
En esa conversación Díaz le dice a Cantero, según la transcripción de las escuchas a las que tuvo acceso Infobae: “Boludo todo bien, ahí ya tipo 8 voy un ratito ahí al City a ver que onda”. Y su jefe le respondió: “Sí, sí, sí, fijate bien, la hacemos bien, a ver si nos dan algo bien piola”. Luego, “Cachete” agregó: “Sí, sí, boludo. Ahí ya les dije a los guachos qué es lo que tienen que hacer así que vamos a ver cómo sale”.
Si bien en la escucha entre Escobar y Díaz ambos hablan de atacar el miércoles 8, por alguna razón que no se sabe o no trascendió, el operativo se supendió y finalmente se activó el 12 de enero por la noche. “Cachete” reclutó a los soldados. Se cree que fueron dos arriba de una moto los que rociaron de balas la parte trasera del City Center, casualmente (o no) la que da al barrio Las Flores, el epicentro del dominio de Los Monos.
Por ahora nadie sabe dónde están los autores materiales de la muerte de Ensino, y se desconoce si hubo otros soldados que respaldaron ese operativo. El único que pagó el precio, hasta ahora, es Maximiliano “Cachete” Díaz, el extorsionador infalible al que le tocó perder.
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