El 2 de enero pasado, el sistema de cámaras de la Municipalidad de Lobería, a 100 kilómetros de Mar del Plata, detectó a un Volkswagen que circulaba por una avenida local, cerca de la terminal de ómnibus, con un único ocupante. Una chica de 13 años estaba en la vereda: el conductor abrió la puerta del asiento de pasajeros y la menor subió. La alarma fue rápida: el chequeo de la patente llevó a un domicilio en Mar del Plata, donde el Volkswagen estaba registrado. Así, un móvil de la Sub DDI local de la Policía Bonaerense llegó a la casa en un barrio periférico de la ciudad costera. Había tres hombres allí adentro, de entre 46 y 54 años, incluido el conductor.
La Policía preguntó por la menor, el hombre que atendió por la puerta negó todo. Sin embargo, segundos después, un efectivo vio a la menor pasar: la movían de un ambiente a otro, quizás para esconderla. Así, los tres hombres fueron detenidos en el acto. “Me manosearon”, dijo la chica en una primera declaración. Los exámenes médico-legales no revelaron signos de violación.
El caso quedó en manos del fiscal Marcos Bendersky de la UFI Nº10 de Necochea, especializada en delitos sexuales. La imputación para los tres hombres, que habían sido contratados para hacer reparaciones en una parroquia de Lobería. La menor, a la espera de una declaración en cámara Gesell, volvió con su madre y su hermana menor, asistida por la Asesoría local de Incapaces, bajo un juzgado de familia.
Pocos días después, la chica volvió a ser encontrada por las cámaras municipales. Estaba de vuelta en la avenida: un hombre de 28 años la subió a su auto, un Fiat Regata, para llevarla a un descampado. La Bonaerense lo encontró, también quedó detenido, a disposición del fiscal Bendersky.
Sin embargo, la historia de la menor se repite en el tiempo en los tribunales de Necochea. En los últimos años, el fiscal Bendersky investigó nueve expedientes idénticos: la misma víctima, la misma situación, un avenida, un adulto y un posible abuso. Fuentes cercanas al caso, adelantado por el medio local Ecos Diarios, no se atreven a hablar de prostitución de menores: los cuatro acusados se negaron a declarar y no hay un testimonio que hable de un intercambio de dinero.
Hay, sin embargo, un obvio aprovechamiento de su vulnerabilidad, en un contexto de extrema pobreza. Las mismas fuentes coinciden: “La nena tiene un retraso madurativo”.
Se registraron varias fugas de la menor, que vive en una situación “virtualmente de calle”, dice un investigador, con fugas tanto de la casa de su madre como de hogares de contención. En la casa de los tres hombres detenidos el 2 de enero se secuestraron preservativos, gel íntimo y ropa que será peritada.
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