Tres días antes de recibir la puñalada que terminaría con su vida, Franco Carl Rossetti (36), posteó en Facebook un canto a la Santa Muerte: “Muerte querida de mi corazón, no me desampares con tu protección (sic) y te pido bendición a este devoto y que a su vez venga el éxito, la properidad (sic) en mi persona y en mi economía, retírame toda enfermedad natural o provocada”.
La noche de Navidad, se presume que Rossetti disparó al menos dos veces dentro de su casa, en un barrio cerrado de Luján de Cuyo, Mendoza, con un arma calibre .22 al cuerpo Federico Katz. Es un misterio si fue antes o después de recibir una puñalada de éste. Pero lo concreto es que se llevó lo peor: cinco días después murió en la cama de un hospital, finalmente desamparado de la protección de la Santa Muerte.
Rossetti y Katz eran amigos de la infancia, del barrio, se conocieron cuando Franco, que nació en Nueva York, hijo de un ítalo-argentino radicado en EE.UU., volvió con su familia a Mendoza. Eso fue en 1994. Un cuarto de siglo después uno yace en su tumba. Y el otro volvió al lugar de donde había salido no mucho tiempo antes: la cárcel, acusado de matar.
Qué pasó entre ellos es el misterio por el que transitan los investigadores de guardia en la justicia mendocina durante estos días de feria judicial. ¿Una pelea entre dos bravucones que terminó mal? ¿Una discusión por dinero? ¿Diferencias entre socios de la venta al menudeo de drogas? ¿Celos entre amigos? ¿Realmente Rossetti le disparó a Katz o este se “autodisparó” para simular su ataque como una defensa? Son las múltiples hipótesis de un caso que genera intriga a los pies de la Cordillera de los Andes.
El expediente al que se enfrenta el fiscal de Homicidios Carlos Torres tiene agujeros que mantienen la historia incompleta. Lo que se sabe, es que Rossetti pasó a buscar a Katz por su casa cerca de las 7 de la mañana del 25 de diciembre y fueron al hogar donde Franco vivía con su padre a seguir con la fiesta de Navidad.
Rossetti se había ido de su casa pasado el brindis de la Nochebuena y volvió, se presume que sin dormir, con Katz. La fiesta continuó durante toda la jornada navideña hasta que algo pasó cerca de las 23. Según declaró el acusado por el homicidio, Franco empezó a reclamarle dinero y por su relación con un grupo de personas que organiza fiestas electrónicas en la capital mendocina y que lo dejaron afuera.
Pero por ahora nadie explicó bien cómo una discusión terminó con sangre, balas, cuchillos y muerte. Hay un solo testigo. Un amigo de los protagonistas de la historia que declaró ante Torres pero dijo que cuando ocurrió la discusión él estaba fuera de la casa.
Hubo un reclamo de una suma de dinero. “¿Cuándo me vas a pagar lo que debés?", relató el testigo que fue lo que escuchó un rato antes de la pelea. Katz lo negó. Se ubica en una postura de víctima.
La relación de los amigos no venía bien, contó otro testigo (no presencial) que declaró ante Torres. Y alguien refirió que Rossetti estaba ofendido con Katz porque este había empezado a tener vinculaciones con hombres que arman fiestas. “Eso no fue del agrado de Rosseti, quien lo acusaba a Katz de proteger o darle más bola a esos pibes que a él”, contó esta fuente al fiscal.
“Había una organización del negocio. Las otras personas no querían negociar con Rossetti por su forma de ser”, avanzaron los investigadores, que de todos modos no tienen claro cuál era el negocio, pero sospechan que estaba relacionado a drogas en fiestas.
Todo es extraño en la historia de Rossetti y Katz. Infobae pudo constatar que ninguno de los dos está registrado en AFIP como trabajador ni existen aportes a la seguridad social. No se les conoce oficio o profesión.
