Una pareja del barrio de Balvanera fue condenada a tres años de prisión en suspenso por el Juzgado de Primera Instancia porteño Nº25 acusados del delitos “abandono de persona agravado por el vínculo” de sus mellizos, que nacieron con síndrome de Down: uno de ellos murió, apuntaron fuentes cercanas al expediente a Infobae, tras no recibir atención médica.
Los niños nunca recibieron asistencia de un especialista ni tampoco fueron vacunados debido a que sus padres eran seguidores del polémico médico alemán Ryke Geerd Hamer, fallecido en 2017, quien estaba convencido que las enfermedades se producen por un trauma emocional y que una vez superado, las personas “se curan solas”.
Los hijos del matrimonio nacieron en diciembre de 2013 y dos horas después de que la mujer diera a luz, uno de ellos tuvo convulsiones y le diagnosticaron hipertensión pulmonar severa y encefalopatía hipóxico isquémica, una lesión causada por falta de oxígeno y un limitado fluido de sangre al cerebro durante el nacimiento.
La situación se agravó aún más ya que además de no recibir controles médicos correspondientes, los chicos tampoco eran alimentados de manera apropiada a medida que crecían. Así, el bebé murió en abril de 2015, cuando tenía apenas un año y tres meses.
“Los padres mantuvieron ocultos a sus hijos durante 11 meses. Nadie de la familia sabía que habían nacido. Su adhesión al medicina no tradicional los hizo seguir por Internet al doctor Hamer, que estaba convencido que los chicos con síndrome de Down no tienen una enfermedad genética sino que su problema es consecuencia de un shock traumático”, explicó a Infobae el doctor Walter López, titular de la Fiscalía en lo Penal, Contravencional y de Faltas Nº 17, que investigó el caso.
El fiscal hizo hincapié en que se trataban de personas de clase media con un nivel de estudio terciario por lo que “todo fue muy difícil” porque ellos estaban convencidos de que hacían lo correcto. “Como Hamer decía que se podían curar al entrar en contacto con el cuerpo de los padres, tenían a los mellizos todo el día encerrados en una habitación apoyados sobre el pecho de ellos y en silencio, sin tener contacto con terceras personas”, detalló.
Alertada por la falta de predisposición de su hija de hablar sobre el tema y ante las excusas que le ponía para que pudiera visitarla, la abuela materna decidió presentarse voluntariamente en la casa y allí se anotició del nacimiento de sus nietos y de cuál era el cuadro de situación.
“Los chicos pesaban apenas 5 kilos cuando debían pesar el doble. Solo eran alimentados por la teta de la mamá. El cuadro era impactante. Y lo peor es que uno de ellos estaba con fiebre, moqueando y ni siquiera podía mantener la cabeza erguida”, precisó el fiscal.
Esta situación la llevó a denunciar el caso ante la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema en noviembre de 2014, y se inició una causa en la Justicia Civil. Para sorpresa del fiscal, quien ordenó realizar estudios psicológicos y pisquiátricos a los padres, no padecían ninguna alteración por la que no pudiesen comprender sus actos. “Los peritos entendieron que había ciertos delirios, como esto de seguir a ultranza a alguien que nos les daba resultados, pero dijeron que no tenían alteración de juicio”, dijo el doctor López.
Los nenes fueron internados en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez para ser evaluados exhaustivamente y los médicos determinaron que ambos presentaban un cuadro de desnutrición de tercer grado. Aunque tenían casi un año de edad su talla era similar a la de un bebé de cinco meses. Además, sufrían retraso neuromadurativo y una disminución generalizada del tono muscular ya que nunca habían recibido estimulación.
El 5 de diciembre de 2014, el chico que sufría la patología pulmonar severa fue internado en terapia intensiva. Y como los padres seguían oponiéndose a que lo trataran los médicos, un juez civil les quitó la patria potestad el 29 de diciembre de ese año y se la otorgó a la abuela.
A pesar de los esfuerzos que hizo la mujer para que recibiera los cuidados y la asistencia que necesitaba, los médicos no pudieron revertir el cuadro y el nene murió el 24 de abril de 2015 por una infección pulmonar aguda.
Ahí fue cuando la causa por el fallecimiento recayó en un juzgado penal nacional, que años después se declaró incompetente. Fue por eso que en 2018, se hizo cargo del caso la Justicia porteña. Aunque el fiscal López había solicitado una pena de cumplimiento efectivo, un tribunal presidido por el juez Norberto Tavosnanska resolvió condenar -el 20 de diciembre de 2019- a los padres a tres años de prisión de suspenso.
“Fue dificultoso probarlo que hubo abandono seguido de muerte porque implica no hacer algo. Ellos no hacían lo que debían pero hacían algo. La madre les daba la teta y los cuidada, pero lo hacía con otra perspectiva. Ellos no entendían que lo que hacían no era lo correcto”, detalló el fiscal. La paradoja era fuerte: no podían ser imputados por homicidio culposo, los chicos habían sido cuidados, en cierta forma, de acuerdo a las creencias de sus padres.
Como parte de la condena, los padres deberán asistir al taller "Reflexiones sobre niñez y adolescencia”, de la Dirección General de Convivencia en la Diversidad de la Subsecretaría de Derechos Humanos porteña. Además, les realizarán un diagnóstico psicológico para determinar su necesitan iniciar algún tipo de tratamiento. Y una vez que estén preparados, deberán atravesar un proceso de revinculación con el hijo sobreviviente.
“Con la condena no van a poder obtener nuevamente la custodia del niño pero sí un régimen de visitas. A mi esto no me dan seguridad. Eso lo dije en mi alegato final. Ellos no han internalizado la norma y su forma de pensar no cambió por lo que está en juego la vida del otro nene”, alertó el fiscal.
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