Hasta donde reconstruyeron los investigadores, la de la víctima era “una vida de noche, de excesos, de consumo de drogas, de situaciones rayanas a la ilicitud, de agresividad” y sospechan de su relación algún sector de la barrabrava de Godoy Cruz,
Alguien dijo que Rossetti hacía “changas” pero no pudo precisar qué tipo. Otro contó que se dedicaba a la compra y venta de autos y motos. Katz le dijo a Torres que él es “comisionista”, que también se vende coches. No hay papeles que certifiquen esos trabajos.
Torres buscará en los próximos días comenzar por lo más básico: establecer si las lesiones que tiene Katz son por una agresión de Rossetti o viceversa. El ahora acusado de homicidio recibió un disparo en una pierna y en el omóplato. Él dice que lo atacó su amigo, pero por ahora las fuentes consultadas no pueden precisar si el presunto ataque de Franco fue antes o después de recibir la puñalada.
Parece difícil que un hombre con dos tiros acuchille a otro de la contextura física de Rossetti, fanático del culto al cuerpo, según exhibía en sus redes sociales. Incluso los investigadores constataron que la víctima peleó “un par de veces” en artes marciales mixtas (MMA). “Era una especie de Ricardo Fort de la hinchada de Godoy Cruz, quiso vender un personaje, con sus músculos, sus armas, sus autos, su virilidad", comentó una fuente del caso.
“Tenemos que hacer análisis de las causas de muertes y tomar testimoniales. La gente que declaró ahora nos mete en un mar de dudas respecto de lo que podría haber pasado. Queda claro que Rossetti no tenía una actividad ejemplar o tan ordenada”, comentó uno de los investigadores, quienes creen que parte del dinero con el que vivía este hombre provenía de la jubilación en dólares que su padre recibe desde Estados Unidos.
El padre de la víctima, justamente, también le dijo al fiscal que su hijo compraba y vendía autos pero a la vez habló mal de Franco: contó que lo maltrataba.
Katz tampoco tenía una actividad “ejemplar o tan ordenada”. Había recuperado la libertad poco tiempo atrás, después de ser condenado por un caso de violencia de género. Y tiene antecedentes penales por robo y sospechosos vínculos con los eslabones bajo de la comercialización de drogas.
Torres aspira a que los nudos que tiene el caso los desaten las pericias que ordenó. La toxicológica, para comprobar en qué estado se trenzaron los amigos. La de las armas y de deflagración, para saber quién disparó la pistola calibre .22 que apareció en el bolsillo de Rossetti, quien durante los cinco días que pasó internado no pudo declarar debido a su delicado estado de salud. Y también qué información aparece en los teléfonos de ambos amigos.
En la casa se secuestraron varios cuchillos pero no se sabe cuál usó Katz. También desconocen cuáles fueron los movimientos que hizo el asesino para liquidar a su amigo. “En principio no sabemos si la puñalada fue de defensa o de ataque”, explicaron. Eso lo determinará la Policía Científica en base a las manchas de sangre halladas en la escena del crimen. En principio, la idea de que Rossetti es un narco pesado quedaría descartada: en su casa hallaron escasa cantidad de cocaína y cinco plantas de cannabis en el jardín, algo que da para pensar más en un usuario que en un vendedor. Tampoco hallaron grandes cantidades de dinero en efectivo ni balanzas. “Si fuera un narco pesado no alardearía tanto”, comentó una fuente del caso.
La situación procesal de Katz se definirá probablemente en un juicio: Torres se valdrá de la ciencia y de los testigos para saber si Rosetti inició la agresión y si fue racional el uso que le dio Katz al cuchillo. El fiscal no descartaría bajarla la imputación de “homicidio simple” a “exceso de la legítima defensa”: “Con cocaína, exaltado, solo lo bajás con un puñal”, comentó un investigador policial, que también se jugó por perfilar a Rosseti, que en sus redes posteaba con lenguaje de las pandillas de Nueva York: “Un transita que para consumir vendía. Él se hacía ver, iba a las fiestas a vender tres papeles de cocaína. Jugaba con su cuerpo, con sus coches, me parece que era uno zonzo que se creyó Al Capone. Un Ricardo Fort, quiso vender un personaje y terminó mal".